19 de diciembre de 2022
Bolívar, como tantas otras ciudades de país, celebró ayer desenfrenadamente el triunfo de la Selección Nacional de Fútbol y la obtención de la Copa de Mundo, la tercera que Argentina cosecha desde aquella primera de 1978 y la última de 1986.
Como sucede siempre sucede en cada celebración que conmueve al vecindario local, respondiendo a una auto convocatoria espontánea, la gente salió a las calles y copó la avenida San Martín para hacer foco y epicentro en el mástil central, que por momentos pareció temblar -quizás de emoción- con los cánticos y saltos de dos millares de bolivarenses.
Sin embargo, no todo transcurrió allí, porque los sectores aledaños a las plazas principales también registraban celebraciones y abrazos. Y una nutrida caravana de automóviles, camiones y motos que transportaban rostros sonrientes, casi todos ellos envueltos en la bandera celeste y blanca.
Se cantó y se bailó por espacio de casi dos horas y luego, muy lentamente por cierto, la ciudad comenzó a recuperar la calma. Sin embargo, cuando el cronista de este diario estaba en plena tarea de escritura de este breve comentario pasada la hora 20, todavía resonaban algunas bocinas y el sonido de un tambor, a lo lejos, daba muestras de que había varios que no querían renunciar a la fiesta a la que pensaban estirar todo lo posible.
El puño apretado, esta vez, fue solamente signo y señal de victoria y hasta de acuerdo cómplice con el desconocido, que por un rato nada más se transformó en amigo. Hubo abrazos por doquier, incluso algunos reconciliatorios y, más allá de la euforia, brilló la ternura en las caritas frescas, divertidas, de los niños.
La noche apagó la estridencia de los festejos; pero ni ella ni nadie podrá ponerle fin a la alegría.
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FUEGO
Los Bomberos Voluntarios actuaron rápidamente y extinguieron las llamas. No hubo heridos pero sí importantes daños materiales.