Tute, Fito, Dolina, Saborido, Pigna, Malena Pichot, Rada, Richard Coleman, Nebbia, Lebón, Ulanovsky, Mex Urtizberea y siguen las celebrities, son entrevistades por Gillespi (álter ego del músico y humorista Marcelo Rodríguez) en su ciclo radial La hora líquida, que se emite por Nacional Rock y que en esta interminable etapa de cuarentena light se realiza a distancia, con el anfitrión en su casa y el invitado en la suya. Lo interesante del caso es que, para aquellos que no escuchan el envío en vivo por la frecuencia 93.7, todos los programas quedan disponibles en YouTube, con imagen además de audio porque las charlas salen también por Instagram y Facebook Live.
La galería de convocades lo dice todo: historiadores, periodistas, humoristas y especialmente músicos (casi ningún deportista), todos con años de experiencia y prestigio en su oficio, y sólidos conceptos para compartir con el otrora ocasional trompetista del grupo Sumo y más tarde de Las Pelotas.
En la mayoría de los casos, en particular cuando se trata de músicos, la conversación es entre amigos, con un tono coloquial y divertido que invita a la empatía con el espectador/oyente. El diálogo no respeta un guion rígido, aunque el creador del personaje Aníbal Hugo, que debutó de la mano de Pettinato y Bonadeo en el programa Orsai a la medianoche, se nutre de datos biográficos de cada convocado para guiar la conversación. En el caso de sus colegas, conoce su vida y su obra, por haber compartido los mismos circuitos en los bullentes años ochenta en Buenos Aires (a veces, sabe hasta lo que no se puede contar). El temario incluye lo público y lo privado, surgen durante la hora de entrevista cosas que sabemos todos y otras que no, que en ocasiones pueden incluso alcanzar el estatus de revelaciones. Cada quien habla de sus gustos y costumbres, de su camino, sus sueños, sus incertidumbres, sus amores, pasiones, dolores. Todo, atravesado por la pandemia, de la que no pueden escapar ni los indolentes.
La hora líquida tiene algo de Decime quién sos vos, el envío de Eduardo Aliverti por Radio Nacional, aunque es más desestructurado y quizá por eso suene más fresco, más como una charla de café sin pretensiones academicistas.
Como tantos (o no tantos) ciclos colegas que han surgido en estos meses o se han reinventado por imperio de la peste, el programa de Gillespi vale la pena porque entretiene y estimula la reflexión y el pensamiento, en un clima de calidez y buen tono desusado hoy en una tv enferma de panelismo, opiniología, histeria y frivolidad. Si se quiere, y sin hacer catecismo, también invita a la esperanza
Chino Castro
