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viernes, 29 de marzo de 2024
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De esto y aquello

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Por el Dr. Felipe Martínez Pérez

 

Parece mentira, pero no falla, y aunque no se lo propongan, que no lo hacen, todo lo que tocan, después del manoseo queda en nada. Pero bien ajado y con manchas, para que no sirva. Cada vez que oigo y van meses a las maestras y a sus enterradores gremiales me produce un desasosiego que desborda incertidumbre. Que las maestras, no todas por supuesto, se agarrena un clavo ardiendo para decir las últimas chorradas que les quedan en la cabeza o en el bolsillo para no querer abrir las escuelas, es de no creer que se traduzcan esos malsanos pensamientos. Causa pavor, que justo el Magisterio llegue a estos extremos que no entran en cabeza sana, al formar y con alegría parte y activa, de la destrucción de la patria. Causa pavor que gusten del aislamiento de los niños que a gritos o llorando piden por sus amigos.

 

Causa pavor el nublado que  brindan como futuro a sus hijos. Causa pavor que miren para otro lado, cuando ven y saben que un niño en su casa  busca al otro en el recreo. Causa pavor como se desentienden sin darse por enteradas que los adolescentes  coleccionan depresiones. Causa pavor que  se sienten y sientan tan tranquilas y no se sabe que pensar. Causa pavor, que en el país de Sarmiento mande baradel; algo inentendible de como se ha llegado a tal estado de carencias. Causa pavor que en el país de la Generación del Ochenta, esta Argentina haya generado políticos inservibles que no saben hacer una O con un vaso manchado de vino; y para más inri sean quienes mandan. Causa pavor que el país que ha dado varios Nobel a médicos se entregue la salud de cuarenta y dos millones al más tonto de los epidemiólogos y que para salvarlo se ponga a una que es peor;  no se puede creer.

 

Que a un ignoto gobernador que nada ha aportado a la patria durante un cuarto de siglo, lo amen porque es inquisidor y perverso, sin ponerse colorados, y que sea señalado como el mejor por el presidente, y que éste hable de él como si fueran hermanos de leche, o lo muestra con bombos y platillos como el gran estratega de la pandemia; que parece querer decirnos que ya lo quisieran los pueblos más avanzados. Y tales liderazgos en  chapuzas y exterminios, demuestra sin escondrijos  con quienes estamos; como para que nos amparen. Es curioso, lleva años y más años al frente de una provincia, y sin embargo, cada hora que pasa está peor y se regodea y regodean las altas autoridades. O sea, para una Maestría.

 

Que al menos idóneo de los políticos para cualquier función gubernamental y hay experiencia en ello, le nombren canciller  de un país como éste a pesar de los unos y los otros que les ha dado por hacerlo trizas, demuestra la poca altura de sus paisanos; un canciller que todo lo confunde y adolece de idiomas. Estos tipos son capaces de armar una guerra por cualquier tontería y a veces se columbra que les gustaría. Y que todo lo que reluce lo quieran para ellos, es de no creer, pero ellos y la claque lo ven creíble y se lo creen. Y es muy difícil quitárselo de la mollera. Lo curioso es que todo anda mal pero todo sigue igual y nadie rompe o frena ese ímpetu por lo malo. Otro tanto ocurre con la población cansada de que todo siga igual y en consecuencia salvo lo peor, no han de salir, porque, por otra parte, esperan salgan los que detentan su silla gracias a los votos.

 

Por lo demás ni han entendido a Sebrelli ni les han dejado que lo entiendan, cuando cada tanto hablaba de la desobediencia civil y corrían escalofríos por las espaldas de los pensantes al revés, es decir para hacer daño. Sebrelli es uno de los pocos que quedan y tienen claro el panorama nacional. Por otra parte habla sin tapujos, que es una buena manera de que todos lo entiendan por estas latitudes. Por lo tanto invita a pensar en profundidad en lo que de verdad significa hablar de desobediencia civil. Y lo primero que hay que decir  y si es necesario a los gritos, que la desobediencia civil de la que se habla no huele a pólvora. Lo cual no es poca cosa. Sin embargo la postración nacional y su desmembramiento invita a ello como sugiere Sebrelli, pero por la falta de intelecto contrae miedo y todo queda en agua de borrajas; y nadie desobedece.

 

Al contrario, parece que cada vez obedecen más, tanto los unos como los otros, y así caen en la total otredad que tarde o temprano  lleva a la extrañeza. Porque sucede, que la desobediencia altera la política correcta que llevan adelante los políticos correctos, es decir que todo se torna en atentado a la patria y en consecuencia los correctos se empeñen en la inercia; y a la vez que desacreditan la desobediencia, le temen. Porque se sabe a nivel mundial y por aquí que todo es un delicado desequilibrio. Un ejemplo señero y desde hace unos días sería lo acontecido en manos del déspota de Formosa que en medio siglo solo han protestado o desobedecido dos concejalas peronistas y el peronista por lustros sin lustre, las ha metido en la cárcel a palos.

 

Parece extraño que tal cosa acontezca en democracia, o casi democracia para decir la verdad, o dictadura pura y dura con cierta esclavitud en dicha provincia. Con índole medieval, aunque es imposible trasladar los tiempos y esto sería peor que aquello por varios cuerpos. Y con lo que es necesario ahí y en toda la nación por todos los habitantes. Y el problema por más vueltas que se le dé, pasa por la chatura general. La intolerable ausencia de referentes intelectuales ni nadie que sobresalga entre el ciudadano de a pie. Faltan mentores a seguir. Incluso en la desobediencia si tal cosa cundiera.

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