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jueves, 25 de abril de 2024
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Periodismo: Alberto Monte, el último puro dice adiós

Tras cuarenta años, se retiró un periodista pionero.

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El periodista más experimentado de Bolívar dijo adiós, tras cuatro décadas en medios gráficos y radiales. Alberto Antonio Monte deja tras de sí una marca como uno de los acompañantes y difusores claves de todos los episodios trascendentes del deporte bolivarense desde principios de los años ochenta, de cuando el periodismo se ejercía en la calle (vamos a decir en el campo de juego, tratándose de competencias deportivas) y no detrás de pantallas y en la maraña de redes sociales y plataformas digitales que han venido a renovarlo todo menos el corazón de un oficio que, en su inalterable condición de artesanal, hace la diferencia. Un difusor de todo lo trascendente pero también de esos episodios cotidianos o menores que no alcanzan las grandes marquesinas, en los que Monte también volcó su entusiasmo sin calcular su magnitud.   

En  cuarenta años -con un breve interregno entre 1999 y 2004-, este auténtico todoterreno del periodismo deportivo lugareño trabajó con todos, por poco no tocó con Colón, dirían Casero y Gieco en Ojo con los Orozco. Jorge Cieza, José Luis Piro, Duilio Lanzoni, Enrique Sacco, ‘Willy’ Centurión, Alberto Tomassini, Rubén Reguero, Sergio Merlo, Adrián ‘Nocho’ Herrera, Oscar Florencio Bissio (su mentor, el que lo convocó a integrarse al diario), Ángel Raúl Pesce y, últimamente, Sebastián Mesquida y Pablo Pequi, fueron sus socios en diversos emprendimientos periodísticos más regidos por la pasión que por la economía, principalmente en este diario pero también en FM Espacio, la recordada y pionera Radiodifusora Bolívar, la fugaz Del Libertador y alguna más. Relató y comentó fútbol, pero fundamentalmente ha sido un cronista de cuanta competencia deportiva se haya disputado en la ciudad, un ‘chapado a la antigua’ que nunca cometió ese ‘pecado’ tal centenial de ponerse por delante de lo que debe comunicarse. Un trabajador, con todo el peso de dignidad que esa palabra, tan mancillada, porta, alguien que cultivó un periodismo sencillo enfocado en informar y acompañar, jamás en dar cátedra como quien se sitúa sobre el cada vez más concurrido Monte Sinaí.

Durante los ochenta siguió las heroicas campañas de Independiente en los Regionales, las del ‘Gaucho’ Martínez Boero en el Turismo Carretera y las del ‘Paisano’ Norberto Santos, en su apogeo ciclístico nacional en esa época. En Radio Del Libertador, con Enrique Sacco, relató fútbol, y ya en Espacio se dedicó a comentar.

Con unos siete años de experiencia en radio en su mochila, en 1989 ingresó al diario LA MAÑANA (también fue cobrador de la empresa), a un equipo de Deportes que lideraba Jorge Cieza. “Duilio (Lanzoni) se iba en esos días, quedamos Jorge y yo. A veces se sumaba el ‘Negro’ Merlo, como fotógrafo y con alguna crónica. Sabía un montón, te aportaba desde el lugar que fuera”, tributa Alberto, esta vez ‘del otro lado del mostrador’ en estos mismos cuartos que aún huelen a tinta y al perenne perfume de los que han ido yéndose, mezclado con vestigios de sus risas, sus broncas, sus llantos, sus sueños y esa emoción tan singular que se siente en el cuerpo, casi como un orgasmo, cuando se ha logrado la nota.

Más tarde el que se retiró fue Jorge Cieza, y esto produjo el ingreso de quien es hoy uno de los más longevos, Ángel Pesce. Angelito, entonces con un largo peinado batido y espeso, y el ya casi calvo Alberto se hicieron cargo de la sección Deportes del diario, hasta que después se fue Pesce, actualmente un cronista general y político que de a ratos se da el gustazo de volver a relatar fútbol, y entró Sebastián Mesquida, jefe de sección hace varios años.   

En esta casona de avenida Venezuela pasó la mayor parte de su tiempo como periodista. Desde 1989 a 1999, y de 2004 hasta el miércoles pasado (hay que recordar que entre el invierno de 2009 y la primavera de 2020 el diario tuvo sede en la vieja Galería Alvear), cuando entregó su última cobertura en esta Redacción. El intervalo obedece a una recomendación de su médico, Arturo Valentín Vergara, que le sugirió dejar uno de sus dos trabajos para evitar un pico de presión u otra complicación de salud. Privilegió el Banco, donde estaba cerca de jubilarse. 

Hoy, con poco más de 70 años de una intensa vida en la que también fue jugador de fútbol, técnico de inferiores, dirigente del viejo Argentino y especialmente empleado del Provincia, Alberto Monte decidió ‘colgar los guantes’ como periodista, para emplear su tiempo en otras pasiones que ha venido postergando, como les sucede a los artistas, grandes empresarios/as, funcionarios/as públicos pero también, aunque usted no lo crea, a algunos hombres y mujeres de los medios.

¿Qué te lleva a tomar la determinación de dejar?

-Los muchos años, son bastantes. No he perdido mi pasión por el periodismo, pero llegó un día en que me di cuenta de que quería aprovechar mi tiempo de otra manera. No trabajé en tele, pero te puedo asegurar que el diario es distinto a la radio. Te lleva más tiempo, trabajás todo el día. Yo estaba firme los sábados, los domingos; a veces ni podía aprovechar un domingo, a mi me encanta comer un asado y tenía que hacerlo apurado, volvía a casa a cualquier hora de la tarde, y ya el lunes había que producir algo otra vez. Durante años no lo sentía como un peso, pero ahora sí. Hace unos seis meses, conversando con mi señora, ella me dijo que solamente yo podía tomar la determinación de dejar el diario, que sólo yo sabría cuándo sería el momento y que ella me iba a acompañar. Así que fui amasando esa decisión día a día, hasta que hace muy poco vinieron mis hijas a visitarme y les comuniqué que iba a dejar. Quiero pasar más tiempo con ellas y con mis nietos, ese es otro de los motivos por lo que me voy (tiene una hija en Caleta Olivia, otra en Comodoro Rivadavia y la otra en CABA). En esta etapa voy a ir más a verlas. Ahora estaba viajando una vez por mes, pero fijate cómo soy y con qué responsabilidad tomaba esto, que muchas veces me llevaba la computadora y trabajaba desde allá. Ahora ya no quiero.

Viéndolo de afuera, parecía que este momento no iba a llegar, que no te ibas a cansar. Yo supongo que hace apenas un año, ni pensabas en dejar el periodismo.

-Muchos se asombraban de que todavía siguiera en el diario. Alejandro Cainzos, hoy en Balonpié, me decía que le hacía notas cuando era chico y ahora que ya está medio viejo sigo haciéndoselas. Pero de a poco fui perdiendo ese entusiasmo y me di cuenta de que debía poner un punto final.

Notas que se notan

¿Cuál es tu nota más querida de estos cuarenta años?

(Piensa varios segundos). -Una con mi ídolo máximo del fútbol, Norberto Alonso (Monte es un reconocido hincha de ‘la banda’). Había varios periodistas esa vez, pero yo llegué a hacerle algunas preguntas al ‘Beto’. (Lo trajo Tinelli, promediando los noventa, cuando en su programa realizaba torneos de fútbol 5 con ex futbolistas y estrellas de la tv. Esa vez,  los partidos se disputaron en un colmado Complejo República de Venezuela de Bolívar, y también participó el ídolo xeneize Hugo Orlando Gatti.) Eso para mí fue extraordinario. Pero muchas otras notas me gustaron. Las que hacía con Jorge Martínez Boero, cuando estaba ya retirado y quería volver a correr. Con ‘Cachilo’ Pato… Algunas con el ‘Paisano’ Santos también recuerdo con mucho cariño.

En su mirada puntúan igualmente alto algunos encuentros periodísticos con el ex campeón mundial de casin, Miguel Ángel Borrelli, un hombre con fama de difícil para las lides periodísticas pero con el que Monte pegó onda de entrada, sin llegar a trabar amistad. Y una bien reciente: su entrevista a Ricardo Diéguez, “que atraviesa otro momento rutilante como jugador de 5 quillas”. A propósito, Alberto también evoca y valora con énfasis haber cubierto en nuestro Complejo el campeonato mundial de 5 quillas, del que Diéguez fue subcampeón, en 1993 (en esa ocasión, Borrelli quedó eliminado). Recuerda haber realizado la cobertura junto a Alejandra Córdoba, otra ex trabajadora de LA MAÑANA.

¿Y una que no rindió lo que esperabas?

-Hice muchas notas sobre boxeo. Recuerda una, ay, qué difícil fue… Con José María Flores Burlón, campeón uruguayo. No hablaba dos palabras. Fue terrorífico, en un festival en Daireaux. La que sí recuerdo como buena dentro de ese deporte fue una con Sergio Víctor Palma, cuando vino a Bolívar ya retirado del boxeo. Un señor. Se presentó atrás del Coliseo, donde tenía instalaciones el Social Park, que después se trasladó a la avenida 25 de Mayo. Palma viajó como entrenador, estamos hablando del 2004 para acá, en mi segunda etapa en el diario.

Entrevistar a Hugo Orlando Gatti le quedó en el tintero, pegó en el palo y salió. “Lo conocí de chico, en Carlos Tejedor (Monte nació en Morón, recaló en Carlos Tejedor y finalmente en Bolívar). Su hermano estaba casado con una tía mía, hermana de mi madre. Éramos allegados, pero no se dio entrevistarlo. Por ahí él justo tenía que viajar cuando estaba por hacerle la nota, cosas así lo impidieron. Me hubiera gustado mucho.

Siempre fuiste muy activo, de involucrarte en muchas cosas. ¿Qué vas a hacer con el tiempo libre que ahora te va a quedar?

-Bueno, por ejemplo en casa tengo una huerta, que atiendo cada día a la mañana y a la tarde, regando, quitando yuyos. Además soy un apasionado del deporte en general, y hoy hay mucho para ver. También amo el cine y las series, por eso Netflix es fundamental para mí, y tendré más tiempo para dedicarle. En todo ese me entretendré bastante.

Se va un hombre decente, íntegro, y esa es su gran enseñanza. Alguien que no se propuso enseñar, pero que con su ejemplo enseñó la pasión por el oficio. Un trotamundos de la crónica deportiva aún sin salir del ‘barrio chico’ que es Bolívar, al que van a extrañar las calles de la ciudad a bordo de su estoica bicicleta roja, y los estadios y reductos donde se practican deportes. Monte era un infaltable allí, un elemento del paisaje doméstico, y con él prácticamente se va una forma de hacer periodismo, ‘en campo’, ‘desde el pie’, yendo hacia la noticia en vez de rastrearla a través de recursos tecnológicos, hoy que, al menos en los pueblos, casi todes son empresaries de sí mismos. “Siempre dormí tranquilo, porque todo lo hice de corazón y de acuerdo a mi parecer, sea un comentario, una nota. Nunca me ‘operaron’, jamás me dijeron qué tenía que decir y qué no. Traté de dar siempre lo mejor, y creo que salió bien. De ese modo no tuve ningún problema con nadie y coseché muchos amigos, aunque capaz que algún enemigo también”, completa Alberto, un hombre de otra época que supo dejar su huella en esta, esa huella noble que ya es legado y reservorio para las futuras generaciones que quieran ejercer el periodismo desde la pureza.  

Chino Castro

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