Por el Dr. Felipe Martínez Pérez.
Causa asombro y pesar la interminable espera para votar, y ver si de una buena vez algo cambia, porque el solo hecho de no querer adelantar las elecciones ha llevado al país a la total miseria, porque miserables son buena parte de los políticos; y ahora todos con miedo por lo que pueda suceder con Milei que, es de suponer, que poco debería suceder,pues en cada una de las elecciones que andan dando vueltas ganan por lo regular los radicales, como está puesto ene estilo; y queda relegado a los últimos puestos el señor que, según buena parte de la prensa, parece quiere que gane, pues nunca se atisba pongan en duda el panorama que elige. Por lo demás, es de esperar, así cada día que pasa, se desluce más; y él mismo entierra parte de lo anunciado. Es de esperar que así sea, y el Milei pierda, porque bastante está perdiendo Argentina con toda esta recua de inconsistentes e inconscientes; que por si no bastare se creen dioses.
Y es verdad. Son los dioses del mal,y por si algo faltare, ahora el asuntoese de YPF, y otra vez habrá que pagar o pedir dinero por la mala praxis; o por lo que ellos sabrán. Y esta sangría futura condice con lo que vengo diciendo, que el dinero tiene que salir de los bolsillos de los que han desgobernado y continúan desgobernando. Y esta cuestión es una de las tantas, y por desgracia grave.Y el kicillof tiene el suficiente dinero para que junto con los demás pudientes y compañeros de camino, empiecen a hacer cuentas. Porque son tan poca cosa, que como es de suyo donde os descuidéis, podrían estar pensando que por enésima vez la paguen los jubilados. Este repudiable hace un cuarto de siglo que anda rompiendo la patria y con él, unos cuantos,y esos son los que tienen que pagar la fiesta y los platos rotos,y que son unos cuatro mil a dos por pueblo o ciudad. Y en tal caso Argentina se convertiría en lo que siempre fue, un país serio y de trabajo, hasta la llegada de esta gentecilla que lleva descarriando un cuarto de siglo.Y en consecuencia, no es poca cosa recordar que el dinero de los argentinos, lo tienen un puñado demasiado grande de malos argentinos; y que sería necesario sacárselo y sin pagar intereses, para que la Argentina, de una buena vez apunte a quienes la han dejado en la banquina. Y no dos días al costado del camino, sino un cuarto de siglo. De no tomar esas medidas poco ha de pasar más allá de poner el dólar a un precio que sirva a todos. Y al costado todo seguiría igual y sin embargo, el dinero lo tienen en sendas cuchas,quienes han desarmado el país; y muy bien desarmado. Que para esos menesteres son especialistas. El dinero está en sus casas y no es necesario llamar con desesperación al Fondo. Porque curiosamente, los que tienen el dinero, que no es de ellos, están desesperados por si ella o el salen a buscarlo; y además de perderlo, lo peor, es que puedan terminar en cana. Que todo lo anterior sería lo ideal, de otra manera siempre será todo a medias, porque los portantes tienen el suficiente dinero para enlentecer todo lo que sea salir del atasco.De todas maneras no hay cosa más mezquina desde hace un cuarto de siglo que el deterioro a conciencia de la Un gran pueblo devenid en una recua de farsantes cuya mollera está al servicio de odiar Argentina. Causa pena pensar que quienes la están destruyendo son los nietos y biznietos de quienes la hicieron grande trabajando de sol a sol. Y de aquella bella odisea se ha pasado a la tontería de cada politiquillo y la descarriadas maneras de hacer política o quizás mejor decir a la rotura de todo, menos a los dólares, que curiosamente, cada día se meten al bolsillo riéndose a carcajadas de sus padres y abuelos y abultando los bolsillos para sus hijos que tarde o temprano no serán bien mirados, porque la vida no es estanca.
Y a pesar de toda esta escoria el reloj se mueve y tarde o temprano ha de venir la gente que la saque del marasmo; y la vuelva a su lugar, que todos estos inútiles se han encargado de echar a la banquina. Nunca aprendieron a hablar pero saben contar verdes futuros. Pero son rasos, y los que tienen altura miran a los rasos. En Argentina todas estas cuestiones dan tantas vueltas y revueltas,que a veces, no se sabe por dónde tomarlas. Y parece cosa de locos, que al borde del barranco, a buena parte de los periodistas les dé por hablar de los malos olvidando que es preferible hacer propaganda a los buenos. Es el mismo trabajo pero uno es bueno y el otro no; y tampoco sabes que pensar. Por el asunto ese de los verdes.
Y sin embargo, en cualquiera de las elecciones que andan por ahí gana un radical. Quizás como debe ser pero al parecer, y desconozco, han dejado el campo orégano para los de arriba; los que importan en primer lugar. Es curioso como en Argentina siempre faltan cinco para todo. Y sin embargo, ahí está la elección de Santa Fe. Y lo habitual, los radicales arriba y Milei en la lejanía. Pero está todo tan fuera de lugar, porque todo ha sido sacado de quicio, que los que no comen votan a los que no les dejan comer. Y no es de mal gusto. Sucede que síndrome de Estocolmo, al parecer, pasa por alguno de los meridianos argentinos. Porque es imposible verlo de otra manera.Los pobres votan a quienes los hacen pobres, de la misma manera que los maestros en su día se han abstenido de nombrar a Sarmiento. En cualquier momento el impresentable de éstos es capaz de recordarlo en el San Luis de La Plata.
