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“El jazz es también una forma de vida, que te permite resolver situaciones”

Entrevista con Yamile Burich, que el sábado tocará.

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Por ese “aprouch de la libertad”, el jazz “te sirve para la cabeza, si querés ser maestro o médico”; es un estilo de vida ya que “te permite resolver situaciones”, afirma Yamile Burich, saxofonista que al frente de su cuarto tocará el sábado en la biblioteca Rivadavia. La también pianista y compositora ratifica en cada concierto su amor por el jazz, una música siempre “joven y espontánea”, que es “pura libertad”.

¿Qué repertorio van a tocar?

– Música de mi autoría, temas nuevos, y algunos que grabé en otros discos, como Bardo. Música propia, obviamente con muchas influencias de jazz, de latin jazz. Seguramente también incluiremos algunas canciones de Ornette Coleman.

“Con el tiempo, uno se va puliendo y va surgiendo su voz propia” ¿Cómo describirías tu nuevo material?

– Creo que contiene muchas influencias. Con el tiempo, uno se va puliendo y van saliendo cosas por medio de la composición, y va surgiendo su voz propia. Eso siento que está pasando. Cuando tocaba mucho con el grupo de percusión estaba más abocada al latin jazz, pero igualmente en la música que hago hay mucha influencia de ritmos latinos, también del tango y del folclore y obviamente de jazz, que es mi eje. Uno carga en la sangre lo que escuchó en la infancia, y de todo eso surge en la música que uno hace, obviamente junto a lo que estudió durante su carrera musical, aquello en lo que puso más atención o con lo que se sintió más identificado.

Una música que “se termina de armar con los músicos con los que toco”

Burtich sostiene que la música que interpreta “se termina de armar con los músicos con los que estoy tocando”. Y que cada canción propuesta queda configurada recién “cuando se toca”, con el aporte de cada integrante del cuarteto. “No está todo escrito: hay una melodía, un cifrado, una idea de ritmo, pero se realiza una improvisación colectiva, una composición de conjunto”.

Seguramente ya las ideas y canciones que planteás están pensadas en función del cuarteto, de que serán procesadas por los cuatro.

– Así es, y cada integrante del grupo pone su interpretación y su forma de ver esa música. Duke Ellington escribía directamente para los músicos con los que tocaba, según la característica de cada uno. Hay también una relación de amistad, de tocar muchos años juntos. Son músicos especiales para mí, porque forman parte de lo que hago, y yo compongo para ellos.

“Esa palabra que quiero decir, la digo con notas” ¿Cuán abierta estás a las ideas que propongan tus compañeros, en cuanto a material a abordar, arreglos, etc.?

– Estoy abierta, y creo que esa mirada del otro es parte de la música que suena. Somos un equipo, si bien yo estoy horas en el piano escribiendo la melodía y la armonía, cantándola. A mí me pasa también que compongo con palabras. Los tonos tienen que ver con oraciones a las que les pongo música. Esa palabra o frase que quiero decir, la digo con notas. No sé si todo el mundo compone así, pero es lo que me sucede. Trato de ponerles melodía a esas palabras que siento.

¿No dejás nunca la palabra, no has compuesto canciones con letra?

– Tengo algunas con letra. Pero la melodía para mí es muy fuerte, es una de las cosas más importantes para componer. Algo que se pueda recordar, que le transmita algo a quien escucha. La canción se termina de armar con el grupo, y cada vez que la tocamos suena diferente, eso tiene el jazz: cada solo es distinto cada noche, cada forma de tocar la melodía también, según el músico que la interprete…

Por esas condiciones te identificás con el jazz, si bien te gustan también otros estilos.

– Sí, por la libertad. El jazz tiene espontaneidad, no es algo estructurado en el sentido de que uno toca lo escrito, sino que es más libre y espontáneo. Es una forma de comunicación muy importante para mí.

Las cualidades que enumerás inherentes al jazz, tienen que ver con la juventud. Sin embargo, un difundido lugar común la señala como una música para gente grande, de otra época, más relacionada a lo estructurado que a lo libre.

 -Hace unos años se viralizó un video en el que aparezco tocando en una ventana y hay un nene muy chiquito bailando. El video dio la vuelta al mundo. Un historiador muy importante de la historia del género escribió que ojalá hubieran en el mundo más ventanas y más chicos bailando el jazz. El jazz se baila y es para todo el mundo. El video llegó a la tapa del diario La República, de Italia, acá salió en todos los canales. Yo sentí ahí algo que siempre supe: el jazz es algo joven, que sigue creciendo, que les gusta a los niños. Pero no sé por qué motivo se lo encasilló como que es algo aburrido, cuando en realidad es pura libertad.

“Un lenguaje tan genial que te permite crecer” En rigor, es más joven y libre que ciertos estilos de rock que se basan en lo repetitivo y en la carencia técnica, lo que siempre implica un corsé.

– El jazz tiene un lenguaje tan genial que te permite crecer, conocer tu instrumento, improvisar, poder tocar cualquier estilo de un modo diferente. Te sirve para la cabeza, si querés ser médico o maestro. Por ese aprouch de la libertad. Y encarar la vida así. Por eso digo que el jazz es también una forma de vida, que te posibilita resolver situaciones. Es un lenguaje, te vas a China o Arabia Saudita, no hablás su lengua pero tocás jazz y te comunicás, porque como te digo, es un lenguaje. Tocás con un iraní o alguien de Muaritania, y hablás el mismo idioma.

Como informamos, el concierto será a las 21.30, con entradas anticipadas a 700 pesos y a 900 en puerta.

Los niños primero, y los grandes también

Orgullosamente, Burich se declara “fanática” de María Elena Walsh, de “toda su obra. De su música, sus armonías y sus melodías”. Aprende sus canciones “cantándolas, a través de sus letras”. (De hecho, está buceando en su cofre de perlas, “escuchándola muchísimo” y “más allá de su música para niños”, porque prepara un disco con canciones suyas.)

“Lo mismo hago con los standards de jazz. Aprender la letra y lo que significa es muy importante para poder interpretarlos. Entonces siento que en mi música está bilita resolver situaciones. esa influencia”, describe. En el recital del sábado, el cuarteto que comanda la saxofonista y pianista versionará Sin señal de adiós, una canción litoraleña que es de las últimas que compuso María Elena.

“Lo suyo es una conjunción perfecta entre la música argentina, el folclore nuestro, con mucho jazz. Con esas armonías y melodías increíbles”, remarca la también creadora. “La gente no conoce sus temas que no son para niños”, lamenta.

Una especie de injusticia que se repara tocando esas canciones, dándoles difusión.

– Sí. Sandra Mihanovich creo que era amiga de ella, y cantó canciones suyas, como Sin señal de adiós. Ojalá la vida me alcance para interpretar toda esa música hermosa. Estos días, Yamile también está escuchando “mucho” a Charles Mingus.

Chino Castro

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