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Falleció ayer Julio Mendiberry, lo llora el radicalismo local

Necrológica.

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Hablar de Julio Mendiberry es hablar de varios Julios, porque tuvo varias actividades en estos 76 años de vida que desarrolló entre su Urdampilleta natal, Bolívar y La Plata. El primer recuerdo que tengo en mente es su negocio de baterías, en calle Alberti, frente a la plaza Jorge Newbery. Después supe más de su historia personal, y más todavía de su historia política, esa que nació en su querida Torrecita, siguiendo desde muy chico a Rodolfo Subiat y a otros caudillos del radicalismo de la localidad.

No es un dato menor que haya sido compañero de estudios de Alfredo Carretero, con quien terminó el bachillerato en el IESU. Fue el ex intendente quien lo convocó a la Dirección de Industria del municipio cuando llegó a la comuna en 1983.

Pese a ser radical de cuna, Julio no se había afiliado a la UCR, y fue la gente del MAI, Alberto Iroz y Armando Miguel quienes le hicieron completar la ficha allá por 1985, tiempo en que Carretero perdía la interna partidaria aún siendo intendente.

Finalizado el gobierno de Alfredo Carretero, Julio se alejó de la gestión y no estuvo dentro de los hombres y mujeres que acompañaron a Julio César Ruiz entre 1987 y 1991. Y con la salida del radicalismo del gobierno, continuó con su actividad privada.

En 1994 fue uno de los que proponía a Juan Carlos Simón como constituyente para la reforma Constitucional. “Carlitos Díaz me decía que estaba loco”, recordó años después. Pero no sólo eso, fue uno de los que estaba convencido de que el Flaco llegaría a la Municipalidad. “Le tenía más fe yo que él mismo, recuerdo en la cocina de su casa, debajo de la luz, me dijo ´no voy a llegar nunca, tengo muy pocos votos con el MAI´, y yo le dije que le aportaba los míos, los del Ateneo 26 de junio –que fundó por aquellos años-“.

La historia es conocida por muchos pero escrita por pocos. La relación Simón – Mendiberry se rompió a poco de asumir Juan Carlos a la Municipalidad, y en paralelo comenzaron problemas de salud para Julio que lo llevaron a tener varias intervenciones cardíacas.

Ya sin las baterías, un familiar suyo, Julio Bartolomé, le tendió una mano y lo hizo chofer de la distribuidora de diarios que recorría la zona con diferentes matutinos que llegaban vía 9 de Julio desde la capital federal. Eran sus compañeros de trabajo, y también de militancia en el radicalismo en algún momento, Alfonso Pinto, también fallecido, y Pepe Canepare.

Tuve la suerte de escuchar en primera persona esos relatos de sus vaivenes con la política, de sus diferencias con Simón, viajábamos casi a diario hasta Diareaux ida y vuelta, él llevaba los diarios y a mí me tocaba recolectar información para la sección regional de este matutino. Fueron más de dos años de charlas, anécdotas, mates, risas.

Pero el destino le tenía preparado algo mejor. Un amigo de La Plata lo convocó para que administrara un restaurante en una famosa esquina platense, y hacia allí se fue. Por ese entonces también trabajó con el senador Balbino Zubiri, de Azul, en la Legislatura bonaerense.

Allá por 2012, hace una década ya, nos sentamos una tarde, mate y cámara mediante, para que contara su historia política. Claro que todavía quedaba tiempo por contar de las cosas que vendrían más acá en el almanaque.

Hace algunos años prefirió volver a Bolívar, eligió la tranquilidad de estos pagos y la cercanía con su hijo Martín y sus nietas. Nunca dejó de interesarse por la política; pero volvió con el peronismo en el municipio, y desde el comité poco se podía hacer. De todas formas se acercó a colaborar y se transformó en un hombre de escucha para los más jóvenes, que no son muchos, es cierto; pero que lo escucharon con atención y que varios aprendieron de sus anécdotas, andanzas y derroteros.

El último tiempo se había recostado hacia el sector de Juan Carlos Morán, lo acompañó durante la campaña de 2019 y siguió. En 2021 integró la lista que acompañó a Daniel Salazar a la presidencia del comité y actualmente era vocal de la Comisión Directiva.

La salud se le fue deteriorando poco a poco, tuvo una internación con operación en Junín a poco de las primarias del año pasado; pero no bien se repuso quiso estar en la calle acompañando la campaña de Luciano Carballo Laveglia, desoyendo muchas veces a su hijo Martín que trataba de que se cuidara un poco más. Lo vi por última vez en el Café de la Ciudad, estaba con Martín. Siempre atento, siempre con chispa, pese a todo nunca perdió su buen humor.

Se fue Julio, Julito, el viejo, como le decían cariñosamente los radicales más jóvenes. Es que a falta ya de los Alabart y los Landoni, la generación de Mendiberry pasó a ser la mayor, y como tal se sentaban a escucharlo con atención los interesados en aprender las cosas del pasado.

Se apagó la luz de un tipo que mereció mejor suerte en la política. En la vida cosechó una familia, un hijo, nietas, muchos amigos y otros tantos correligionarios que hoy lloran su partida. QEPD.

Ángel Pesce.

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