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jueves, 18 de abril de 2024
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Henry Yholan, seis décadas ganadas y el entusiasmo de cada día

El comercio de ropa femenina cumplió 60 años y es uno de los más longevos de la ciudad.

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Cumplió sesenta años el sábado Henry Yholan, comercio de ropa femenina que es uno de los más longevos de la ciudad ‘rubro por rubro’, y que tiene en Yolanda Sende de Sacco a su fundadora, su ‘power’ y su razón de ser, contra toda inclemencia.

Está en Boer 15 desde 1978. Ñata y su compañero, Enrique Sacco, habían inaugurado en Almirante Brown 240 en la primavera de 1961. Luego de un breve período se trasladaron al 280 de la misma avenida. Tiempo después se mudarían a su sede actual. Compraron el terreno, y edificaron el local comercial abajo y la casa para la familia arriba. Enrique falleció poco más tarde, y ‘Ñata’ se vio compelida a aferrar en soledad un timón que aún no suelta, con una seguridad y un carácter que no requieren ampulosidad de gestos, imponencia física ni estridencias de ninguna índole. Con orden, vocación de trabajo, responsabilidad y alegría ha sido más que suficiente. Paso a paso, como diría el no canonizado filósofo Reinaldo Carlos Merlo, porque si preguntando se llega a Roma, sin plantearse grandilocuencias es como se avanza en el camino de la vida, en este caso fusionado con el del comercio, que por su fragilidad siempre es una cornisa.

Todo, con la ayuda de Enriquito, como ella siempre le dirá a su hijo Enrique, su socio a casi cuatrocientos kilómetros de distancia, alguien que a su modo también explica la vigencia de Henry Yholan, ya que seguramente participa de las grandes decisiones que han ido tomándose en todo este tiempo de vida comercial.

Ahí está ‘Ñata’ cuando me acerco a entrevistarla. Igual que hace dos años, me dice que mientras se sienta con ganas y energía, va a seguir al frente de su local. En esta etapa, con dos colaboradoras: Analía Tellechea por las mañanas, y Laura Chávez por las tardes. Más aún ahora es necesario ese sostén, que tras la densa noche de la pandemia “ha empezado a volver gente. Hubo un parate terrible, no salía nadie, venían por día una, dos, tres clientas. Por suerte se ha empezado a mover”, afirma la mujer que durante el año y medio de restricciones sociales, aislamiento y angustia colectiva nunca cerró su comercio, “ni en el peor momento. Seguí firme”, se ríe, aunque “no venía casi nadie. Pero como estoy en mi casa, abría igual”.

“El año que viene cumplo 90, y el negocio es mi vida. ¿Qué hago si no?”, se pregunta retóricamente, coronando la frase con esa sonrisa que le sale fácil, siempre al borde de una carcajada de baja intensidad. Ñata vive “abajo y arriba: abajo tengo el negocio, la cocina, el lavadero y garaje para dos coches; arriba, tres dormitorios, cocina también, y baño abajo y arriba. Una casa inmensa”, que recorre a diario con la comodidad que le provee la silla eléctrica montada sobre la escalera, que hizo instalar su hijo. “Así que me siento ahí, aprieto un botón y voy y vengo todas las veces que quiero”, explica. “Casi un juego de parque de diversiones”, le digo, y otra vez la risa franca, joven.

Henry Yholan va a seguir. Enrique Sacco, con quien Ñata habla por teléfono todos los santos días, está de acuerdo, y con ese respaldo y su entusiasmo aún alcanza cómodamente. “A Enrique le encanta que yo continúe. Todos los días me llama para ver cómo estoy, y si me encuentro bien y contenta, a él le pasa lo mismo”, dice al borde de la emoción, porque a ella le ocurre tal cual con respecto a él.  

La especialidad de la casa es la ropa femenina para todos los días, como blusas, remeras, casacas, camisas, pantalones, ropa interior, algún saco. El pret a portet, más algunos vestidos y prendas para salir y para fiestas, indispensables hoy que están retomándose los encuentros y las reuniones sociales y hay una energía renovada en el ambiente. Aunque “paquetería tengo muy poco”, aclara la mujer que, a esta altura, ya recibe en su comercio a nietas de sus primeras clientas.

El local abre de lunes a viernes, de 9 a 12.30 y de 16 a 20. Los horarios de cierre son flexibles, pueden estirarse unos minutos para atender a las clientas de último momento, siempre hay alguien que llega sobre la hora a todas partes. Los sábados, sólo de mañana.

La biblia del Ñata es el laburo, por eso festejó los sesenta de Henry Yholan trabajando, nada de cerrar y tomarse el día. El sábado hasta abrió un rato a la tarde, porque sabía que alguien iba a ‘caer’ a saludar. Sanguchitos, bombones, café y alguna gaseosa para quienes pasaron por Boer 15, y a seguir la rutina diaria. Más una visita que coronó el día del mejor modo: la de su hijo Enrique, su gran amor, que compartió la jornada con ella y con su compañera, la ex gobernadora María Eugenia Vidal.

Chino Castro

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