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viernes, 19 de abril de 2024
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Antes de que se enferme el sol

Algunas deudas municipales relativas al Covid.

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Hay varias cosas que el gobierno municipal debería decir ya. Cortar antes de que en su área lluevan más centros con destino de red. Hacer política. Tranquiles, es caja chica: nadie pide pulverizar la pobreza en el distrito ni publicar una ‘radiografía’ de los nuevos y rimbombantes desembarcos empresariales en el pago apadrinado por nuestro buen Marcelo Hugo.

1: La población está hastiada y cuesta cada vez más armar las huellas epidemiológicas. La colaboración y el compromiso van a menos, todos los días hay nuevos contagiados que ‘remolonean’ sus contactos. O que no completan la cuarentena. Ni hablar si son estrechos y su hisopado dio negativo.

También está cansado el personal municipal que viene desempeñando hace un año una tarea heroica, aunque los medios no hablen de él y ya nadie lo aplauda por la ventana. Equipo conducido por la secretaria de Salud, Mary Jofré, una mujer mucho más preparada de lo que creen los perezosos y los odiadores que imaginan a un Foucault en la calva de Carlos Pagni.

La única que no se fatiga es la pandemia. Incluso se renueva para continuar sorprendiendo (matando), como esos artistas de rock medio cachuzos que se juntan con los pibes del trap para seguir vigentes.

2: En Bolívar se hisopa más, porque tenemos el LABBO. Nuestros números son más ‘sinceros’ que los de municipios que no cuentan con tamaña herramienta. Pero la gestión no ‘bate el parche’, no hace política y se priva de anotar un gol, con lo que cuesta llegar al área rival. Poner la tilde allí contribuiría a llevar calma a gente que cada noche se acuesta ‘con el Jesús en la boca’ tras revisar los números del día.

3: No se insta a que, para hacer docencia/fortalecer conciencias, salgan a brindar su testimonio personas que superaron la enfermedad. O que perdieron a alguien. La muni podría organizar alguna suerte de programa, charlas de vecino a vecino. Hallaría decenas de almas dispuestas. El testimonio de un recuperado o de un golpeado quizá penetre más que la gastada cantinela de la distancia social, el laváte las manos, usá alcohol en gel hasta que las falanges te queden como a Michael Jackson y salí lo indispensable. Porque un ancho porcentaje de la población se auto deleteó la peste y se pavonea con unas temerarias, incívicas libertades que en rigor nadie posee en un mundo que sigue groggy, salvo que esté dispuesto a mudarse a la montaña y ya que está lance la revolución, arrebatándole las descoloridas banderas al siempre conteste trotskismo.

Sería miserable baldearle la culpa a Pisano de que ya casi nadie porta barbijo, ni de que tantos anden a los abrazos y amontonados en restoranes, cafés, patios artísticos y dionisíacos asados del reencuentro. O pedirle mano dura: imagináte cómo reaccionarías si la guardia urbana para a tu hijo por circular sin tapabocas. O si desbarata un tributo a Robyn Hitchcock porque cuatro ñatas medio puestas babean media platea coreando a la ‘Flaca’ Tiani.  O si te detiene a vos, tan legalista que sos.

Tampoco es tan fácil reclamarle que aplique aleccionadoras multas a los promotores de fiestas clandestinas, a las que no concurren lúmpenes de rincones caídos de la mano de Dios. Siempre señalamos que en Argentina sólo van presos los ladrones de gallinas. Corre acá. Y si Pisano se pone en toro a lo Zurro, acaso vecinos que no asisten a esos ‘tumores del covid’ se pronunciarían en favor de los infractores, en general un piberío cool. Sobran ejemplos de ladrones de gallinas y, peor aún, de honestos, que marchan en defensa de los chorros de ‘guante blanco’, también conocidos como hilitos de agua. Sí que hay que exigirle a Pisano en la materia, nunca sin antes mirarse al espejo.

Fijate a quiénes les cortó la luz la Cooperativa Eléctrica el finde y tendrás otro fotón de cómo está organizada nuestra sociedad. Una sociedad en la que, como observó la pensadora Graciela Borges respecto de la pandemia pero podría ser sobre cualquier asunto, los que más se quejan no son los que peor están.

La Comuna también podría instrumentar alguna movida con el testimonio de vacunades que la pasaron bomba. Bien cabría montar un spot para el Me enCanta virtual, empalarlo entre plaqueta a ilustre y plaqueta a ilustre. O dar más rodaje publicitario a lo que ocurre en el centro vacunatorio, donde las sonrisas, la confianza y el optimismo golean al miedo, el fastidio y la incertidumbre. Para despejar los (pocos) temores que aún subyacen sobre cómo es vacunarse. Con lo que cuesta armar un full, diría Indio Solari.

4: El criterio de la campaña no termina de estar claro, lo que no implica que no lo haya. Así como eufóricos, hay cada vez más personas mayores preocupadas/molestas, todes conocemos a algún joven ya vacunado sin ser personal de salud ni docente, cuando no se terminó de inmunizar a mayores de setenta que se inscribieron cuando las copas de sidra aún burbujeaban sobre las frágiles mesas de los argentinos. Algunos de esos viejos ya llevan un año asilados en la cocina, y ahora se los castiga demorándoles sus dosis. O eso sienten: que hicieron los deberes y los mandaron a marzo (o a abril, o mayo, o andá a saber). Con el fantasma de la ‘segunda ola’ acercándose. Alguien debe salir a brindar tranquilidad, a ‘sembrar’ paciencia. A hacer política anticipándose. A machacar con que a los turnos los asigna Provincia y con que hay vacunas aún no autorizadas para viejes.

Claro que es mucho más fácil la cátedra de cotillón que organizar, en cualquier distrito, un plan de vacunación inédito, por ser el más grande y complejo en la historia argentina, y es obvio que si ponemos la lupa en la provincia o el país encontraremos imperfecciones mucho mayores. Para no hablar de acomodos, desvío de dosis, Gilés ni del desastre porteño de un Larreta cuyo nivel del blindaje mediático es sólo equiparable al de Marcelo Gallardo, pero peor porque lo suyo no es fútbol. Por eso es menester explicar mucho, explicarlo todo. Llegado el caso, con Pisano    munido de filminas a lo Albertoángel. Para evitar que pelotas fáciles sigan quedando en la red, porque el partido avanza y enfrente -entre nosotres- hay mucha gente jodida que con tal de ver fracasar al peronismo K celebraría que la pandemia siguiera arrasando, con la muerte como un corcel desbocado, que en Argentina surgiera una cepa peor que las más letales y que se acabara la vacuna. Le vendieron su alma al diablo y con la plata se compraron un libro de Majul y un anillo de Carrió.

Hasta la bomba más grande se desactiva con política, pero sin política, un chasquibum puede transformarse en napalm.

La política no consiste únicamente en anuncios e inauguraciones. Tal vez, como en el boxeo, se gana por demolición, no por un golpe. Tyson hubo uno solo, y no terminó bien.

Varias cosas por hacer, aunque ninguna es publicar el listado que requirió el ex concejal García en efervescente carta pública al intendente.

El bien le birló al mal una batalla decisiva: fue cuando el pueblo comprendió que la vacuna es la salida, tras meses de ser inyectado por la massmedia con que la ‘infectadura’ le colocaría una pócima komunista mucho más cruel que la ‘gripecinha’. Los números nacionales de contagiados y fallecidos por fin empezaron a bajar en los días en que la campaña comenzaba, y la calma se filtró por las hendijas de una amplia mayoría de hogares como una brisa dulce tras un año de puro invierno. 

La democracia, que siempre es débil porque es sensible, logró ese set de un match largo, enmarcado como todo en la mentada ‘batalla’ cultural que en verdad es una ‘guerra’. Pero el partido continúa, y la pandemia también.

Es hora de reaccionar, antes de que se enferme el sol.

Chino Castro.

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