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El sobrino de una de las víctimas vino a cerrar una herida

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Después de 61 años Daniel Leo acompañado por su esposa Patricia decidió volver al lugar del trágico accidente, lugar en el que perdió la vida su tío/padrino Edmundo Leo. Volver al sitio que recuerda el lugar del accidente y depositar un ramillete de flores era algo que aún tenía pendiente y el viernes lo logró.

Edmundo Leo, de 31 años de edad,  es una de las 60 víctimas fatales del accidente del 8 de Diciembre de 1957, cuando el DC 4 de Aerolíneas Argentina se estrelló  en un campo de este partido. La nave partió desde Buenos Aires y el destino del vuelo era Bariloche. Leo era uno de los mecánicos de la aeronave.

Leo estuvo en esta ciudad el pasado fin de semana, es comandante de Aerolíneas y desde el año 1989 vive junto a su esposa y sus dos hijas en Georgia, pero no olvida su país y tampoco el trágico momento en el que perdió a su tío, por eso después de 61 años decidió volver al lugar.

Al momento del accidente Daniel tenía ocho años y recuerda que “fue muy traumático lo que vivió en ese momento, yo no entendía lo que pasaba, el que sí entendía era mi padre, el entendía las razones por las cuales se dio ese accidente. Siempre me llamó la atención y por alguna razón nunca en los años que viví en la Argentina se me ocurrió venir hasta acá, no se porqué se me despertó ahora venir, será porqué estoy retirado y cuando estás retirado tenes más tiempo, entonces también tenes más tiempo para volver hacia atrás y volver en tu historia y volver a pensar y eso es lo que hizo que ordenándose un montón de voluntades para que esto ocurriera estoy hoy acá, pero más que todo mi inquietud era volver al lugar. Nosotros después que produjo el accidente, al año siguiente Aerolineas Argentinas puso un avión DC 3, un avión bimotor con pasajeros y vinimos los familiares de los tripulantes, fuimos hasta la estancia y unas ofrendas florales al lugar en donde estuve ahora. El lugar está cercado, el propietario de la estancia lo cercó inmediatamente al lugar para que no lo pisaran los animales y le puso una cruz, es un lugar que yo no recordaba, entonces ayer (viernes) cuando estuve en el lugar recordé todo lo que viví en aquel momento, en el año 1958.

El piloto continuó el relato diciendo que “el lugar en cierta manera es un poco sagrado para la familia, por el hecho en sí mismo.  Fue muy emotivo lo que sucedió, porque me dieron una carpeta con un montón de copias de los diarios del momento de la época, algunas fotos son muy fuertes porque se ven los cuerpos y se ve realmente la magnitud del desastre. Yo lo que recuerdo de esa época es que cuando vinimos el lugar en donde estaba la cruz era mucho más amplio, me dijeron que esa zona con el tiempo se inundó y de alguna manera lo redujeron a algún lugar muy pequeño y yo recuerdo que en donde había hecho impacto el avión era un rectángulo geométrico más grande, no recordaba las placas y al verlas se me vino a la memoria el momento en que las pusimos. El lugar es más pequeño, pero el sentimiento es mucho más grande. Para mi tiene un simbolismo muy particular, yo ya terminé mi carrera profesional de piloto que la hice en la Argentina y después me fui al exterior a volar, comencé mi carrera en la Escuela de Aviación Militar en Córdoba, me recibí de oficial y volé en la Fuerza Aérea por diez años, estuve un año volando en la Antártida y cuando regresé decidí que mi prospecto de carrera era mejor afuera de la Fuerza Aérea y ingresé en Aerolíneas y en donde volé por diez años y después decidí que quería otros tipos de cambios para nuestra vida, para mi familia; a esta altura ya estaba casado y con hijos y decidí emigrar. Estamos hablando de un época muy convulsionada de la Argentina, en la que había mucha inflación y era muy difícil prever la vida y me pareció que podía tener más certezas moviéndome a otro país en el cual ingresé a una empresa muy grande y volví a hacer mi carrera de nuevo, desde abajo, hasta que me retiré hace cinco años.

Ahora hago un trabajo voluntario con un organismo que es dependiente de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, un trabajo que es pro bono. Yo vuelo y hago búsqueda de rescate, búsqueda de  aviones que se caen, de personas que se pierden, de inundaciones, hacemos fotografías para las empresas que determinan que tipo de logística hay que brindarle a los necesitados, hacemos fotos de los lugares en donde hay volcanes y las empresas  y los organismos oficiales quieren saber de qué manera se les puede brindar ayuda y ellos con esas fotografías hacen un mosaico de la zona de desastre y buscan la manera de proveer la ayuda para los damnificados. Es un trabajo en el cual no recibo remuneración alguna pero me da mucha satisfacción porque es una forma de poder aplicar lo que uno sabe hacer para que otras personas se beneficien.

Por último Leo  agradeció a Santos Vega Ñieto  y a todas las personas que le brindaron su afecto y buena voluntad en la visita y la comprensión de la parte emotiva que esto significa. Les agradezco por ponerse en el lugar mío, de tratar de entender la conexión emotiva con lo que yo vengo a buscar acá, a reconectarme con algo que sucedió hace muchos años.  Uno se lleva un muy buen recuerdo de todo lo que sucedió, de Bolívar me llevo más de lo que yo esperaba culminó.

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