Al frente de su cuarteto, el eximio bajista oriental Daniel Maza ofreció el sábado un cautivante concierto en la sala El Taller, de Artecon, ante un excelente marco de público que halló al virtuoso instrumentista que fue a escuchar, pero también se encontró con un artista cálido, que condimentó el concierto con certeras, breves, humildes y emotivas pinceladas referidas a su infancia y educación sentimental y artística, auténticas viñetas de una vida dedicada al arte sin estridencias ni veleidades, como un cabal uruguayo.

La formación interpretó algunos boleros clásicos, como Amnesia y Cuándo cuándo; Dedos, de Rada para Tótem, legendaria formación uruguaya de los setenta, y algunas canciones propias, tal el caso de un candombe dedicado por Maza a su ídolo Jaco Pastorius. Además de los estilos citados, el combo abreva en la bossa, el rock y alguito de jazz, todo cruzado por un buen gusto que demuele fronteras. La formación se completa con Fabián ‘Sapo’ Miodownick, en batería; Leandro ‘Pitu’ Marquesano, en teclados, y Ramiro Cubilla, en guitarra, virtuosos que ponen su sapiencia y buen gusto al servicio de la canción.

La banda abordó un repertorio mitad instrumental y mitad cantado, con la voz del propio Daniel Maza. En el segmento de los bises, el líder, que tocó un bajo de seis cuerdas, como buen eximio, se despachó en solitario con tres canciones en las que deslumbró como instrumentista, para algarabía en particular de los muchos músicos/as que fueron a verlo.

 Un zarpado, dicen los pibes. En este pasaje tendió puentes con Seminare, de Serú, para que el público floreciera en coros y emoción. Antes, en la apertura de la noche, con su menú de música de raíz negra, básicamente blues y jazz, el cuarteto Mamba Negra dio la talla con gran prestancia, dejando la vara alta para un Maza acostumbrado a deslumbrar.

Organizó Cable a Tierra Producciones, el sonido, impecable, estuvo a cargo de MB con operatoria de Sergio Ramírez, y la iluminación en dedos de Damián López.