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viernes, 19 de abril de 2024
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De esto y aquello

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Por el Dr. Felipe Martínez Pérez

Se ha ido un año para olvidar o para recordarlo siempre, porque este año ha sido el año de la pandemia que a esta altura si se escapó el virus o lo escaparon nunca se sabrá. Eso sí, se ha visto tanto zafarrancho en manos de chapuceros que entre unos y otros y los que mueven los hilos de estas tristes marionetas, se ha visto, digo, la inauguración del mayor ejercicio desde las cuevas de Altamira, veinte mil años,  para tener en un puño a los ciudadanos del mundo, y pasan haciendo daño, incluso algunos famosos de las grandes, grandísimas, fortunas, y no queda otro remedio que pensar por qué esos señores que están en otra cosa de golpe lo único que les importa es destruir e  introducir el miedo para traer y llevar a los ciudadanos a dónde a ellos les convenga.

 

Y a estos personajes y personajillos les importa tres pimientos la ruina de cada uno de los habitantes de mundo y de cada uno de los países, total ellos están forrados y siempre les queda energía para empezar de cero o desde convenga. En los países con políticos perversos o chapuceros, se ha visto como han caído con más fuerza, al punto que en algunos sitios han llegado a matar viejos sin vergüenza alguna; y siguen en el gobierno, aún señalados y vilipendiados como si tal cosa. Es curioso como los peores en  afrontar la pandemia han sido españoles y argentinos, que curiosamente, son del mismo palo. Equipos de salud sin aportar salud. Y enjuiciarlos penalmente, como corresponde.

Hace diez meses ya estaban de más. Y se sostienen, que la vacuna dará de comer.

 

Pero sobre todo este año ido,  ha sido el año de la  mentira. Mentiras desde los más altos niveles  a los más bajos, que viven de esas mentiras y les va bien. Han mentido con la salud, con la economía, con la Justicia. Y en los hemiciclos se han mentido entre ellos. Han empobrecido a las capas medias  cuatro chapuceros. Pero la oposición mira para otro lado, abroquelada en si misma y el que venga atrás que arree; pero a este paso, arrearán con ella. No deja de ser llamativo que no salgan a la palestra pues a diario son invitados a ello y con los desmanes varios en la política y la justicia. Pero como el PP en España, que miraba para otro lado para que el Sánchez  y el coleta rompieran España. Igual se trajina en Argentina. Son los mismos. Romper, y fabricar tontos sin pasado; baradel si, Sarmiento no.

 

También ha sido el año en que el oficialismo ha seguido con lo que mandan los estrategas. Atenderlas minorías  y olvidar las mayorías. Esto ocurre por todo el mundo pero se agudiza donde los gobiernos desgobiernan.  Y la última ha sido la de los cerdos. Hablar de los cerdos para China a la vez que los veganos son recibidos por el presidente, con una foto que se atenta contra los cerdos viajeros, en una  maniobra que tira por la borda lo que espera años, con la foto ridícula. Millones de cerdos cruzando los mares valen más que millones de lechugas y dan trabajo a cientos de personas. Eso sí, la lechuga es riquísima con aceite y vinagre.  O sea, ¿se hacen o son? O saben que son y también se hacen para embromar el doble al personal. Porque el veganismo, hoy, no es algo trascendente, sino anecdótico, y si sería interesante recibir a los que desesperan y trabajan sin carne ni pan, o a los que quieren invertir y dar trabajo. Todas estas minorías ganan muy bien como protagonistas de enfrentamientos. Y en definitiva a nadie le importa si la vecina es vegana o no. Se hace insoportable, la vecina, claro, cuando se le ocurre que yo debo comer rabanitos; y de facto.

 

Porque el mundo de los grandes no es para pequeñajos que todo lo pisotean o como dice el tópico, el que se acuesta con niños se levanta más temprano. Qué pena que semejante país esté en las manos que está ante la algarabía de propios y extraños, que al cabo es lo demoledor. Un año perdido con muertos y más pobres. De la justicia ni para un lado ni para otro. Si aparecen jueces valientes y justos habrá futuro. Deberían leer con ahínco a Sancho Panza y Salomón que en cientos y cientos de años han sabido ser los mejores jueces; y eso apelando solo al sentido común. Que ninguno era doctorado. La mayoría de éstos, tampoco. Ha sido el año de no hacer nada y siempre con los discursos contrariados. Al rato de decir arriba consideran abajo, y el mismo hablante dice en el medio por la noche. Todo ha sido destruir. Diez meses agarrados a la vacuna y a la hora de la verdad, al santoral. Y esto era lo más importante para ellos. Y curiosamente del juicio político nadie habla. Se silencia, cómo en España.

 

Este ha sido el año en que las relaciones exteriores han quedado en manos de quienes no saben de relaciones exteriores; ni interiores. En cuestiones diplomáticas donde las palabras valen oro o una guerra o cierre de una frontera pues tan campante el canciller hablando de lo que no sabe y no debe o discurseando de lo que había dicho tal presidente, que por supuesto no había dicho lo que nuestro hombre entendió. Eso pasa cuando los que no saben  entregan puestos claves a amiguetes sin idoneidad para la materia. Y al faltar cultura falta lenguaje falta desenvolvimiento y falta entender por dónde doblan las campanas. Y otro tanto lo sucedido con la segunda de a bordo en Salud, que al parecer es poco saludable y desconociendo el mundo supone que Rusia es La Matanza o Puerto  Apache donde se habla mal de cualquiera empezando por los propios, y sale como si nada contradiciendo a Putin y con énfasis; y en Moscú. Y por si no bastare ha sido el año con más pobres, y ahí andan los tunantes sin rubor alguno.

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