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martes, 14 de mayo de 2024
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“Es muy fuerte ver la cantidad de chicos que se saben nuestros temas”

Marcelo Moura, de Virus, antes del show en Me Encanta.

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El cantante dijo que es “un orgullo” la “cantidad de chicos” que escuchan a Virus, un ícono típicamente ochentas que hoy trabaja por todo el país con renovada intensidad joven al tiempo que empieza a prepararse para la despedida. “Morimos por tocar, es el amor de nuestras vidas”, enfatizó Marcelo Moura, uno de los fundadores de la que quizá sea la banda más delicada de nuestro rock y a la par la más resiliente.

En la carpa correspondiente, Moura atendió al periodismo local, un auténtico enjambre de cámaras, teléfonos celulares e incluso algún grabador, un momento antes de salir con Virus a cerrar la segunda luna del Me Encanta 2023, el viernes pasado en el parque, ante diez mil personas.

Estuvieron en Bolívar en 1985 (en Empleados), con Federico, y en 2011 (en La Vizcaína). Ahora regresan, para su primera vez en el Me Encanta. ¿Cómo estás palpitando este show?

-Bien. Siempre tocar es una felicidad. Hoy (el viernes) llegamos temprano a la mañana, almorzamos y vi que duermen la siesta, porque no andaba nadie. Pero nada, nos han tratado bárbaro, el festival técnicamente está muy bien, y nosotros morimos por tocar, es el amor de nuestras vidas. Recién cuando veníamos en la combi espié un poco y vi una cantidad de gente tremenda, así que nada, felicidad.

¿Cómo viste a la ciudad?

-¡Durmiendo! Durmiendo la siesta. No tuve mucho tiempo de recorrer, estamos tocando muchísimo, y además en la semana ensayamos mucho para el Luna Park del 31 de marzo.

¿Será el último?

-No, no. En un momento se le puso ‘Gira despedida’ porque es la última que vamos a hacer, por una cuestión cronológica, pero puede durar no sé, cuatro, cinco años, no sabemos. El Luna Park es el principio de esa gira. Ya venimos desde septiembre todos los fines de semana tocando en un lugar distinto, y es un placer, pero también por eso mismo en la semana ensayamos mucho. Somos gente grande y como disfrutamos tanto lo que hacemos nos cuidamos mucho… Pensá que ayer salimos a las cinco de la mañana, llegamos a la una acá, así que almorzamos y nos fuimos a descansar. A las tres, cuatro, vinimos a probar sonido, así que no, no hicimos recorrida.

¿Cómo eligen qué tocar de un repertorio tan tan vasto, tan rico?

-Justamente ese es un tema (sonríe), porque ahora estamos armando la lista del Luna Park, que serán como dos horas de canciones, y tenemos un problema bárbaro que es que no sabemos qué tema sacar. No discutimos, pero cada uno tiene un concepto y dice ‘este no puede no estar, y este tampoco, y este tampoco’. Pero al mismo tiempo, a mí particularmente nunca me gustó excederme en los tiempos; ni excederme ni quedarme corto, me parece que el show, como una película, tiene un timing, yo cuando voy a ver artistas que disfrutan pero tocan tres, tres horas y media, yo me voy.

Al tocar en un festival, en el que una mayoría vienen a verlos a ustedes pero también hay gente que concurre a disfrutar del evento en general, ¿se piensa diferente ese repertorio?

-No, no. Lo que sí puede suceder en un evento así, en el que son todos artistas locales y el único grupo no local es Virus… Por ejemplo en un festival tipo el Quilmes o el Cosquín Rock, con artistas de un mismo nivel de popularidad, sí se mezclan los públicos, y a mí particularmente se me hace… Lo sentís, vos hacés un Luna Park o un teatro y te va a ver la gente que ama tu música, en cambio en un festival hay un montón que están esperando al siguiente y que termines.

Moura luce físicamente fresco y dinámico, encuadrado en su aquí y ahora, cool en la dosis mínima indispensable para un guerrero del pop; lleva con prestancia en su cuerpo menudo, con un picor de duende, sus sesenta y tres recién cumplidos, lejos de esa clásica afectación, ese modo quebradizo pixelado de glamour, que en tantos/as de sus colegas dejó el haberse sumergido en las inciertas profundidades de los deliciosamente peligrosos años ochenta en Baires. Quizá por haber secundado a su hermano Federico, la ‘antena’ de Virus, pudo mantenerse a salvo de ciertos ‘fuegos’, o será simplemente que no fue lo suyo militar la ‘rotura’, y menos a esta altura.

Y qué decir de esos ojos tan peculiares de los hermanos Moura, siempre abiertos como platos, intensos, que te miran fijos y a la vez parecen totalmente distantes y fríos, conectados a otra parte a través de alguna extraña fuente energética.

¿Qué opinás de los adolescentes que vuelven a escuchar la música que escuchábamos nosotros?

-Bueno, para nosotros no sólo es un orgullo, sino que nos sucede todo el tiempo. Como les decía, estamos tocando muchísimo, todos los fines de semana en una provincia distinta, y es muy fuerte ver la cantidad de chicos, de doce años para arriba, que se saben los temas, y es divino, qué sé yo. En general todos me dicen ‘yo heredé de mis padres el amor por la música de ustedes’, y yo les digo bueno, mejor que hubieran heredado un campo (risas)…

“Somos gente positiva, no optimista”

En 2023 se cumplirán treinta y cinco años del adiós de Federico. Me resulta inevitable preguntarte cómo lo recordás y si considerás que ocupa en la historia y en la consideración de los nuevos públicos el lugar que por su talento y su obra merece.

-A ver, yo no creo que tenga una visión objetiva, yo soy el hermano, y además de conocer al Federico que conocen ustedes conozco al Federico persona, en mi casa, entonces mi visión es absolutamente subjetiva. Yo lo recuerdo con muchísimo amor, lo siento permanentemente presente, pero bueno, como te digo, qué sé yo, nosotros también tenemos un hermano asesinado por la dictadura (Jorge Moura, desaparecido), la vida nos ha dado cosas muy lindas y cosas muy tristes, y todas forman parte de nuestro carácter arriba del escenario, porque a esas cosas siempre las hemos transformado no digo en amor, porque suena muy blando (piensa unos segundos, se detiene). Básicamente somos gente muy positiva. Ni siquiera optimista.

(Quizá esté cansado de que en los reportajes, casi sin excepción, le pregunten por su hermano, o acaso le guste, le haga bien. No llegué a preguntárselo.)

“No creo que mis hijos vean un país ‘normal’”

Aquí, a colación de lo anterior, Moura cuenta que escuchó a Ricardo Darín en un reportaje decir que, con respecto al futuro, no era optimista. “Me asombró, y como soy amigo de Darín le pregunté por qué había dicho eso. Me dice ‘porque yo no soy optimista, yo no voy a ver un país bien nunca. Pero sí soy positivo’. Y yo comparto. En el ’75 empezamos a hacer nuestras primeras cosas, y de ahí para acá, este país, sin distinción de banderías, es… Yo creo que no hay político que conozca el país como lo conocemos nosotros y que sepa lo hermosa que es la gente del interior, de las ciudades, de los pueblos, lo amable y qué sé yo.

Tal vez la diferencia sea que el optimista espera, como si las cosas fueran a arreglarse o a suceder mágicamente, y el positivo hace.

-Bueno, esa es la diferencia, sí. Yo no creo que ni mis hijos vean un país ‘normal’, ahora yo mientras viva voy a ser positivo y dar todo de mí, aunque sea muy poco. Si todos diéramos un poquitito… Cuando uno tiene la visión de cambiar el mundo, se da la cabeza contra la pared, pero cuando tomás conciencia de que cada uno puede aportar un poco, generás cosas, qué sé yo; es un terreno difícil.

¿Encontrás diferencias en el armado de los shows en el interior con respecto a las ciudades grandes, hay enfoques distintos? Hablo de lo técnico pero también de lo espiritual.

-Antes había muchísima diferencia técnica, hasta la tensión era distinta. Hoy se montan escenarios de primer nivel en cualquier lado. Y respecto de las grandes ciudades comparadas con las que son más rurales, la diferencia es que siempre las grandes tienen un conurbano que es muy ‘heavy’, pero bueno, a nosotros no nos viene a ver esa gente, no lo digo ni mal ni bien, es lo que nos sucede.

Chino Castro

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