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El secuestro de Rodolfo Clutterbuck, el empresario del que nunca se supo más

Lo raptó en 1988 la misma banda de policías que a Mauricio Macri. Pero entre pistas falsas, nunca se dio con el cuerpo del entonces director de Alpargatas.

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En la mañana del 16 de octubre de 1988, cuando las madres del país abrían sus regalos para festejar su día, el gerente de Alpargatas, Rodolfo Campbell Clutterbuck, dejó su casa del barrio de Belgrano R y aceleró su Peugeot 505 gris metalizado rumbo al Golf Club San Andrés. “Ralph”, como le decían al también director del Banco Francés, quería relajarse como lo hacía habitualmente jugando en esos 18 hoyos del predio de la localidad bonaerense de San Martín.

Sobre la calle Ituzaingó, a pocos metros del club, un Ford Falcon que iba de contramano lo interceptó. Llevaba una baliza roja sobre su techo, simulando ser de la Policía. Cuatro hombres armados con ametralladoras cortas lo arrastraron hacia el auto de la marca del óvalo y el empresario de anteojos gruesos, pese a que intentó pedir ayuda a los gritos, no pudo hacer nada.

Su hermano, Pedro, lo esperaba ya en el campo de golf listo para jugar. A las 9.53 debían pisar el prolijo césped verde. Pero Rodolfo nunca llegaría; ya nunca lo volvería a ver ni él ni nadie. Los últimos que sí lo vieron fueron unos niños que estaban jugando a la pelota en el lugar donde se lo llevaron.

Recién por la tarde, tras varias horas de incertidumbre, un llamado telefónico que atendió la esposa, Myriam Norris Clark, le advirtió que se trataba de un secuestro extorsivo, y la voz distorsionada del otro lado del tubo pedía que no avisen a la Policía. Pasaron pocas horas para que un segundo llamado pidiera medio millón de dólares. Las comunicaciones se multiplicaron, siempre cortas para evitar ser rastreadas. Cada día se pedía más dinero, hasta que hacia febrero de 1999 ya el teléfono no sonó más.

Las pistas

Más allá que un chofer de ambulancia dijo que vio a un Falcon de similares características a toda velocidad por la ruta 6, en Cañuelas, lo cierto es que no había muchas pistas concretas: sólo los llamados. Los secuestradores hacían pedidos extraños, siempre poniendo a prueba a la familia. Les planteaban una especie de sistema de postas, en donde los pagadores tenían que ir a lugares específicos, hacer movimientos concretos, ir descubriendo pistas que le abrían una nueva consigna.

Hicieron de todo, pero la filtración de los diálogos que mantenía la familia con los secuestradores en la revista Gente terminó haciendo estallar el caso. Mientras los responsables de la editorial fueron arrestados y el debate sobre la libertad de prensa se puso en juego, los llamados se cortaron y eso generó dolor e incertidumbre en los Clutterbuck. Recién retomaron el contacto a principios de 1999, con un pedido mayor de dinero, pero sin una prueba de vida.

El tiempo fue pasando y la oferta de recompensa para los que aportaran datos concretos generó más una sobreoferta de videntes y personas que decían conocer la verdad. Paralelamente, arrancaron una serie de excavaciones para encontrar huesos quefueron desde un baldío en Ezpeleta, pasando por el Delta de Tigre o un cuerpo encontrado en la ruta 2 a la altura de Coronel Vidal, hasta llegar a tumbas NN en Paraná. A los anónimos también se sumaron dichos de presos, que aseguraban saber dónde estaba el cuerpo. Todas falsas alarmas que se sucedieron desde 1991 hasta 1997.

El vínculo con Macri

Un dato que no pasó desapercibido fue el secuestro del entonces empresario Mauricio Macri en 1991. Aunque el caso de quien fuera tiempo después presidente de los argentinos terminó con su liberación doce días después, y tras un pago millonario, los vínculos de la banda que cayó por el hecho con el caso Clutterbuck fueron concretos. 

Se trataba de un grupo de comisarios y policías que habían actuado durante la dictadura y que hacían “negocios” en democracia capturando a empresarios por los que pedían plata para liberarlos. Eran Miguel Ángel “Jopo” Ramírez, Juan Carlos Bayarri, José Amhed, Raúl González, Héctor Ferrer, Ramón Avalos y Carlos Benito.

Los secuestradores, implicados en la desaparición de otros empresarios entre 1978 y 1991 (Karina Werthein, Roberto Apstein, Julio Dudoc, Sergio Meller), habían trabajado en una agencia de seguridad y una máquina de escribir Olivetti que estaba allí se usó para escribir los mensajes extorsivos a la familia Clutterbuck. Junto a otras pistas, que incluyeron escuchas dentro de las cárceles, cerraron el círculo y los llevaron a una condena.

Con penas diferentes y varios procesos en contra, los condenados pasaron años tras las rejas y fueron saliendo.  En febrero de 2020, la Cámara Federal porteña confirmó la condena a 15 años de prisión de “Jopo” Ramírez, hoy de 78 años, por el secuestro de Clutterbuck, unificada en 25 años por la otra condena que recibió por el caso de Macri, aunque está libre desde 2006 a la espera de una confirmación de la Corte Suprema de Justicia.

Mientras que algunos de los integrantes de la denominada la “banda de los comisarios” ya están muertos y otros lograron una rebaja de su condena y quedaron libres, nadie se quebró, y el cuerpo de Clutterbuck nunca apareció. (DIB) FD

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