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viernes, 19 de abril de 2024
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Ese dulce señor

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“Lo que no es jamás ha existido, y lo que es jamás ha carecido de existencia. Quienes buscan la verdad descubren estos dos principios.”
Dichos de Krishna a Arjuna en el Bhagavad Gita, texto básico de la filosofía oriental.

Sus canciones respiran calma, paz y sabiduría, tal como era él. George Harrison siempre fue el más sereno y equilibrado de los Beatles y lo siguió demostrando a lo largo de toda su vida. Durante ésa época de oro estuvo algo relegado, el tremendo magnetismo de Lennon y McCartney lo mantuvieron escondido durante algún tiempo, debió luchar para imponer sus temas en el grupo, pero al fin muchos de ellos se grabaron, aunque no los suficientes. (Harrison escribió dieciocho canciones con los Beatles, encabezadas por joyitas como ‘Something’ y ‘Here Comes The Sun’).
Hasta el fin de su vida se empapó con el misticismo de la religión y la filosofía oriental, ese que lo llevó a su ya conocida introspección y a su celo por cuidar su vida privada. Hoy lo recordaremos en los dos extremos de su carrera solista, con disco debut y con el último que nos legó.

Todas las cosas deben suceder
La separación de los Beatles le permitirá a Harrison publicar una buena cantidad de canciones que tenía compuestas. En 1970 edita una caja de tres discos titulada “All Things Must Pass”, que se transformaría en su disco más importante, artística y comercialmente. Veintitrés canciones en su mayoría compuestas por Harrison, quién está acompañado por Eric Clapton y los integrantes de Derek & The Dominoes, grupo de Clapton en esa época; Ringo Starr; el tecladista Billy Preston (sesionista de los Beatles); un joven baterista de diecinueve años que tiempo después será conocido en Genesis: Phil Collins; Peter Frampton y otras figuras que componen la ficha técnica de “All Things Must Pass”.
Producido por Phil Spector, el disco contiene gemas tales como ‘All Things Must Pass’, ‘Isn’t It a Pitty’ y ‘Let It Down’ que no habían sido aprobadas por Lennon y McCartney y vieron la luz finalmente en su debut solista. Dos canciones reflejan el acercamiento entre Harrison y Bob Dylan; el ex-beatle versiona ‘If Not For You’, de Dylan y entre los dos componen
‘I’d Have You Anytime’.
La frutilla del postre era ‘My Sweet Lord’, una canción en tono devocional hacia Dios, invocándolo desde el ‘Aleluya’, ‘Hari Rama’ y ‘Vishnú’. Con la estructura clásica del gospel de llamamiento y respuesta, George cantaba: “Mi dulce Señor, realmente quiero verte / de verdad quiero estar contigo, Señor / que no falte mucho tiempo… / Mi dulce Señor, de verdad quiero conocerte / de verdad quiero mostrarte, Señor / que no falte mucho tiempo…”.
Inspirada en un gospel de los Edwin Hawkins Singers, ‘My Sweet Lord’ le trajo muchas satisfacciones a Harrison, fue su primer hit, pero también muchos dolores de cabeza. Los herederos de Ronnie Mack, quién había compuesto en 1963 un tema para The Chiffons llamado ‘He’s So Fine’, y la editora de la canción, Bright Tunes, le entablaron juicio por plagio. Harrison perdió dicho juicio por plagio inconsciente y debió pagar 600 mil dólares. En 1976 publicaría ‘This Song’ en uno de sus discos. La canción relataba en tono satírico el episodio del juicio y decía cosas como: “Esta melodía no tiene nada de (Bright) brillante / esta melodía no es ni buena ni mala, y pase lo que pase / mi experto dice que está bien…”
En el año 2000 Harrison reeditó “All Things Must Pass” e incluyó una nueva versión de ‘My Sweet Lord’. Como ya lo hiciera McCartney con uno de sus temas, Harrison le quitó los arreglos de Phil Spector (su famosa pared de sonido) conservando una base instrumental básica y los coros ya característicos brindándole a su canción un tono de mayor intimidad.

Con el cerebro lavado
En 1987 Harrison convocó a Jeff Lynne, el líder de la Electric Light Orchestra para que le produjera “Cloud Nine”. A partir de ese momento se generaría una amistad que perduró hasta la muerte del beatle. En 1988 los dos integrarían The Traveling Wilburys junto a Bob Dylan, Tom Petty y Roy Orbison. Co-producido entre Harrison y Lynne los Traveling Wilburys fue una travesura romántica en la cual sus integrantes, con nombres falsos, se divertían y recreaban el rock & roll y el folk de los 50 y los 60. Roy Orbison fallecería seis meses después de editado el primer volumen. La parte dos del proyecto aparecería dos años después con los Wilburys devenidos a cuarteto.
En los 90 Harrison se dedicó fundamentalmente a reflotar a los Beatles con “Live at the BBC” y el monumental proyecto de “Anthology”, aunque tuvo tiempo de sacar un disco en vivo, “Live in Japan” (1992) y de reeditar su “All Things Must Pass”.
En 1998 George Harrison comenzó a luchar contra un cáncer que lo derrotaría a fines de noviembre del 2001. En sus años de enfermedad Harrison compuso canciones que hablan de la vida, la muerte (en 1999 intentaron asesinarlo acuchillándolo), de los amigos, de la naturaleza (Harrison pasó mucho tiempo en el inmenso jardín de su mansión), de la búsqueda de Dios, de cómo la tecnología, la prensa, maestros, políticos y militares te pueden lavar el cerebro; o de cómo encontrar la paz mental que buscamos todos.
Estas canciones quedaron bosquejadas y pre-grabadas por el propio Harrison con instrucciones para que su hijo Dhani y Jeff Lynne les dieran el último toque instrumental y las publicaran. Así nació “Brainwashed” (2002), su álbum póstumo, que se terminó en un período de seis meses en la casa-estudio que Lynne tiene en California. “Llevaba dos o tres años comentando a George que deberíamos terminar las canciones – contó el músico y productor – Él quería que yo las terminara y deseaba un toque bien austero para sus canciones. Pero los temas merecían algo más, porque son maravillosos. Pensé que si dejaba las canciones toscas como a él le habría gustado, no funcionarían. Quería que fuesen lo mejor posible, y creo que dimos en el justo medio. De modo, que lo siento George, las hice un poquito más sofisticadas de lo que querías, pero pensé que era una forma de hacerles justicia.”
“Brainwashed” refleja el paso de un hombre que tuvo una vida plena. En su juventud tocó el cielo con las manos, la fama, la histeria, el poder y la gloria fueron el común denominador de esos años. La segunda etapa de su vida la pasó en su jardín, disfrutando de la naturaleza, componiendo música y buscando a Dios y a sí mismo a través de textos sagrados hindúes. No en vano en la última canción del disco incluye un pasaje de ‘Cómo conocer a Dios (The Yoga Aphorisms of Patanjali)’.
George Harrison murió a los 58 años en la casa de un amigo en Los Ángeles. Nos dejó sus vivencias a través de sus canciones, están siempre ahí, esperándonos para darnos paz o para iluminarnos a través su belleza y búsqueda de la sabiduría.

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