6 de junio de 2019
Reparar ropa es uno de los oficios más antiguos del mundo, pero es también una necesidad y un recurso en tiempos de crisis, en los comprar pilchas empieza a quedar en el injusto renglón del privilegio de una minoría. Por eso, en el comedor Pequeños Gigantes Julia Crespo brinda desde el lunes un taller de costura, al que están todos invitados.
“La propuesta es hacer costura, corte, confección, diseño, manejo de máquina. Y como recién les explicaba a las chicas, le enseñaré a hacer arreglos de ropa, algo que no es tan fácil”, dijo la formadora a este diario, antes de comenzar la clase 1 del año 1 de esta propuesta en el centro comunitario de barrio Colombo, que coordina Romina Mendoza.
Crespo dicta otros talleres en barrios de la ciudad, bajo la órbita de la Dirección municipal de Cultura y de Desarrollo Social municipal, área que dirige Lorena Gallego y que también auspicia el curso en Pequeños Gigantes.
La concurrencia la primera clase al centro de Colombo fue buena, aunque Crespo sabe pro su experiencia que uno de los mayores desafíos es lograr que las talleristas no abandonen la cursada. Para ello, no plantea grandes exigencias de materiales de trabajo y también permite el mate en clase, de modo que la charla pueda también ser un condimento que amenice la realización de la tarea.
Sólo pide papel para los moldes, de diario, no papel manteca, más un cuaderno, una lapicera y un centímetro. “Y veremos cómo podemos conseguir las telas, quizá alguien tenga a bien hacernos una donación, para que las alumnas puedan ir practicando”, solicitó Julia.
Para participar de este taller, no se requiere experiencia previa.
La cátedra incluye manejo de máquina. En Pequeños Gigantes hay dos, de tipo rectas familiares, “que son suficientes para desarrollar las prácticas”.
PARCHES CONTRA
LA MACRISIS
Un taller que tiene mucha utilidad, sobre todo en tiempos de crisis.
-Y mucha salida laboral también. En todo barrio hay alguien que cose y que trabaja de eso. Arreglos, cambios de cierre o incluso diseñar una ropa, de todo eso se trata. Es un oficio muy viejo y muy lindo a la vez, yo toda la vida me he dedicado a esto. Y la importancia de saber coser crece en épocas de crisis. La gente ahorra arreglando su ropa. Un pantalón te queda chico y lo acomodás… Te hacés tus moldes y te achicás una camisa, por ejemplo, la descosés toda y te la confeccionás a tu medida, a través de los moldes, un método que es mucho mejor que achicarla.
Las clases son los lunes, de 14 a 16 horas, con entrada libre y gratuita
El curso continuará hasta fin de año. Como actividad de cierre, la educadora proyecta realizar alguna muestra pública, para mostrar el trabajo desarrollado a lo largo del año.
Julia Crespo nació en Urdampilleta, donde aprendió desde muy joven los rudimentos del diseño, la confección y el arreglo de ropa. Luego emigró a Buenos Aires, para formarse como diseñadora de indumentaria en una facultad porteña. “Saber coser, tener noción de lo que es una máquina, de cortar y de confeccionar me ayudó mucho. Yo ya sabía el ‘trazo grueso’ de todo eso, pero lo estudié a fondo, porque además de crecer en conocimiento quería tener el título”, contó en entrevista con este diario la propia Crespo, que hace algunas semanas fue noticia periodística en la sección policiales ya que su automóvil ardió en plena vía pública.
Hace dos años Julia Crespo regresó a la ciudad cabecera del Partido, donde tiene su propio taller de diseño y confección de ropa con máquinas industriales, en el barrio Los Zorzales (a media cuadra de la sala de atención primaria de la salud), en el que también realiza algunos trabajos de reparación de prendas. “Viene mucha gente, del barrio y de otras zonas de la ciudad, porque mi labor ha ido transmitiéndose de boca en boca”, puso de relieve finalmente la costurera y diseñadora.
Chino Castro
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