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viernes, 19 de abril de 2024
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Henry Yholan cumple hoy cincuenta y ocho años

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Viajar y andar sola en Avellaneda, Once y el centro porteño es algo que Yolanda ‘Ñata’ Sende de Sacco hace con naturalidad a sus 87 años.

Recién ahora, hace dos viajes (realiza uno por mes) han comenzado a acompañarla, los bultos con la ropa que trae para su comercio ya pesan demasiado, y ella tiene suficiente con abrir cada mañana con una puntualidad inquebrantable, mantener ordenado y funcional su local y recibir a las clientas con esa calidez que es su atributo esencial.

Hoy, Henry Yholan celebra cincuenta y ocho años de recorrido comercial. Está en Boer 15 desde 1978, había inaugurado en Brown 240 en la primavera de 1961 y luego de un breve período se trasladó al 280 de la misma avenida.

En Boer 15, Yolanda y su marido, Enrique Sacco, compraron el terreno donde edificaron el local comercial, adelante, y atrás y al costado la casa con un garage doble. Pero Enrique falleció un año después, y ella quedó sola al frente de Henry Yholan y a cargo del vástago de la pareja, Enrique Sacco, que desarrollaría una próspera carrera en el periodismo deportivo. Nunca dudó en seguir.

En esos meses finales de la convulsionada década del setenta, Enrique, a quien ella cariñosamente suele llamar Enriquito, finalizó sus estudios secundarios y le comunicó que no emigraría a estudiar, que se quedaría a ayudarla y acompañarla, a pesar de que tenía muy clara su vocación. “Yo le dije que no, que iba a quedarme sola así él podía cumplir su sueño de formarse como periodista deportivo en Buenos Aires”, se plantó su madre. Desde entonces, y quizá desde antes, Enrique y Yolanda están unidos por un lazo de amor indestructible, que los ha sostenido frente a los avatares de la vida. Enrique es la luz de sus ojos vivaces, y seguramente ella representa para él algo similar, aunque no lo exprese con esa soltura que es más propia de una madre.

Sacco regresó a Bolívar con el título bajo el brazo. Los años ochenta comenzaban a desperezarse cuando ingresó a trabajar al incipiente canal de televisión de la mano de Roberto ‘Tuco’ Galaz. Luego fundó la revista Realidad ’82, una trinchera de pensamiento y difusión cultural que hizo época en el pueblo desde noviembre de 1982 hasta el otoño de 1984, y más tarde la también pionera radio Del Libertador. Todo esto, con el respaldo económico y afectivo de ‘Ñata’, que atendía su local, fidelizaba clientela y seguía pendiente de darle lo mejor a su hijo. Después, una visita a Bolívar del relator José María Muñoz que organizó el propio Sacco, le abrió al bolivarense las puertas de los medios nacionales, donde llegó a encumbrados lugares. Fue director de la emblemática oral deportiva y comentarista de futbol para ESPN de los más importantes partidos del mundo, entre otros espacios de relevancia nacional.

Mientras, Yolanda seguía cada día al frente de Henry Yholan, igual que hoy. Con el mismo compromiso y la misma entrega. Con una alegría que no mengua y un espíritu emprendedor que aprendió a sobreponerse a los cimbronazos de la economía argentina con la premisa del guerrero, que no detiene su marcha. Con sus modales suaves, que sin embargo son la cobertura de férreas convicciones, en el comercio y en la vida. Una mujer físicamente pequeña, pero muy fuerte. Recién hace dos años, con la colaboración tres días por semana de Analía Tellechea, un nuevo sostén para alguien que casi no los necesita, aunque sin embargo le hace bien contar con una persona en la que apoyarse y con quien compartir el quehacer diario e incluso encuentros fuera del trabajo.

Henry Yholan comercializa ropa femenina para la mujer clásica. Su fuerte son las prendas para todos los días, aunque también ofrece vestidos de noche y para ocasiones especiales. Abre de lunes a viernes, de 8.45 a 12 y de 16 a 20 horas, y los sábados por la mañana.

“Pasé momentos buenos y momentos malos, pero seguí. Y hoy, con las mismas ganas. Siempre digo que mientras la cabeza me dé, voy a continuar con el negocio”, remarcó ‘Ñata’, que en los años ochenta pudo con el fruto de su esfuerzo completar el proyecto que el prematuro fallecimiento de su compañero había dejado trunco: edificar arriba de la planta baja la casa de familia, a la que ahora casi no sube: se trajo su cama y tiene abajo todo lo que necesita, así conjura el trajín que le representa la escalera. La edificación se llevó a cabo en base al proyecto de una arquitecta: ella misma, que despidió al profesional que había contratado y se puso al frente del diseño junto al albañil. “Iba a vivir yo en esa casa, las cosas tenían que ser cómodas para mí”, recordó con humor durante la charla con este diario. “Me costó hacerla, pero terminé toda la casa con mármol, con vitreaux, como yo quería”. Cada semana adquiría, fiados, los materiales. Y los sábados les pagaba al albañil y a los corralones, “así que de lunes a viernes iba juntando la plata con el negocio”, recordó.

Henry Yholan va a seguir, ‘Ñata’ sabe que el trabajo cotidiano con una potencia sólo algo menor a la de los años de su juventud, es lo que la mantiene fresca y vital. Por eso ni piensa qué son cincuenta y ocho años. Valora el recorrido, pero no se detiene a pensarlo demasiado porque el futuro está adelante, no atrás. Esta tarde celebrará con las amigas y clientas que se acerquen un año más de su emprendimiento comercial, compartirán unas masas y un café que ella misma preparará y así coronará un día más de trabajo, uno especial. Suficiente, que mañana bien temprano habrá que retomar la labor, con la sonrisa y el entusiasmo de siempre.

Chino Castro

 

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