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jueves, 28 de marzo de 2024
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De esto y aquello

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Por el Dr. Felipe Martínez Pérez

Es patente como en los  últimos tiemposandan aplicados aromper naciones y pueblosy al cabo fabrican desmedro y enfrentamientoentre las gentes. Y ante la descomposición socialsurge por cualquier rendijade la cotidianeidad y de forma primorosa la palabreja deconstrucción.Al parecer se trata de otra de las tantas paradojas que andan por el mundo, y por estos paralelos sureños, faltaba más, que deconstrucción, en definitivadestruye, y como por arte de magia. Un ejemplo señero que no cesa ni en días feriados,la demolición de lo masculino como si nada y llaman al asunto deconstruir a un hombre, masculino, viril, recio, macho, para que deambulepor la sociedad sin  atractivas anfractuosidades. O sea, las velas arriadas, y rotos,palo mayor y mascarón de proa. Una faena casi de  balde, porque casi el cien por cien de las mujeres lo siguen viendo como siempre, al igual que él a ellas; sabiendo, por supuesto, como ha sido habitual desde la lejanía, el rol sistematizado que en la actualidad tanto preocupa a un ínfimo porcentaje femenino.

Que, por otra parte, ya viene deconstruido y sin decorado, antes de iniciar camino hacia la triste paradoja de incautar, requisar y apropiarse de un legado que ni es pecaminoso ni tiene que ver con el relato desteñido y ajado, atento a lo que dice la tradición y las edades en que cada premisa tiene su cambio.En una palabra, que en este asunto, se trata de analizar en plan complejola técnica política o literaria o sociológica o lo que se cruce en el camino para estudiarlo. Porque no es poca cosa, separar la paja del trigo y dejarnos con la paja. Algo que ya estaba, pero sin llegar a esto, o al hoy,nada más y nada menos, que en las manos cuidadosas de Heidegger sin que pasara a mayores, hasta que los filósofos mal construidos por falta de sustento filosófico se empezaron a fijar en Derrida cuya  importancia estriba en eso  de la deconstrucción y a su vez los primeros en atacarlo han sido los franceses, porque la cosa no les cuaja.

Pues bien, por un lado pocos han leído a Heidegger y en consecuencia el asunto ha quedado en agua de borrajas, y en la actualidad, un buen puñado sí han leído a Derrida  que forma parte de las herramientas para entender y hasta transformar el mundo y también para derruirlo y deconstruirlo; es decir matarlo y  revivirlo de otra manera pero chocante, y sobre todo, ponerlo en valor aunquehuero de valor. Pero claro, el sustento del poder disonante pasa por  la deconstrucción.Para ello hay que embarullar, total, pocos entienden de que va la cosa; te traen un señor con una camisa transparente, sin vellos ondeantes, a la manera de una fiestafemenina, de esas que se columbra hasta el horizonte de y de la galera extraen palabras y frases queasumen el alma de género y sexo,y lo adornan como les parece a la vez que desoyen  gramática y biología y hasta las leyes de la vida y te dicen que ese señor se ha deconstruido  y que son distintas formas de presentar la masculinidad, porque el género es social y todo eso; y  me parece que ese señor, es un señor pobre de espíritu que le interesa la foto y la algarabía para deconstruirse.

Sin embargo, no hacen otra cosa, en todos los niveles sociales que se llevan por delante,incluidos los políticos, de cambiar significados, elucubrar otros nombres que los dejan mal parados; y en definitiva la deconstrucción no deja de ser un gran invento  de acuerdo al aire de los tiempos, usado para embarrar la cancha; o al menos y por el momento, es lo más llamativo. De todas maneras, no deja de ser curioso queen tiempos de desarme intelectual se hable tanto de ese vocablo. Y lo más tremendo es que su soberbia les lleva a sentirse afectados si alguien  tiene la osadía de decirles que de nada saben algo. Se tornandictadores. Que al cabo es lo que pasa cuando  poco a poco y sin prisa, el relato se va llevando cosas aprendidasen el simple vivir y que en acentuadas volandas se remontan a los trasabuelos, que no es otra cosa que lo consuetudinario.  Y de estos asuntos no hablan los políticos; sin embargo,  hacen a la convivencia desde siempre, y en tal caso, cosa asombrosa de la democracia, porque se ha votado, se cae en una dictadura que no te deja vivir porque constantemente están insultando al que piensa distinto a ellos, o a sus historietas; es decir, los descontentos que por supuesto son el grueso de la población.

Se la deconstruye y a otra cosa. Basta mirar hacia atrás en los últimos veinte o treinta años que lleva el relato por el mundo abriendo grietas por doquier, para  tomar conciencia que no gobiernan las mayorías, sino que hacen o deshacen, al son de grupúsculos muy bien pagados. Pero sin ninguna enjundia. Lo curioso es que los grupos por un lado, y los políticos sin mollera por el otro, se quedan con la democracia para usarla a la marchanta, y a la gente le dan para que desfogue cerebro y ansias, asuntos tan importantes como  la temperatura en el Paraje Villa Mar, si llueve en Togo o si ha caído granizo en Ulm.Y  a otra cosa mariposa.Con ese afán de llevarse todo por delante, no les importa tropezar, porque aún en el suelo el relato les dice que están en el campanario y en consecuencia miran sin ver  y se pierden, al punto, que se las dan de políticos y no entienden de capas sociales. No las saben descifrar porque los recién avenidos solo ven su ombligo y deahí no salen y si se dan un garbeo por la calle no se dan cuenta que los únicos que están bien desde hace 20 años son los políticos los unos y los otros. Que la soberbia rentabiliza. Es de lo único que pueden presumir.

 

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