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El cóndor pasa, La historia de un clásico de la música latinoamericana

Escribe: Mario "Chiqui" Cuevas.

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Quién puede dudar que algunas canciones tienen vida propia y recorren un increíble camino de peripecias y vicisitudes. A través del tiempo cambian en su formato exterior pero su espíritu original e indómito las mantiene incólumes y más vivas que nunca. Puede suceder que su letra sufra modificaciones cuando cambia de manos, que su música se interprete a través de diferentes géneros, pero siempre están allí, con un brillo interior que las distingue del resto de otras compañeras que no han sido signadas por el mismo destino.

Tal es el caso de ‘El cóndor pasa’, bellísima tonada de raíz andina, que ha generado numerosas versiones en todo el mundo, pero que también cosechó polémicas y discusiones.

El autor

Daniel Alomía Robles nació en Huanuco, Perú, el 3 de enero de 1872. Vivió hasta los trece años en su ciudad natal y pasó poco después a Lima. Manuel Panizo, un maestro en varias iglesias limeñas, le enseñó solfeo y canto. Entre 1885 y 1897 Robles se dedicó a realizar expediciones en la selva y montañas peruanas estudiando yerbas medicinales. El encuentro que cambiará su vida personal y artística ocurrió en 1897 cuando conoció a la pianista Sebastiana Godoy, quien se convirtió en su esposa y le instó a anotar y fechar todo el material de música popular que había oído en sus expediciones.

Años más tarde Robles comenzaría un período de extensos viajes, con pausas, que duraría veinte años, dando conferencias y difundiendo la música peruana por casi todo el continente acompañado por su mujer y ¡sus doce hijos!

Robles dedicó los últimos años de su vida a revisar y re-escribir una colección de músicas populares (unas 800 piezas incaicas y unas 300 coloniales) que nunca se editó.

En cuanto a nuestra canción, en 1913 Robles compuso la zarzuela “El cóndor pasa”, sobre un libreto de Julio de la Paz. Esta obra, ejecutada en ocho piezas musicales (introducción, coro, yaraví, dúo, romanza, cashua, pasa-calle y plegaria), se estrenó el 19 de diciembre de 1913 en el Teatro Mazzi de Lima. (Fue impresa recién en 1933 en Nueva York).

El argumento tiene como escenario una mina en Cerro de Pasco y describe la explotación y esclavitud de los trabajadores en ese lugar. El cóndor, es, en definitiva, el símbolo de la libertad. “Oh majestuoso Cóndor de los Andes, llévame, a mi hogar, en los Andes / Oh Cóndor, quiero volver a mi tierra querida y vivir con mis hermanos Incas / que es lo que más añoro, oh Cóndor”, reza en una parte el argumento.

El tema aparece en la parte final de la obra. Es una cashua (danza similar al

huayno), y los primeros compases de la melodía se basan en la canción tradicional de amor ‘Huk urpichatam uywakarkani’ de Jauja.

La versión de la discordia

El cóndor pasa se hizo conocida en todo el mundo por la versión realizada por Simon & Garfunkel en el álbum “Bridge Over Troubled Water” (1970), titulada ‘El Condor Pasa (If I Could)’. (Hay una crónica que registra que Paul Simon la escuchó en París en la década del 60 interpretada por el grupo Los Incas. Uno de sus integrantes le habría manifestado que era un tema anónimo). Simon tomó la música y le agregó una letra suya. Un año después, los herederos de Robles lo demandaron y llegaron al siguiente acuerdo: se confirmó la autoría del tema de parte de Robles y Simon quedó como el responsable de la letra:

(Preferiría ser un gorrión que un caracol / Sí, lo haría, si pudiera, seguramente lo haría / Preferiría ser un martillo que un clavo / Si tan sólo pudiera, seguramente lo haría / Preferiría ser un bosque que una calle / Sí, lo haría, si pudiera, seguramente lo haría / Preferiría sentir la tierra bajo mis pies / Sí, lo haría, si tan sólo pudiera, seguramente lo haría…) 

Uno de los hijos de Robles, el cineasta Armando Robles Godoy, escribió una letra de ‘El cóndor pasa’, inspirada en la versión de Simon. “Prefiero ser un cóndor que un gorrión y volar sin soñar y sin canción / Prefiero ser un árbol que una flor y crecer sin temer y sin dolor / Buscar sin encontrar jamás, sin descansar ni fe ni paz / Partir y regresar, y así vivir y así pasar / Prefiero ser el beso que el amor y olvidar sin llorar / Prefiero ser la lluvia sobre el mar y morir sin sufrir / Buscar sin encontrar jamás, sin descansar ni fe ni paz…”

Otras versiones

En 1955, quince años antes que Simon & Garfunkel la hiciera masiva, el guitarrista y compositor Eduardo Falú, la incluyó en su disco “Eduardo Falú, Volumen 2”, combinando su depurada técnica guitarrística con el sabor popular.

El grupo chileno Congreso posee una versión interesante, cuya letra, a cargo del cantante Francisco Sazo, comienza así: “Oteando el horizonte el cóndor va / Sin temor / Saludando / Al sol con su volar.”

De la gran cantidad de interpretaciones disponibles de ‘El cóndor pasa’, son gratas de visitar las de Dino Saluzzi en “Bermejo” (1981): el bandoneón haciendo contrapunto con una sección de vientos, en un momento decididamente jazzístico. Hay un excelente disco de jazz boliviano, (¡si, lee bien!): “Coca” (1996) a cargo del Bolivian Jazz, que contiene ‘Variaciones sobre El cóndor pasa’, con el lucimiento del saxofonista Gustavo Valera.

 No se puede soslayar la versión de los virtuosos de Markama en “Azul Tihuanaco” (1983), con un enfoque más folklórico y purista. También en el mismo nivel de excelencia, se puede recurrir a las diversas interpretaciones que a lo largo de su carrera han realizado el vientista Uña Ramos o Jaime Torres. La última grabación del Señor de los charangos data de 2007, cuando experimentó con la música electrónica con Alejandro Seoane en “Electroplano”: el resultado es sugerente y extraño a la vez.

Las polémicas

Algunos investigadores afirman que Robles no es el autor del tema, dicen que si bien era un respetado compositor y musicólogo, justamente recopiló una de esas melodías, puliéndola para luego incorporarla a su zarzuela.

Pero hay una polémica de otro tenor. Al compartir una misma raíz cultural, han surgido varias disputas musicales entre Perú y Bolivia, por ejemplo, ambos países se han adjudicado la autoría de la diablada (danza típica del altiplano); o del Ekeko (figura ancestral de la cultura incaica, venerada desde siglos antes de la Conquista).

Lo mismo ocurrió con ‘El cóndor pasa’, oficialmente se ha afirmado que el tema es peruano. El vicepresidente del Parlamento Andino del Perú, Wilder Bendezú, denunció que la canción era citada muchas veces como de origen boliviano. Esta declaración fue respondida por el Ministro de Culturas de Bolivia, Pablo Groux, quien declaró que “El cóndor pasa es una composición de un ciudadano peruano. Perú declaró a ese tema como parte de su patrimonio cultural y nosotros lo respetamos.” Este cruce de declaraciones lo motivó una corriente de pensamiento que dice que a ‘El cóndor pasa’ ya lo interpretaban, en 1904, los estudiantes del Conservatorio Nacional de Música de Bolivia y que las partituras están debidamente registradas en dichos archivos. (Recordemos que Robles la compuso (¿o habría compuesto en 1913?).

‘El cóndor pasa’ continuará su vuelo, conmoviéndonos con sus aires de libertad y su indiscutible valor intrínseco, más allá de cualquier disputa de autoría o polémica por su origen territorial; al fin y al cabo, eso es lo valioso de las grandes canciones.

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