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Altas capacidades: poca contención escolar, prejuicios y chicos que sufren

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Por Ana C. Roche, de la redacción de DIB

Juan tiene cinco años. Va en el auto con su familia y, en el aire, suma los números de las patentes de los coches que van pasando, de tres cifras cada uno. Nadie le enseñó. Luciano tiene trece años y algunos problemas de conducta y rendimiento en la escuela. Entre las anécdotas familiares, siempre cuentan que a los siete meses caminaba, que a los dos años entró a la guardería sin pañales y también reconocía las letras. Julieta tiene ocho años. Siempre sabe todas las respuestas a las preguntas que hace su maestra, pero prefiere no levantar mucho la mano y quedarse callada. No quiere ser la nerd del grado. La situación no le agrada, le da mucha rabia. De eso tampoco dice nada. Esteban está en primer grado. Sabe sumar y restar. En matemática le enseñan que el número dos tiene la forma de un patito. Cuando llega a su casa, se larga a llorar. Cree que la maestra le toma el pelo y que sus compañeros son tontos. Martín no se queda quieto ni un minuto, excepto cuando lee cuentos o alguna novela de aventuras. Puede pasar varias horas sumergido en esas ficciones. Tiene seis años.

Más allá de que los nombres protegen la identidad real de los chicos, estas historias son ciertas y corresponden a niños platenses con una condición común: todos tienen altas capacidades intelectuales (AC). Pero, ¿qué implica esta situación? En primera instancia, pareciera remitir al viejo rótulo de los “superdotados” o al mote de “niños genios”.  No obstante, los relatos dejan entrever que ante una presunta autosuficiencia o inteligencia superior, en realidad, hay problemas en lo vincular, hay trayectorias escolares frustradas, hay emociones reprimidas y una situación reconocible y autopercibida de “ser diferente” muy difícil de transitar a tan corta edad.

Gabriel Finnegan tiene dos hijos en edad escolar y ambos tienen AC. Es miembro de La PlataAC (laplataac.org/) y de la flamante Agrupación de Padres de Niños y Adolescentes con Altas Capacidades de la Provincia de Buenos Aires, ApacBA (apacba.org), organizaciones que buscan principalmente visibilizar esta situación, tanto en la capital bonaerense como en todos los distritos de la provincia.

El foco de estas agrupaciones está en tender lazos entre las familias y en hacer que se conozca la temática, sobre todo para que las infancias de estos niños sean más placenteras. El horizonte de estas organizaciones está puesto en lograr herramientas de acompañamiento desde el Estado, para que las trayectorias escolares de estos niños tengan  sentido, y para que se les garantice su derecho a la salud en caso de necesitar acompañamiento psicológico.

“No los ven”, va a decir varias veces Finnegan en la charla con DIB. Y ese no reconocer al otro, se da por desconocimiento, tanto en las instituciones educativas como en el consultorio del pediatra o el psicólogo, a donde los chicos llegan ya con algún conflicto en el ámbito escolar y la etiqueta más común que se llevan es de la de tener Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, el famoso TDAH.

“Para estos chicos no hay profesionales de la educación especializados”, remarca Finnegan. “En la escuela siempre se dice lo mismo: “es  muy inteligente pero”, “es brillante pero”, “es re bicho pero”, y siempre tenés en ese “pero” todas las conductas que son generadas por la misma no atención”, subraya.

En tanto, entre las estrategias de acompañamiento escolar, está la aceleración, que es lograr que se habilite el pase de grado, de acuerdo a las capacidades intelectuales del chico. “No siempre es la salida correcta, pero para algunos casos es buena”, apunta Finnegan. El trámite es arduo y muchas veces el sistema pone trabas o directamente no da soluciones, y tampoco hay una normativa clara al respecto. “Muchas veces las familias pasan meses tratando de lograr el pase, pero mientras tanto, en el medio de la burocracia y la confusión, hay un niño o una niña que no la pasa nada bien, son criaturitas que sufren”, aclara este padre de dos niños con AC, que conoce la problemática en profundidad. Incluso, apunta, al final, “la resolución oficial les sugiere a las familias que se hagan cargo del seguimiento pedagógico de sus hijos con algún profesional que puedan sumar de su bolsillo al personal de la escuela”.

 

Evaluación y detección 

Celina Selva es psicóloga especializada en evaluar y acompañar a chicos y adolescentes con AC. Trabaja junto a una colega, una psicopedagoga y una maestra en el Equipo Interdisciplinario de Detección y Atención de las Altas Capacidades, con sede en la ciudad de La Plata. “Hasta hace poco esta condición se consideraba un trastorno, ya que estaba en la tipificación de los manuales de psiquiatría, pero ya no, ahora hay una normativa a nivel Organización Mundial de la Salud (OMS) que indica que el cuadro implica necesidades educativas específicas”, describe Selva. En la charla con DIB, apunta con preocupación a lo mismo que Finnegan: al desconocimiento general que existe sobre la temática y a la imposibilidad actual de su abordaje en las instituciones educativas.

Selva hace hincapié en que es necesario distinguir entre precocidad, talento y AC. Para entrar en la caracterización de esta condición se tienen que dar varios factores. “Precocidad es cuando un chico aprende a caminar más rápido de lo esperado para su edad, o aprende a hablar, o incluso a leer antes de comenzar la escuela, y talento es Messi, lo que hace con sus piernas nadie puede hacerlo, pero no sé cuál es su Coeficiente Intelectual (CI)”, grafica la especialista, para diferenciar los distintos cuadros.

Para hablar de AC, analiza Selva, “el chico tiene que tener una serie de características combinadas, puede presentar una precocidad motriz o intelectual o varias, pero además debe tener un nivel de inteligencia dos desviaciones más que la media desde la campana de Gauss (mide el CI), debe tener una creatividad muy alta en el sentido de poder resolver de manera novedosa ciertos problemas, son constantes en las tareas que le gustan, están muy estimulados por el ambiente, tienen necesidad de aprender cosas nuevas, pueden tener un nivel de lenguaje elevado para la edad y en muchos casos son etiquetados en el sistema escolar como “los revoltosos” y hasta son mal diagnosticados con TDAH”.

Además, otra de las cuestiones que presenta la condición de tener AC es lo que se llama disincronía evolutiva, que se define como una suerte de desfasaje entre la edad cronológica, la edad intelectual y la edad emocional. “Tenés tres líneas del desarrollo peleando constantemente. Por ejemplo, mentalmente el chico tiene una edad madurativa de 8 años, pero el desarrollo de su evolución emocional es de 5 y su edad cronológica es 6, por eso está en primer grado, y eso es lo más difícil de abordar en la escuela”, subraya Selva. 

En tanto, acerca de la incidencia en la población, Selva apunta que de acuerdo a las últimas estadísticas hay un chico cada 43, por lo que cada dos aulas seguro tenés un caso de un alumno con AC”. 

Otra característica importante de las AC se da en cómo se manifiesta en las nenas. “Hay índice de mujeres con AC pero como tienen mejor capacidad adaptativa terminan desarrollando otras herramientas simbólicas y sociales que les permiten pasar lo más desapercibidas posibles en el contexto áulico, pero no porque no tengan los mismos condicionamientos”, describe la especialista

Sobre el acompañamiento profesional, Selva remarca que se trata de que el chico resignifique su situación de forma positiva. “Cuando los terminamos de evaluar les decimos vos tenés capacidad para esto o aquello, y apuntamos a que puedan reconocer y racionalizar sus emociones”, subraya.

 

Provincia: dos proyectos de ley para generar visibilidad

La ley de Educación Nacional 26.206 hace mención a las AC en su artículo 93, pero sin profundizar en la problemática ni en un lineamiento claro para su abordaje en las escuelas. Además, cada distrito, tiene autonomía en materia educativa.

En la provincia de Buenos Aires, la diputada de Juntos por el Cambio Carolina Barros Schelotto, presentó este año un proyecto de ley que se encuentra en la Comisión de Educación de la Legislatura bonaerense. En él apunta a que las instituciones educativas tomen conocimiento en la materia y que además, se garantice el diagnóstico y atención de estos chicos desde el punto de vista de la salud.  Además, la semana pasada, ingresó otro proyecto, que con apoyo de varias organizaciones busca instaurar el 10 de agosto como el “Día Provincial de las Altas Capacidades”.

“Hoy estamos en un camino de transición, empezando a robustecer la normativa en cada una de las provincias que dé marco a las leyes nacionales”, expresó a DIB Barros Schelotto.

“Es necesario que todas las escuelas terminen de conformarse en espacios de inclusión, donde ésta no sea una opción sino un derecho que tienen todos los niños/as, es una deuda de nuestro país con las dificultades que presentan los niños con altas capacidades intelectuales y sus familias a diario”, señaló, y añadió: “Es un derecho de los alumnos recibir una enseñanza de calidad y es una responsabilidad del sistema estar a la altura para albergar a todos”. (DIB) AR

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