Diario La Mañana. San Carlos de Bolívar +54 9 2314 53 5776

jueves, 28 de marzo de 2024
25.7 C
San Carlos de Bolívar

“Amo mi trabajo y a esto no lo tomo como una hazaña; pero el apoyo de la gente me hace pensar”

- Publicidad -
- Publicidad -

Esta semana llegó a Bolívar Andrés Justel, luego de haber experimentado su tercer Rally Dakar, en este caso en Arabia Saudita, como mecánico del piloto de Ezeiza Tobías Carrizo. Pocas horas antes de que se llegara fin de año, Andrés y el resto del grupo que acompañó al piloto más joven de la competencia estuvieron en tierra árabe; antes, tuvieron pasar algunas peripecias debido a la cancelación de vuelos, pero una vez instalados en el sitio de la competencia, estuvieron enfocados en “dar la vuelta” y lo consiguieron.

 

En el arribo a Bolívar, Andrés fue recibido frente al Club Estudiantes por familiares y amigos, que llegaron hasta allí para felicitarlo y estrecharse en un abrazo porque finalizar un Dakar significa una proeza, tiene algo de épica.

Ya en su casa, descansando después de muchos días de horas cambiadas y sueños postergados, Andrés le contó a La Mañana de qué se trató este nuevo paso en su carrera profesional.

 

– La experiencia fue linda, nueva, diferente a las anteriores. Fui con gente que no conocía, así que fui con algo de incertidumbre porque no sabía con qué me iba a encontrar. No conocía en profundidad al piloto ni a su familia, que lo acompañó; además, al cuatriciclo no habíamos podido probarlo demasiado… Había muchas cosas nuevas por conocer durante la carrera; diferente al hecho de viajar con Gastón (Pando), con quien ya tenía más confianza y nos conocíamos desde tiempo antes de viajar a un Dakar y ya íbamos con varias carreras hechas los dos juntos. De alguna manera, esta vez fui solo. Pasé fin de año lejos de todos mis conocidos, así que fue todo bastante “raro”… Sin embargo, una vez que arranqué de Bolívar estuve muy enfocado en lo mío, en mi trabajo, en tratar de hacer todo super bien para que salga al menos bien.

 

 

El Dakar arrancó en el aeropuerto

– Tuvimos un problema con los vuelos, casi nos quedamos afuera del rally porque no podíamos viajar. Las ilusiones se estaban yendo porque los vuelos iban cancelándose debido a la pandemia. No podíamos creer que nos pasaran tantas cosas desde el arranque. Estuvimos todo un día en el aeropuerto y no podíamos viajar. Suponíamos que eso ya formaba parte del Dakar; llegó un momento que no sabíamos qué pensar…

 

En ese momento estuve muy triste. Se estaba yendo la ilusión de viajar a otro país, competir junto a los mejores del mundo y ponerme a prueba en la atención de un vehículo que no fuese el de Gastón. Parecía que todo eso se estaba yendo a la basura pero por suerte pudimos viajar y una vez que llegamos a Arabia dije “bueno, estamos acá, listo…”

Después vinieron los nervios de llegar muy sobre la hora, de cumplir con los hisopados obligatorios… Yo tenía que armarle todo el instrumental al cuatri porque acá en Argentina no pude hacerlo ya que no había y sí o sí teníamos que comprárselo allá, a la Organización del Dakar. Entonces la brecha de tiempo era muy corta para dejar el cuatriciclo en condiciones, hubo que trabajar contrarreloj pero llegamos a armar todo. Pasamos la verificación “10 puntos”. Los chicos que estaban de comisarios deportivos y en la Técnica son argentinos y los conocía, a algunos de otros Dakar y a otros muchachos los conozco de las carreras de Superbike. Fueron muy macanudos y nos ayudaron con el idioma tanto al piloto como a mí, porque a veces nos hablaban en francés, a veces en inglés. Creo que habría que tomar unas clases de inglés si esto sigue creciendo y seguimos progresando…

 

La carrera

– Este Dakar fue muy distinto a los que se hicieron acá en Argentina. Para mí, fue un poco más “suave”, porque acá tenés mucha variedad de suelos. En Arabia era todo arena y piedras, algunas muy grandes porque el  cuatriciclo llegaba muy roto al vivac después de cada día… Acá en Argentina los pilotos se encontraban con agua, barro, arena, fesh fesh, y a eso había que sumarle el calor que tuvimos, porque allá el clima era más llevadero, si bien hacía calor, tampoco era tan agobiante como el de Fiambalá, donde hace 55 grados… Allá te ponías a la sombra y estabas bien, no era un calor insoportable.

 

Por todas esas cuestiones, este Dakar fue un poco tranquilo que los otros. Igualmente eso no quita que haya sido duro, exigente, porque todos rompían algo de sus vehículos con las piedras, o habían encontrado dunas muy blandas, cortadas, habían volcado… Quedó un tendal de pilotos por diversos factores, y así es el Dakar, en un momento te da algo bueno y a los 2 segundos te puede dejar afuera, después de un sacrificio grande de todo un año.

 

El trabajo

– En el cuatriciclo tuvimos un par de problemas que pudimos solucionar. En un momento me pasó algo rarísimo, que nunca me había pasado, con el retén del piñón. Por suerte íbamos en un tramo de enlace, no había entrado todavía al especial, y justo alcancé a ver que perdía aceite por ahí. Lo desarmé, lo armé de nuevo y no perdió más… Si bien Tobías llegó tarde, igualmente le permitieron largar el especial. Así evitamos que se rompiera el motor; si yo no iba detrás de él, habría fundido el motor. El piloto no podía darse cuenta que el cuatri estaba tirando el aceite y a los pocos kilómetros se le hubiese “agarrado”.

 

– Después, en la anteúltima etapa, debido a las piedras quebró la pisadera, el chasis, y un “fierro” ha ido rozando una manguera de agua, “degollándola”… A esto también lo vimos cuando le hicimos una revisación general rápida; yo quería acomodarle la pisadera hasta que llegara al campamento pero vi que había agua. Le pregunté a Tobías si había pasado por algún lugar donde pudiera haberse salpicado, pero vi que el agua era aceitosa y eso es por el refrigerante, así que me di cuenta que la manguera estaba por cortarse y la reparé rápidamente: la corté, la añadí de nuevo, le echamos agua y pudo llegar a terminar. Fue otro detalle que si no hubiésemos visto por estar encima del piloto, lo habría dejado afuera de carrera por falta de agua en la anteúltima etapa. Un poco de suerte tuvimos en esas cosas, primero porque vimos los problemas antes de que se agravaran y después porque pudimos solucionarlos en esos momentos difíciles de carrera.

 

El trato de los Carrizo

– Con respecto a la familia de Tobías, me quedé con una linda sensación. Me esperaba un trato más frío pero sinceramente fue todo lo contrario, me sorprendieron… Vi que es una familia muy unida y me hicieron parte de ellos desde el primer momento, me consideraron uno más. Nunca me faltaron el respeto, estuvieron atentos a que comiera, a mi lugar para descansar, y al igual que con “Toto” fuimos conociéndonos durante la carrera.

 

– Con todos tuve la mejor onda; con “Toto” podía pensar que al ser tan joven podría ser caprichoso, pero sinceramente se tomó las  cosas muy profesionalmente, con seriedad, y a cada tema que hablábamos lo analizábamos entre los dos y tomábamos decisiones juntos. Eso es lo que me gusta: que el piloto esté conmigo y podamos armar juntos una estrategia para ir mejorando. Por ejemplo “qué te parece si le doy 2 de precarga para mejorar la suspensión; qué pensás si le cambiamos la corona para que tire; ¿cómo será la etapa de mañana?..”

 

– Yo lo acompañaba al briefing para deducir cómo dejar el cuatri y ver con qué gomas íbamos a salir al día siguiente, cómo preparar la suspensión, la relación, con cuánta nafta… Un montón de cosas que analizábamos juntos y eso estuvo muy bueno. Los dos estuvimos muy enfocados, por eso se dieron las cosas.

 

Así que quedé muy contento con él y con su familia. Todavía “no caigo” de lo que pasó, de lo que logramos, pero agradezco el recibimiento que me hicieron. Estoy como “shokeado”; al ver estas muestras de afecto y escuchar lo que me dicen, me convenzo de que fue groso lo que conseguimos. A esto lo tomo muy profesionalmente, amo mi trabajo y no lo veo como una hazaña, lo tomo como que fui a trabajar, pero la repercusión en la gente me hace pensar. Durante la carrera hubo mucha gente que se interesó en esta “locura”, me mandó mensajes, me tiró buena onda, me dio fuerzas, me mostró su cariño… Incluso hubo gente que alentó aún sin conocernos. Todo eso fue muy importante para mí, así que estoy muy agradecido con toda esa gente porque nos  ayudó a no bajar los brazos y a darle para adelante hasta el final de la carrera.

S.M

 

 

 

 

 

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

Más Leídas

Edición Impresa

- Publicidad -
- Publicidad -
spot_img
spot_img