Domingo Faustino Sarmiento es una de las figuras más polifacéticas de la historia argentina.

Haciendo una recorrida por su prolífica existencia, aparece el escritor, el periodista, el político, el educador, el militante, el civilizador…

Cada una de sus facetas lo hace a Sarmiento acreedor de la admiración y el respeto de todas las generaciones.

Leopoldo Lugones ha dicho: "La naturaleza hizo grande a Sarmiento".

Desde los primeros tiempos de su vida, no hay espera entre el aprender y el crear, entre el crear y mejorar.

Tantas son sus realizaciones y tan rápido su afán de hacer, que es allí donde aparece Sarmiento contradictorio, no sólo con los demás sino consigo mismo. Pero aún en sus contradicciones fue fecundo. Jamás se opuso al progreso y esto fue lo que permitió la protección de sus obras.

Recorrió Europa y América para conocer, estudiar y aprender.

Para poner en práctica lo observado y lo aprendido se valió de dos auxiliares irremplazables: el maestro y el libro.

Fundó escuelas. Difundió y multiplicó la publicación de libros.

Para defender su obra habló y profetizó: " El libro no se hará esperar. La agricultura necesita de libros; la guerra necesita de libros; la cría de ganado necesita de libros y hasta la creencia religiosa, difundida hasta hoy por la tradición oral, necesita ya de libros. Enseñamos a leer, a leer bajo todas sus fases, con toda la posible preparación para leer con fruto".