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Cardo o ceniza

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Escribe: Mario Cuevas.

Cómo será mi piel junto a tu piel, cardo, cenizas,  cómo será…

Si he de fundir mi espacio frente al tuyo

Cómo será tu cuerpo al recorrerme y cómo mi corazón si estoy de muerte…

Se quebrara mi voz cuando se apague, de no poderte hablar en el oído

Se quemara mi boca salivadade la sed que me queme si me besas

Cómo será el gemido y como el gritoal escapar mi vida entre la tuya

Y cómo el letargoal que me entregue,cuando adormezca el sueño entre tus sueños.

Han de ser breves mis siestas, mis esteros despiertan con tus ríos

Pero, pero como serán mis despertares, cada vez que despierte avergonzada

Pero… como serán mis despertares, cada vez que despierte avergonzada… Tanto amor y avergonzada…

 

Esta canción unió para siempre a dos grandes artistas de Latinoamérica, Chabuca Granda la escribió pensando en un tramo importante en la vida de Violeta Parra. ‘Cardo o ceniza’ unióa estas dos mujeres luchadoras: una, peruana, lo hizo contra los prejuicios y el mandato de una sociedad pacata y conservadora; la otra, chilena, contra los fantasmas del desamor y la abulia de parte del pueblo chileno.

De su nacimiento, Chabuca solía decir: “Nací en los Andes, a 4.800 metros sobre el nivel del mar, en las CotabambasAurarias, provincia de Cochasaywas, asiento minero del Progreso, en el departamento de Apurímac en el Perú. Allí nací, entre vetas de oro, amor y sacrificio… Soy, pues, hermana soberbia y orgullosa de los cóndores; nací tan alto que solía lavarme la cara con las estrellas”.Su padre, administrador de una mina de oro e integrante de parte de la alta sociedad limeña, le brindó una niñez sin sobresaltos. Integró coros de niñas, demostrando que había un innegable talento musical en potencia. Ya casada, formó parte del grupo Luz y Sombra, junto con Soledad Mujica.

La propia Violeta Parra cuenta en décimas su niñez: “De Santiago pa’ Lautaro con siete crías colgando, petacas y monos andando, busca mi taita reparo. Su capataz l’hizo un aro diciendo: Mire, Parrita, la cosa está aquí malita, se le traslada p’al Sur, acomode su baúl, recíbame esta platita.

Mi taita fue muy letrario: pa’ profesor estudió y a las escuelas llegó a enseñar su diccionario…”.

Desde su infancia en el campo, la niña Violeta y su hermano Lalo, montaban espectáculos circenses. A los nueve años Violeta tocaba la guitarra y a los doce compuso sus primeros temas. Al comienzo de la década del treinta muere su padre y Violeta se radicó en Santiago, invitada por su hermano Nicanor. Allí completó sus estudios y se ganaba el sustento diario con un dúo folklórico conformado con su hermana Hilda. Se casó con Luis Cereceda, el tormentoso matrimonio duró casi diez años y le dejó una enseñanza: no nació para ser una mujer casada. Comenzó a viajar para investigar el folklore chileno, constituyéndose en testigo de las miserables condiciones de vida de los mineros, campesinos ymapuches. Semejante escenario tallaría para siempre su arte… y su voz.

Cuando se inició comosolista, Chabuca Granda comenzó a escribirle a la Lima colonial, engañando los ritmos del vals peruano. Lo demuestran sus composiciones más conocidas de esa etapa, ‘Puente de los suspiros’, ‘Fina estampa’ y ‘La flor de la canela’, esta última dedicada a Victoria Angulo, distinguida dama de raza negra, de quien Chabuca solía decir:“Yo soy la famosa, pero yo no sería nadie sin Victoria Angulo”. A comienzos de los años 50 Chabuca se divorció y su vida cambió para siempre. La sociedad conservadora la trataba como paria, la situación la obligó a sostenerse económicamente, lo hizo con su mejor arma: el canto.Se sumergió en el folklore negro peruano de la mano de Nicomedes Santa Cruz, su visión de escritora se amplía y compromete. Le dedicó canciones a Violeta Parra y compuso  ‘Las flores buenas’ para el poetaJavier Heraud (asesinado en 1968, durante la revolución del general Velasco Alvarado que derrocó al presidente Fernando Belaúnde Terry).

En octubre de 1960 Violeta Parra conoció al suizo Gilbert Favre, ella tenía 43 años, él 25. Favre, músico y antropólogo, recorría el mundo sin más equipaje que su clarinete y sus discos. Amante del folklore latinoamericano, comenzó a tocar la quena y su curiosidad innata lo llevó a conocer a Violeta Parra.La conexión fue inmediata. Enamorados, partieron a Bolivia dónde Favre se interesó por la música andina, compartiendo experiencias junto al guitarrista Alfredo Domínguez y el charanguista Ernesto Cavour. Allí integró la agrupación Los Jairas (le llamaban ‘el gringo’). Luego partieron hacia Ginebra, alternando su estadía entre Suiza y Francia.Durante esta relación, Violeta compuso canciones que son fundamentales en su repertorio. Unas de tinte político y social: ‘Miren como sonríen’; o ‘Arauco tiene una pena’: otras del corazón, tormentosas, profundas, sangrantes. En ‘Corazón maldito’ Violeta se desgarra cantando: “Corazón maldito sin miramiento, sí, sin miramiento, ciego, sordo y mudode nacimiento, sí, de nacimiento.Me das tormento…”; y en ‘Que he sacado con quererte’, expresa su pesar insondable: “Qué he sacado con la sombra, del aromo por testigo y los cuatro pies marcados, en la orilla del camino, ¿quéhe sacado con quererte, clavelito florecido, ay ay ay…” ¿Anunciaba Violeta con estas canciones un final inevitable?

Cuando vuelven a Sudamérica, Favre decidepartir solo hacia Bolivia. Violeta, desgarrada, regresó a Chile. Levantó la Carpa de la Reina, un amplio espacio que utilizó como centro artístico con talleres de guitarra, pintura y artesanía. Desconsolada, allí escribe ‘RunRun se fue pa’l norte’ (“Run-Run se fue pa´l Norte, no sé cuándo vendrá / Vendrá para el cumpleaños de nuestra soledad /A los tres días, carta con letra de coral, me dice que su viaje se alarga más y más…”). Tiempo después, en 1966, cuando Violeta viaja a Bolivia, se encuentra con unFavre casado. Se hundió en el alcohol y en una profunda depresión. Se conjetura que semejante estado emocional, sumado al fracaso artístico de la Carpa de la Reina, le llevó a suicidarse  el 5 de febrero de 1967, a los 49 años.

‘Cardo o ceniza’ quedó como testigo de la profunda huella que nos dejó Violeta Parra, y de ese amor que Chabuca Granda retrató sabiamente: “Pero cómo serán mis despertares, cada vez que despierte avergonzada, tanto amor… y avergonzada…”

 

El músico y productor peruano Jaime Cuadra rescató una grabación de Chabuca Granda presentando la canción de manera especial. Cuadra utilizó estas palabras como introducción parala versión que publicó de ‘Cardo o ceniza’, cantada por Eva Ayllón: “Cuando supe los motivos de la irreparable muerte de Violeta Parra, comencé con estos ritmos hondos a hacer la pequeña juglería de estos motivos – dice Chabuca – Violeta era una señora mayor que yo, seis años, y se enamoró de un joven de la edad de mi segundo hijo. Él también la quiso inmensamente, pero tan sólo un año. Y cuando este joven suizo, quenista, abandona a Violeta. Violeta, que probablemente no sabía que todo artista está condenado a una inmensa soledad, pero debe saber disfrutarla, se fue a Bolivia y en La Paz, se dio un tiro en la sien. Dicen que con su cabeza quebró su guitarra… y estas coplas, que hablan en primera persona, y por landó, se llaman ‘Cardo o ceniza’.”

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