Escribe: Lic. Adriana Macchia
El poder planetario es hoy un reflejo de la concentración de las corporaciones trasnacionales cuya hegemonía es de-predatoria, avanza concentrando riqueza y desequilibrando o suprimiendo sistemas que sustentan la vida en sentido social, ecológico, institucional, político y psicológico.
El poder concentrado actual le declara la guerra al derecho a la subjetividad; produce la tragedia de convertir la democracia en un sistema totalitario, para lo cual avanza sobre los estados administrando terror. No se trata del terror con uso de armas convencionales sino que la violencia impera desde el estado, va imponiendo la obediencia en una sociedad donde se rompe el contrato social y se disipa la división de poderes, los jueces y el sistema judicial – con fachada republicana- va encarcelando o deglutiendo a la oposición para imponer un estado policial en lugar de un estado protector.
El totalitarismo y el neoliberalismo son en un sentido sistemas paranoicos, que eliminan la individualidad, el conflicto y la diversidad–propios de la política-en favor de la especie, cuya premisa es lograr que se acepte su “condición natural e inevitable”, es decir someternos mansamente, a la “ley natural”, un totalitarismo cuya implementación y fabricación de por resultado una “Nueva Humanidad”
Este poder que es económico, político, mediático y militar se adueña de múltiples aspectos de la vida social, llega a ocupar gobiernos por un proceso electoral y otras por golpes de estado con fachada institucional.
Si hacemos una génesis de este presente vemos que el imperialismo con la versión expansiva en el Neoliberalismo, nació cuando la clase dominante de la producción capitalista se opuso a toda limitación nacional de dicha expansión, así el Neoliberalismo acrecentó esta hegemonía planetaria con la férrea oposición a cualquier tipo de control político.
Esta economía ficticia, financiera tiene el “diseño” de cuál es el perfil político que deben tener las naciones para que se imponga este neocolonialismo, para ello se sirven del poder mediático concentrado colonizando la subjetividad y atentando contra la libertad de elección y pensamiento crítico, así el “virrey neoliberal” puede responder al estado- céntrico externo, para el que “Todo es posible”.
Es tiempo de plantearnos una nueva institucionalidad, más firme y más republicana con un estado más fuerte, que ponga límites a la pretensión ilimitada del poder, que permite que un sujeto se vuelva a colocar por encima del orden jurídico y someta a sus caprichos la información, los hechos y la economía de acuerdo a su conveniencia.
La pos-verdad es el nuevo diccionario que opera mediáticamente para que la subjetividad sea un sello de la “nueva democracia” neoliberal, que como dice Le Bon:
” Las masas nunca conocieron la sed de verdad. Piden ilusiones a las que no pueden renunciar. Así, la masa se mueve por el predominio de la fantasía y la ilusión- sustentada por el deseo incumplido-”