Varias veces estuvo a punto de quebrarse Fernando Alzueta en su despedida de la Sociedad Rural. El dice que no es un adiós, sino un “hasta luego”; pero marcó una era, como lo hicieron Rubén Barrio y Juan Carlos Cisneros a su tiempo
14 años atrás, Alzueta, líder del movimiento de Autoconvocados que vio la luz por la pelea contra el gobierno de Cristina Fernández por la Resolución 125, empujaba el carro que depositó en el sillón de la Rural a Luis Leonetti. Dos años después tomó la manija como presidente y ya no la soltó.
Hubo un breve lapso de un período en el que la presidencia le correspondió a Pedro Vigneau; pero fue su vicepresidente Fernando “Pichu” Criado quien ocupó ese sitial. Con Alzueta muy cerca, claro.
Después volvió Fernando, hasta anoche, cuando delante de algunos de los que lo vieron llegar al poder se despidió con lágrimas en los ojos, momentos en los que le costó hablar y agradecimientos varios, hacia su familia sobre todas las cosas.
Dirán que no se puede comparar a Alzueta con Barrio o Cisneros, es como comparar a Pelé, Maradona y Messi, cada uno a su tiempo gobernaron y no tuvieron oposición.
Alzueta suele decir que “nunca me van a perdonar haber llegado a este lugar siendo el hijo de un chacarero”. Es probable; pero demostró que el hijo de un chacarero también puede gobernar la Rural. Tuvo muchos enfrentamientos, adentro y afuera. De a poco se ha ido ocupando de cerrar heridas y viejas rencillas, para retirarse en paz.
Hoy su prioridad son su señora y su hijo, a la Rural entiende que le dio buena parte de sus mejores años. Quedará en la historia por el tiempo que gobernó y por lo que hizo en la institución.
Angel Pesce.
