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jueves, 25 de abril de 2024
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De esto y aquello

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Por el Dr. Felipe Martínez Pérez

Triste destino después de tanto desatino. Unanación desinflada, una nación que derrapa peligrosamente como democracia sostenible y sin andarivel que te devuelva al camino.Una oposición  a la que le cuesta demasiado moverse y no es posible que sea la gente sola la que sale a la calle inundándola  de azul y blanco;  se cae de maduro que alguien debería ponerse a la cabeza, sin temor al qué dirán, y sin temor a que te saquen la foto para censurarte. Sin temor a que te expolien el dinero que te pertenece por el solo hecho de pensar. Un presidente que desde la mañana a la noche no sabe qué decir  ni qué hacer ni como presentarse ante los demás,porque ya no le cree nadie y por consiguiente tampoco puede orientar a nadie.Ni siquiera a la media docena de ineptos que le rodean para trabajar en lo contrario de lo esperado. O sea, lo de siempre enfrentar. Pero se han desinflado de tal manera que no se lo pueden creer y saben que si los soplan se caen.

Pero saben también que es muy difícil que se pongan a soplar todos juntos, para hacer el cambio de los juntos por todos los sitios. Ya no saben qué hacer ni que decir por la desastrosa economía en que nos han metido, justo los que revientan de dólares, pero los dolores para los otros, o sea los que no son ellos. Buen trabajo del obtuso economista alumno de nobel. Chapucero él y chapucero el maestro, si es que le enseña. ¿Cuántos chapuceros han pasado por economía? Deben ser no menos de treinta o cuarenta. Y lo curioso es que cada vez son peores, porque es lógico que así sea, jamás han leído un libro, y sobre todo y no falla, porque cada vez son peores los políticos.  Es probable que un gran número de los que deambulan por los  hemiciclos no sepan ver dónde estamos ni a dónde vamos. O sea,  la mayoría, unos pardillos, y a levantar el brazo  que rinde mucho desde hace mucho; y la patria una entelequia. 

Y como escribía hace nueve  meses el virus se los iba a llevar puestos porque nunca han aprendido ni quieren aprender, que hay cuestiones de la cosa pública, que no deben politizarse y una de esas cosas es la salud. Y ni te cuento cuando aparece una pandemia y no hacen ADREDE todo lo que hay que hacer desde el primer día,  y sobre todo  porque  la experiencia es importante y ya en la lejanía hubo países y científicos que hicieron las cosas bien y otros mal y muy mal. Bastaba ver a diario las clases magistrales españolas de lo que no había que hacer, para darse cuenta que siendo amigos y hasta hermanos putativos han hecho ambos lo que tenían escrito desde las navidades. O sea, no hacer lo que hay que hacer. Y en consecuencia causa un cierto displacer escuchar a gilipollas que prefieren gastar en hisoposy no en terapias intensivas. ¡Claro que sí!Si lo hubieran dicho y hecho hace nueve meses; ahora es tarde. Porque ahora se trata de poner a trabajar a buenos perros  que  guíen el rebaño; que por ahí estamos.

Por otra parte la gente se está arreglando como puede con la pandemia, y consciente o inconsciente, está aunque disguste arreglándose como puede con el efecto rebaño, pues la gente harta de chapuzas y mentiras está en la calles y plazas  sin hacer mucho caso.  Hartas ya de estar hartas salen a las calles, ven a sus amigos, a sus familiares, y toman mate en coro y hasta amontonados y con la misma  bombilla.Tiene su peligro, por supuesto,  pero para eso está el barbijo y la distancia; y a sus quehaceres. Y donde está la oposición que es incapaz de enjuiciar a todos  los presentes y ausentes en la movida para atender la pandemia  cuando desde el primer día no hicieron lo que había que hacer y ahora que lo hacen más se asustan, o no, pero asustan por la cantidad de infectados. Según los entendidos del extranjero y lo que uno ha leído de aquellas pestes medievales y renacentistas, que diezmaban de verdad, cuando una gran porción de la población se halla infectada el virus pierde fuerza. Por eso se deben hacer las cosas desde el primer día.Peroya inventarán, para que se sucedan  confinamientos a demanda;que se pierden negocios. 

Hay una pregunta que se hace la gente y no la quiere escuchar el grupo dedicado a eludir la salud y generar el miedo. Miedo todos los días y muertos todos los días y ahora resulta que ni siquiera saben contar los muertos. Que vuelvan a sexto con el gobernador a mojar orejas. Es decir, por qué en buena parte del gran Buenos Aires  nadie respeta la cuarentena y andan por la calle en lo suyo y con barbijo  y en el gobierno a pocos o ninguno les importa; mientras se hacen los enojados y sabihondos cuando exigen a la capital que la gente se quede en las casas y no salgan salvo por necesidad. Lo cual está demostrando desde el primer día que el asunto no es científico, sino político, que viene a corroborarlo otra vez conlas medidas contra los tandilenses,que sin vergüenza alguna, les quitan dineros de los ciudadanos.

Pero mientras esto sucedía, también ocurría que la Corte Suprema con una cierta astucia del presidente de la Corte Suprema, llamando a reunión cuando no se esperaba, logra se tome conciencia y votan por unanimidad,lo que el juez Rosenkrantz  llama “gravedad inusitada”. Ganamos todos y ganan ellos, pues toman conciencia que se los cargan.  O sea, firmeza como exigen los tristes momentos antes que se los lleven a ellos y contenta la nación pues se abre un camino republicano. Los buenos juecessigan en su sitio, mientras surta efecto la contundente derrota de los jueces  contrarios a la nación y a la gente. Se trata de  una tremenda derrota del oficialismo.

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