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jueves, 18 de abril de 2024
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San Carlos de Bolívar

“El centro histórico de la ciudad está acá, en Pedro Vignau y Rodríguez Peña”

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Lo justificó diciendo que era el camino real hecho por las rastrilladas de los indios. Que por allí pasaron combatiendo indios y soldados durante la Batalla de San Carlos, y mucho más.

 

El profesor Julio Ruiz, promocionado por los jóvenes de Evolución Radical, se refirió a la fecha de la fundación del Partido de Bolívar. El ex intendente, que le dio vida a lo que hoy es el Me Encanta Bolívar allá por fines de los ´80 (se llamó Semana de Bolívar), apuntó a la historia de la ciudad desde otro punto de vista y se instaló en la esquina de Av. Pedro Vignau y Rodríguez Peña, histórico paso de carretas camino a Salinas Grandes, para hablar de historia.

Dijo Ruiz: “Es un día Especial, es un nuevo cumpleaños de San Carlos, cabecera del Partido de Bolívar. Los bolivarenses a veces cometemos el error de achicar los nombres y decimos que somos de Bolívar y que la ciudad es Bolívar; en realidad nuestra ciudad recibió el nombre de San Carlos y el Partido de Bolívar”.

 

Siguió: “El Partido fue creado en noviembre de 1877 y en el mismo decreto de creación se estableció que se iba a fundar una ciudad con el nombre de San Carlos, cabecera de este Partido, en un lugar donde se encontraba el fortín del mismo nombre. El fortín se encontraba unos 11 kilómetros hacia el norte, donde está el paraje de Los Cuatro Vientos, y por razones que después explicaremos la ciudad se terminó fundando aquí”.

 

Sobre el motivo del lugar elegido para la fundación, Ruiz dijo: “Este lugar lo elegimos hoy porque era exactamente el camino de entrada, esta calle, la Rodríguez Peña, era en aquel tiempo un camino real que se había formado solo, naturalmente, como consecuencia de ser primero una rastrillada, esos caminos que usaban los indios y que se iba haciendo solo, y lo utilizaban para entrar y salir de la zona de Salinas Grandes. Por acá salían con los malones, con el ganado, se iban para Caruhé y después rumbeaban para el lado de Chile, donde vendían todo lo que habían podido levantar en el campo en su acción, que perjudicaba los intereses económicos de los blancos”.

 

Ruiz añadió que “este lugar es elegido porque tradicionalmente era la rastrillada porque todo lo que nos rodeaba era desierto, y para transitar por el desierto hay que hacer algún camino por donde haya agua, esto es lo que se conoce como ´El camino de las lagunas´, había lagunas naturales, algunas de carácter permanente y otras transitorias, que venían siguiendo una línea desde Lobos, que pasaba por la laguna Mulitas en 25 de Mayo, por Huetel en su laguna, por la Laguna del Hunco en Del Valle, por Pichi Caruhé en la ruta 65, por aquí, por las ´Cinco hermanas´, que es lo que hoy conocemos como ´Las Acollaradas´, seguía luego por la Laguna del Cura, la Cabeza del Buey, El Tordillo, y así seguía su camino hasta llegar a Guaminí en la Laguna del Monte”.

 

El profesor agregó que “si vemos nuestros planos actuales vamos a ver que por esa línea después siguió también el ferrocarril, y que por ahí después siguió la vieja ruta 40, que es justamente la que viene paralela al ferrocarril. Los pueblos se fueron construyendo en esa zona, porque ya era un camino hecho y porque había agua asegurada. En aquella época no había perforaciones de pozos, no había agua corriente, por lo tanto es muy común ver que los pueblos de aquellos tiempos están construidos al borde de las lagunas, y por esta razón en los ciclos húmedos, cuando las lluvias son más que la media, muchos de esos pueblos se inundan porque están construidos en el área de inundación de las lagunas”.

 

Continuando con la descripción del camino a Salinas Grandes, Julio contó que “así fue que esta zona, esta calle, este sector fue transitado desde 1710, 1720, por las expediciones que anualmente salían de Buenos Aires a buscar sal, a las salinas, porque la sal era un elemento esencial sin el cual Buenos Aires no hubiera podido vivir, entre otras cosas porque la sal era lo que usaban para conservar las carnes; pero la sal también se usaba para fabricar la pólvora, para conservar los cueros que se exportaban, por lo tanto era necesaria, entonces el Cabildo de Buenos Aires a partir de esa fecha empieza a organizar expediciones anuales, si el tiempo lo permitía, a veces cada dos años, y gran parte de los comerciantes de aquella zona juntaban una enorme cantidad de carretas tiradas por bueyes y eran escoltados en ese momento por el regimiento que tenía la guardia de la frontera en ese momento que no era ni más ni menos que el de los Blandengues, que cruzaron esta zona muchísimas veces e incluso ha sido objeto de muchos combates entre indios y blancos, y también la Cabeza del Buey fue un centro de reunión importante de los indios antes de empezar los malones de esta zona, ahí se surtían del agua suficiente y de lo que hiciera falta, y arrancaban para lo que era la provincia más habitada, y volvían por el mismo camino”.

 

Siguiendo con el hilo de la narración histórica, Ruiz agregó que “esta circunstancia que se repetía sistemáticamente hizo que cuando viene la conquista del desierto, cuando se producen las expediciones y después la conquista, se fuera localizando fortines a medida que se iba avanzando con la línea de frontera. Esos fortines, que estaban cerca de las lagunas, cumplían una doble función, por un lado asegurar que la gente se pudiera radicar en el campo, y por el otro impedir o dificultar la salida del malón, no la entrada, porque el malón no entraba todo junto, iban entrando en cuotas, por distintos lugares; pero para salir debían hacerlo todos juntos, entonces la única forma de defensa contra lo que se llevaba el malón, para defender la propiedad privada, el ganado, era establecer una línea de fortines que les cortara la salida”.

 

Ruiz volvió algún tiempo atrás para contar que “esta zona tiene la importancia de que fue transitada muchas veces por un personaje importante en la frontera de Buenos Aires, que era el jefe de la frontera y a su vez el jefe del regimiento de Blandengues, que se llamaba Francisco Balcarce. Este señor, que organizó el regimiento y le dio una buena calidad no sólo combativa sino también formativa de pueblos, es herido en un combate en la Cabeza del Buey, y es trasladado de urgencia en una carretilla, un carrito chico de dos ruedas, por su hijo, un joven alférez, pasan por este camino, pasan siguiendo las lagunas hasta que llegan a Del Valle, donde muere Balcarce padre, y sus restos son trasladados al cuartel central que ellos tenían, que estaba en Mercedes. Quien lo acompaña en esa campaña y luego tiene el doloroso deber de transportarlo hasta su lugar de entierro, es su hijo de 15 años que se llamaba Antonio González Balcarce, que da la casualidad que es el mismo oficial que después es prisionero de los ingleses, que pelea contra Napoleón en España, el que comanda la expedición al norte que consigue el triunfo de Suipacha, y es el mismo Balcarce que después es segundo jefe de San Martín en el Ejército de Los Andes, y es el mismo Balcarce que es el padre de Mariano Balcarce, que se casa con la hija de San Martín. Fíjense las vueltas de la historia, por este lugar también pasó alguien que tuvo que ver con los Blandengues y con San Martín, es una cosa que tenemos que conocer porque le da relieve histórico a nuestra ciudad. Hay otras ciudad que veo que porque se detuvo a tomar agua el caballo del General Pirulo tienen una placa y un guía que explica la situación. Nosotros también tenemos un rito, acerbo histórico, patrimonio cultural que deberíamos conocer para difundirlo y sentirnos orgullosos de estar habitando este lugar que tiene tan rica historia”.

 

Y siguió: “Comenzada la conquista, allá por 1872, en el Fortín San Carlos, se produce la última gran batalla de Calfucurá, que nosotros conocemos como la Batalla de San Carlos, se produce ahí exactamente porque ahí tenía que pasar, porque por ahí iba a pasar el malón de vuelta esquivando otros dos fortines que poco tiempo antes se habían hecho, uno llamado Quenehuin ubicado a la altura de la bajada de La Nicolasa a la altura de la ruta 65 y otro llamado ´Hombre sin miedo´, construido a la altura de Del Valle sobre la ruta 205. Había un triángulo de fortines, conectados a poca distancia, que eran los que cuando sonaban cualquiera de los cañones de señales como los que están en la puerta del Museo Florentino Ameghino, que no eran cañones para matar sino de señales para avisar que venía el malón, las tropas de los fortines se juntaban y salían corriendo para donde había sonado el cañón. Esta vez el cañón sonó en San Carlos y ahí dan aviso a toda la tropa que estuviera cerca y no tan cerca como la que estaba en Bahía, que salieron a galope tendido para parar el malón acá en San Carlos. Acá se produce la famosa batalla; dentro de la campaña de la conquista del desierto no hubo grandes batalles, la única grande fue la Batalla de San Carlos, en donde participaron 6.000 hombres, de los cuales 4.500 eran aborígenes, naturales, y el resto blancos. Fue una gran batalla entre indios, unos respondían al gobierno y otros no. Calfucurá no es derrotado en esa batalla porque en realidad él pretendía llevarse el ganado, tenía 6.000 hombres, es decir que si hubiera querido al Fortín San Carlos, al Quehuin, al Hombre sin miedo y a la tropa de Ignacio Rivas los hubiera pasado por arriba; pero no le interesaba eso, le interesaba poder llevarse el ganado, entonces destina la mitad de su tropa, 3.000 hombres, a combatir con los blancos, y la otra mitad se dedica al arreo, es decir que por acá también pasó la Batalla de San Carlos, porque no fue una batalla como las de antes, típicas, donde en un solo lugar se encontraban dos ejércitos y se mataban ahí. Esta fue una pelea de encuentros, casi callejera, en donde hubo un gran encontronazo, los indios retrocedieron, las tropas nacionales se reagruparon; hubo otro, retrocedieron, se reagruparon, y así hubo una persecución que duró desde el monolito de Los Cuatro Vientos hasta la laguna Cabeza del Buey, es decir que por acá también pasaron peleando y acá también se desarrolló la Batalla de San Carlos”.

 

Superada la historia que Ruiz relató sobre la Batalla de San Carlos, de la cual tendremos un nuevo aniversario el lunes 9 de marzo, el profesor continuó: “Pasado ese tiempo, 1872, ya Calfucurá no vuelve a intentar por acá grandes malones y se van estableciendo más fortines, y en 1876, como dice por aquí la placa, siguiendo esta misma ruta, pasa la expedición que va a fundar el pueblo de Guaminí, con el general Nicolás Levalle, y entonces ya había dos grandes pueblos, 25 de Mayo y Guaminí, y en el medio quedaban tres fuertes, uno que se había hecho en Urdampilleta, a la altura de El Deseado, y otros fortines que se fueron haciendo por el camino a Guaminí, entonces había que crear una ciudad. En 1871 se había producido una peste muy grande en Buenos Aires, una epidemia de Fiebre Amarilla que se llevó muchísimos muertos, algunos calculan 40 mil personas, y la medicina no estaba preparada para combatir este tipo de cosas, entonces un médico generalista de origen venezolano es el que administra y organiza cómo se va a pelar contra la peste y en menos de un año la derrotan. Ese médico venezolano es premiado por el gobierno con un pedazo de tierra y él pide que le hagan un homenaje no a él sino a su país algún día cuando creen algún pueblo. Y en 1877 cuando se crea el primer pueblo entre 25 de Mayo y Guaminí, el gobierno de la Provincia decide crear el Partido de Bolívar, en homenaje a la República de Venezuela, y ponerle el nombre de San Carlos a la ciudad, en homenaje al fortín que había sido el escenario de la última gran batalla de Calfucurá”.

 

La historia más cercana es más conocida: “A partir de ahí, de noviembre de 1877, se empieza a armar la expedición que va a venir comandada por Rafael Hernández, el agrimensor que vino a diseñar la ciudad, y llegan al fortín y allá se van a poner a construir la ciudad y se encuentran con que el terreno es privado, y en consecuencia el dueño no daba permiso para que allí se hiciera un pueblo. Los acompaña hasta donde termina la estancia, y a partir de ahí, que ería más o menos el pórtico de ingreso a la Sociedad Rural, y a partir de ahí empiezan a buscar el lugar para hacer el pueblo. Buscan el punto más alto, más cómodo para el escurrimiento del agua que es la Plaza Alsina, y a partir del 2 de marzo de 1878, cuando Rafael Hernández elige el lugar donde será la plaza alrededor de la cual se va a construir el pueblo, lo tomamos como fecha de fundación de San Carlos. No hay un acta de fundación, no hay una piedra fundamental, porque el pueblo se fundó así, empezando a hacerlo, y en pocos meses ya tenía previstos sus lugares para las quintas, para las plazas, el Palacio Municipal, la Iglesia, en un típico damero español, como se hacían los pueblos en España, cuadrados, 16 por 16, con una plaza equidistante en cada una de las cuatro cuadrículas grandes y 10 plazas más, dos a la altura de la estación del ferrocarril (hoy Italia y España), dos en el centro (Alsina y Mitre), dos donde está el Estadio (quedó una sola, la Newbery), dos donde está la terminal de micros (quedó una sola, la ex Roca hoy llamada Pueblos Originarios) y dos donde está la Sociedad Rural (Casimira Barroso y Rafael Hernández). Ese era el diseño de la ciudad, que incluida dentro del ejido urbano a gran parte de las cinco lagunas originales que eran las Cinco Hermanas, que hoy conocemos como Las Acollaradas, de las que hoy quedó una sola. Hasta 1920 el área de inundación de la laguna llegaba hasta la altura del Colegio Cervantes, como mínimo, después esos terrenos se fueron rellenando y lo inundable quedó más tirando para el lado del parque, hasta que ya para la década de 1970 se inundaba sólo el llamado Barrio de las Llamas (calle Matheu), y fueron quedando lagunas chicas que después se rellenaron donde se construyó el Colegio Nacional, la Enet y el Barrio Anteo Gasparri. Quedaron sólo dos lagunas, la central, que había sido calzada en 1933, y la laguna detrás de la pileta del parque  (predio que se utiliza actualmente para el Me Encanta Bolívar), que se rellenó en 1990 con todo el barro que se sacó al limpiar la laguna central”.

 

Para terminar, Ruiz dijo que “la historia de nuestro pueblo es hermosa, es grande, amplia, digna de ser conocida y más digna de ser enseñada, por eso no nos alcanza con una ofrenda floral, hoy quisimos estar en este lugar porque tiene una implicancia, el otro lugar es un monolito dedicado a los fundadores de la ciudad que se construyó para festejar el 25 aniversario; pero la ruta de entrada original era esta y por acá pasaron todas las carretas, todos los bueyes, todos los soldados, todos los indios y todas las vacas que se llevaban también; por lo tanto si uno tiene que buscar el centro histórico de la ciudad, ese lugar está acá, sobre esta calle”.

 

Y como mensaje final, Julios les pidió a los bolivarenses que “no olviden la historia, no es una cosa pesada, es una cosa importante, porque esa historia marca de dónde venimos, y hay que saber de dónde venimos para saber adónde vamos. Feliz cumpleaños San Carlos”.

  

Ángel Pesce

 

 

 

 

 

 

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