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miércoles, 24 de abril de 2024
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Biodanza, una terapia alternativa para conectarse con la interioridad

El espacio trabaja en base a cinco líneas: afectividad, creatividad, vitalidad, trascendencia y sexualidad.

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Se llevan a cabo los miércoles de 18 a 20 en la biblioteca Rivadavia clases de biodanza, abiertas a interesados en general y sin ningún requisito, sólo inscribirse previamente. Que cada quien aprenda a ‘danzar sus emociones’, es el propósito y la tarea del espacio. 

El instructor es Marcelo Fabián Reyes, quien dijo a este diario que se trata de una terapia alternativa que “no suplanta competencias de la ciencia como la medicina, la psicología o la psiquiatría”, sino que “viene a sumar” o complementar otros trayectos.

La biodanza fue creada en los años sesenta por el chileno Rolando Toro Arameda, quien observó una creciente necesidad de que los pueblos volvieran a conectarse con la interioridad del ser tras las infaustas experiencias de las guerras de esa época, tanto las mundiales ocurridas unos años antes como las civiles que tuvieron lugar al interior de algunos países. “Biodanza sería la danza de la vida, esa es una de las traducciones que hay. No es algo coreográfico, por eso no es necesario saber bailar. Sí hay una consigna, para darle un marco al ser y que pueda moverse a partir de esa música, cosa que cada cual hará de acuerdo a sus posibilidades y motivación, porque no hay que seguir un patrón de movimiento”, explicó Reyes. Que cada quien pueda ‘danzar sus emociones’ es el propósito para el que trabajan los facilitadores, que esa sería la denominación más adecuada para la figura de quien conduce una clase de biodanza.

Esta terapia ayuda a mitigar la depresión (si bien nadie superará ese trastorno sólo haciendo biodanza, remarcó Reyes) y a aumentar la vitalidad, entre varios otros beneficios. 

El espacio que coordina el facilitador bolivarense, que paralelamente continúa profundizando su formación en Olavarría, trabaja en base a cinco líneas: afectividad, creatividad, vitalidad, trascendencia y sexualidad. Con respecto a la creatividad, Reyes explicó que, aunque no lo sepamos o asumamos, todos/as lo somos en ámbitos cotidianos, no sólo un artista. Por ejemplo, quien abre una heladera o alacena y debe crear un plato con lo que encuentra, estará poniendo en acción su creatividad. En cuanto a la afectividad, señaló que “hoy quizá más que nunca estamos carentes de ella, en esta sociedad tan pendiente de lo tecnológico y lo virtual, que a veces nos aleja del ser”.

Cada clase tiene un costo de 800 pesos (quien abone el mes completo tendría una bonificación), pero si a alguien le resulta dificultoso, está abierta la invitación a dialogar con el facilitador para buscar una alternativa, ya que su intención es que ningún interesado se quede sin realizar esta experiencia. 

Este miércoles se llevará a cabo la segunda clase, en el auditorio de la institución cultural con sede en Las Heras 80. (Será feriado, pero la biblioteca, a la que Reyes agradeció su confianza y disposición, abrirá igualmente para la realización de esta actividad.) Los/las interesados deben inscribirse a través del 2314-532835 (mensajes de texto, whasApps o llamadas).

Una aproximación

En un texto enviado aquí por el propio facilitador bolivarense, se brinda una descripción sobre los alcances y características de esta disciplina: 

La biodanza es un sistema de integración humana, de renovación orgánica, de educación afectiva y de reaprendizaje de las funciones originarias de la vida. Su metodología consiste en inducir vivencias integradoras a través de la música, el movimiento y situaciones de encuentro de grupo. La música es un lenguaje universal y en biodanza tiene la función esencial de evocar vivencias. El material utilizado por el sistema es previamente sometido a un estudio de sus contenidos emocionales, para evaluar los efectos orgánicos que promueve y el tipo de evidencia que busca. La biodanza no es practicable individualmente, resulta eficaz cuando se realiza en un grupo integrado en lo afectivo que ofrece posibilidades diversas de comunicación, y sirve de continente afectivo para cada uno de los que intervienen en la realización de esta vivencia. No propone un modelo de comportamiento a cada individuo. Este entra en contacto consigo mismo en un proceso de integración que ofrece su propio modelo genético de respuestas vitales. El sistema es abierto a la comunidad. Esta noción implica formas de vínculo con el mundo exterior que se caracterizan por la tolerancia y el respeto de la diversidad, e incluye entonces a la humanidad como tal sin discriminación por raza, sexo, edad, estado de salud, cultura o disponibilidad de medios económicos.

Chino Castro

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