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jueves, 25 de abril de 2024
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Dale dale con el look

Escribe: Mario Cuevas

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Las nuevas generaciones no lo conocieron, pero vale la pena hacerlo, fue un forastero que surcó fugazmente el firmamento del rock argentino. Luca Prodan llegó al país acorralado por las drogas, buscando en las sierras cordobesas un motivo para escaparle a la heroína y al gin. Dejaba atrás una historia increíble de fugas de colegios, hospitales y establecimientos militares; un cargado currículum de extraños trabajos y dos ciudades, Londres y Roma, como faros en su vida. A fines de los 70 recibió correspondencia de su amigo y ex-compañero de colegio Timmy McKern que le escribía desde un extraño lugar recóndito en la Argentina. Y allí se dirigió Luca, sin saber que aquí descubriría la ginebra, pasaría los últimos días de su vida, dejando una huella indisoluble en el movimiento musical argentino.

El adelantado

Llegó a nuestro país con una formación musical y un caudal de información que sus pares argentinos no tenían. El mundo todavía no se había globalizado y los músicos de aquí no conocían los grupos y movimientos que Luca había presenciado en vivo y en directo. Aparte de estar alejado de las rencillas domésticas, parecía que estaba un paso más adelante que el resto en cuanto al conocimiento hacia donde se dirigía el rock en los ’80. En Londres había visto todo; desde Rolling Stones, Pink Floyd y Genesis hasta las nuevas bandas, el punk, además de Bob Marley, Lou Reed y David Bowie.

El mapa genético musical de Luca está plasmado claramente en su obra solista y en la de Sumo. Desde su título, “Divididos por la felicidad” (1984), el primer disco formal de Sumo, demuestra la predilección que tenía Luca por Joy Division, la agrupación del malogrado Ian Curtis (decidió dejar este mundo luego de retratar con agonía y desesperación el hastío de su generación). Lou Reed era otro de los preferidos de Luca, esa rara habilidad que tiene el neoyorkino para plasmar historias de desclasados con pluma de literato cautivó al pelado que lo homenajea en ‘Heroína’ (“Llegando los monos” (1986) y en ‘Billy’, tema de “Perdedores hermosos” (1986), uno de sus dos discos solistas. Ese álbum contenía también ‘Canción de Nick’, tema dedicado a Nick Drave, delicado trovador melancólico que terminó con su vida en 1974 y siempre estuvo presente en los genes de Prodan. En el mismo “Perdedores hermosos”, que Luca grabó en la etapa anterior a Sumo, interpreta a David Bowie, otra gran influencia, principalmente en los días de “Space Oddity” (1969).

Aunque nunca estuvo de acuerdo con la filosofía rastafari, Prodan fue un gran amante del reggae. Formó la Hurlingham Reggae Band para darse el gusto de versionar el repertorio de Bob Marley y Peter Tosh, material que intercalaban con temas propios con base reggae (estos últimos pasaron a integrar el repertorio habitual de Sumo.)

Lengua filosa

Luca, irreverente por naturaleza, a menudo era despiadado con sus pares. Dentro del ambiente son célebres algunas de sus declaraciones en las que arremetía contra las figuras del rock vernáculo. “Ahora los aparatos electrónicos hacen que cualquier boludo venga y haga un tema – declaraba en el Sí de Clarín en 1987 – Por ejemplo, si vos sentás acá a Gustavo Cerati y al de Virus, Federico Moura, le das una guitarra y le decís, bueno, peláte un blues, pelá algo que me llene. Y no sale nada. O si agarrás a ése, Daniel Melero, y le decís que toque cualquier cosa, una canzonetta italiana aunque sea, no importa, mientras la toque bien… y no sale nada.”

Arremetía sin piedad contra todos y se reía de muchos rockeros locales que en el escenario se mostraban de una manera y luego regresaban a la comodidad de sus casas burguesas. “Yo, cuando llegué, era un desconocido, casi no hablaba español, pelado… – contaba en 1986 en la revista Rock & Pop – El primer show en Estudiantes me llevaron a recorrer todo, me trataban como si fuera un mago. Y yo era un pobre hijo de puta que había venido acá para dejar de tomar heroína. Les vomité el piso; no por ellos, lo que pasó es que me sentía mal. Me acuerdo que se me rompieron los pantalones. ¿Qué fuckin rock star argentino hace un show con los pantalones rotos que se le ve el culo? Y yo no lo hacía para demostrar nada. ¡Se me rompieron, loco!”

Dale dale con el look

En su última etapa, cuando hablaba mejor el español y ponía su ojo clínico de forastero en el escenario y los personajes locales, Luca compuso ‘Mañana en el Abasto’, uno de sus más sentidos legados. “Es un tema que salió en la etapa final de Sumo – comenta Germán Daffunchio, guitarrista del grupo – cuando Luca ya estaba mucho más ‘aporteñizado’. Su visión, su descripción del barrio y de la gente son fantásticos. Eso fue lo que le voló la cabeza a Fito Páez y a muchos otros compositores: esa percepción propia de un tango, porque tiene algo de Sur, paredón y después…”

El saxofonista Roberto Pettinato quería incluir hits en el repertorio de Sumo para que el resto de los discos tenga su soporte y de esta manera llegar a más gente, Luca no pensaba lo mismo. “Me piden todo el día ‘La rubia tarada’ que es un tema tarado”, solía decir sobre esta canción firmada por Prodan, Daffunchio y Arnedo, producto de una visita de Prodan a la disco New York City.

‘Los viejos vinagres’ es otro caso típico. La idea original era de Pettinato: una canción de chicos de colegio que despotricaban contra los viejos. Con una marcada base funk, el demo original estaba cantado por Pettinato, pero luego lo tomó Luca y le dio un nuevo giro, como cuando le incorporó la frase: ‘dale dale con el look, pero no termines como el Capitán Cook’. Amante de los libros de aventuras, Prodan citaba al capitán Cook, marino que llegó a una remota isla de Hawai cuando las constelaciones les favorecían. Los nativos recibieron al capitán y su tripulación como enviados divinos, fueron agasajados y recibieron las mejores atenciones. Al tiempo parten con su barco, pero una tormenta los hace regresar. Desafortunadamente, el calendario astrológico había cambiado y el Capitán Cook y su tripulación terminaron devorados.

La frase ‘juventud divino tesoro’ estaba extraída de un tema inédito de Sumo donde se burlaban del programa de tv ‘Feliz domingo’ de Silvio Soldán’. Años después Pettinato confesó haber caído en la cuenta que ya existía una película argentina con el mismo título.

Cuenta el mismo Pettinato que la letra llegó a ser extensa, siempre basada en los dos tópicos centrales, el de los viejos y el del look, la facha. Pero cuando Luca lo interpretaba se transformaba en otra cosa. “Cuando el tema cayó en manos de Luca cambió de tono. Cuando pronunciaba la palabra vinagre lo hacía con bronca, estaba hablando de su propio vinagre, del vino y la ginebra que le habían hecho mal, de su muerte que se venía.”

Tanto ‘La rubia tarada’ como ‘Los viejos vinagres’ fueron editados en 1987 en versión extendida para difusión radial, como novedad y para hacerlas bailables, hecho que a Luca le desagradaba profundamente, pero estos ‘extended play’ eran el último grito de la moda de ese 1987, año en que el Pelado se nos fue, un 23 de diciembre.

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