Por cuestiones que no vienen al caso, tuvimos que visitar ayer por la tarde la localidad de Ibarra. A lo que ya conocemos del poblado que lleva el nombre de don Juan Francisco, hay que sumarle ahora que a ese hermoso poblado ubicado algunos kilómetros al sur de la ciudad cabecera ahora tiene una vivienda que, por desidia y vandalismo, está a punto de venirse abajo.
Se trata nada más y nada menos que la casa del ferrocarril que está junto al paso a nivel de la planta de silos de la Cooperativa Agropecuaria. Actos vandálicos seguramente no denunciados y que pareciera que a nadie importan han desmantelado la mitad del techo de tejas, han dejado sin aberturas internas ni externas a la casa, incluso se han llevado los pisos, el cielorraso, todo.
Cuántas veces escuchamos que “no se pueden pasar los servicios por debajo de la vía porque tal empresa ferroviaria, concesionaria de las mismas, no lo permitía”. Pues al parecer entre todo eso que no se podía hacer, no estaba desmantelar una vivienda que tiene más de 100 años y que sólo el abandono y el mirar para otro lado la han hecho estar en el estado en el que se encuentra.
Seguramente que es imposible de recuperar, porque los daños que tiene son muy grandes y la inversión sería cuantiosa. Al menos deberían vallarla y señalar el peligro de derrumbe que representa para cualquiera que se acerque, sean niños a jugar o algún curioso como en nuestro caso.
Un pueblo que fue orgullo de muchos por su diseño, sus casas, e incluso por sus construcciones ferroviarias, hoy ve cómo una de sus postales de acceso (la casa es la primera construcción a mano izquierda que hay en la localidad) está pronta a desaparecer.
Angel Pesce
