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miércoles, 15 de mayo de 2024
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Golpe de calor e intoxicación por cianotoxinas en bovinos

Especial para La Mañana por el Dr. Mariano Hernández, médico veterinario y doctor en Ciencia Animal. MP 7372

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En los últimos años niveles de altas temperaturas superiores a lo acostumbrado, durante el verano, son un fenómeno probable, ya sea porque se lo atribuimos al calentamiento global o a los efectos de “El Niño”; entonces, cuando se trata de producción de bovinos, el riesgo de estrés térmico y las intoxicaciones por cianotoxinas aparecen en escena.

El estrés calórico, una de las formas de estrés térmico, comúnmente llamado “golpe de calor”, ocurre cuando la temperatura ambiente se eleva y llega a niveles que ponen en riesgo la vida de los animales.

Los bovinos, como la mayoría de los animales de producción, tienen mecanismos capaces de regular su temperatura dentro de ciertos límites. Si la temperatura ambiente se acerca a la temperatura corporal o la supera, los mecanismos encargados de regularla se ven colapsados.

Se producen cambios orgánicos y de comportamiento: disminuye el consumo de alimentos, la producción de leche, hay pérdidas de peso y pérdidas reproductivas (disminución del porcentaje de preñez, repetición de celos, abortos, etc.) y aumenta la susceptibilidad a enfermedades. Obviamente, cuando los mecanismos de regulación se ven totalmente superados, el único camino es la muerte por falla cardiovascular.

SENASA recomienda proveer espacios de sombra. La sombra de los árboles es una de las más efectivas, pero si la sombra es artificial se recomienda el uso de malla plástica de media sombra con 80% de densidad. También es importante proporcionar agua fresca, limpia y abundante. El agua debe estar accesible y cerca de los animales. Las fuentes de agua deben estar ubicadas en lugares estratégicos de acceso fácil y rápido.

Conviene adecuar la alimentación suministrando dietas “frías” (aquellas que por su composición minimizan la generación de calor).El pastoreo de festucas tóxicas u otras pasturas infectadas por hongos productores de toxinas denominadas ergoalcaloides también pueden desembocar en un golpe de calor.

Hay que evitar manejos estresantes en horas calurosas. Durante el transporte y la comercialización conviene planificar las actividades para minimizar el tiempo de espera de los animales durante las horas de más calor.

Y coincidiendo con la época, también suele aparecer otro problema para la salud animal: las cianobacterias. Si bien no todas producen cianotoxinas, estas bacterias aparecen por el aumento de los nutrientes que benefician su crecimiento en lugares donde hay presencia de agua: en lagos, embalses, ríos y lagunas. Si a esto le sumamos temperaturas elevadas, días sin viento ni oleaje, y suficiente luz solar, es probable que comiencen a aparecer manchas verdes sobre las aguas estancadas, similares a algas; de hecho, se las denominaba algas azul verdosas, cuando en verdad son bacterias.

El crecimiento de las poblaciones urbanas, con su consecuente aumento de desechos en forma de efluentes domiciliarios e industriales, y el uso de fertilizantes en agricultura, sumados a las consecuencias de la globalización y el cambio climático, son los determinantes para que estos fenómenos aumenten su frecuencia de aparición.

La inhalación de vapores desprendidos desde aguas contaminadas, así como el contacto con la piel o la ingestión de las mismas, son causas necesarias para que se vean afectados los animales. Nos damos cuenta del peligro cuando observamos partículas flotando en el agua en forma de manchas de color azul-verdoso o marrón-verdoso, rojas o verde brillante.

Si observamos en los animales alguno o varios de los siguientes signos: pérdida de energía, pérdida de apetito, vómitos, tropiezos y caídas, babeo excesivo y/o temblores con convulsiones, es fundamental consultar a un veterinario.

Podemos decir que en el fondo es la mano del hombre la causa real de este ambiente desequilibrado y sus consecuencias, lo cual no es sorpresa para nadie, pero se deduce que algo hay que hacer para revertirlo. Varias de las recomendaciones antes mencionadas son parte de la rutina cuando se aplican Buenas Prácticas Ganaderas. Estas prácticas, a veces desestimadas por los productores, no sólo prometen resolver un sinnúmero de errores involuntarios en la producción ganadera, sino que también ayudan a cumplir con exigencias internacionales y posibilitan acceder a nuevos mercados.

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