4 de noviembre de 2019

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Información General. Agroecología, un viaje de ida hacia una Tierra mejor

¿Por qué el tema agroecología sigue lejos de la centralidad de la agenda pública? Han habido elecciones y no ocupó un lugar preponderante ni siquiera en las plataformas de los partidos de izquierda, y en los debates de los candidatos a presidente tampoco figuró. ¿Es porque en Argentina otra vez hay hambre y esa urgencia obtura otros debates, es porque el poder político termina ‘arreglando’ con las grandes empresas interesadas en el viejo modelo productivo, o por qué?


-El debate electoral sólo aborda la política en términos de captar votos. Y ahí me parece que el votante se transforma en un mercado. Bajo esa idea, la discusión de las consignas ambientales es piantavotos. Con ese riesgo, ningún candidato la asumió íntegramente. En la Argentina es una emergencia desde hace muchos años, hubo varias problemáticas ambientales que atravesaron a la sociedad y la transformaron para siempre. El debate de los agroquímicos transformó democracias pueblos adentro. Se generó un debate muy intenso de todos los actores, una especie de ventilación y apertura de los Concejos Deliberantes, hubo una idea de toma de postura de todos los actores sociales: instituciones, políticos, vecinos, organizaciones intermedias, iglesias, todos tuvieron que tomar postura cuando el debate llegó. Allí cada pueblo tuvo su abordaje y su dinámica de resolución, pero a niveles provincial y nacional ese debate no logró transformarse en agenda porque es como una papa caliente. Nadie quiere ni siquiera plantearlo como un debate, es una bomba que les estalla a todos porque el agronegocio tejió relaciones con todos los actores políticos, excepto en algún punto con la izquierda. El progresismo y la centroderecha tienen relaciones íntimas con el agronegocio, por eso en las últimas cuatro elecciones el debate sobre agroquímicos como factor de contaminación no estuvo en agenda, y tampoco el de la agricultura como una actividad que deterioró y degradó la salud del ambiente y de la población en los últimos veinte años.



 


BOLÍVAR FARO


Tal vez se ha avanzado mucho pero aún dentro de la etapa de siembra. Estamos hablando de una militancia joven en relación a otras…


-La mayoría de los debates que son transversales en este país, y yo sumaría minería, agricultura, transgénicos, agua, glaciares en su momento, ley de bosques en otro, perforan la discusión pública desde las bases. Eso pareciese tener cierta debilidad frente al debate de las elecciones, pero sí atesora una fortaleza de fondo: como vienen de los sectores sociales y populares, son consignas que no se debilitan en el tiempo, se agigantan. Y para el caso del agromodelo, la agroecología viene creciendo sobre todo en el noroeste bonaerense, el faro en el país. Ustedes acá tienen experiencia de transformación de productores y productoras que ya han pasado al nuevo modelo, lo que los torna verdaderos faros nacionales.


 


AGROQUÍMICO ES CONFLICTO, AGROECOLOGÍA ES PAZ


El tema seguramente terminará ingresando a la agenda nacional, el punto es si no será demasiado tarde. Estamos hablando de que el daño que provoca en el ambiente y en la salud de los pueblos el modelo histórico, está ocurriendo ahora.


-Para las familias que ya han sufrido enfermedades relacionadas con este modelo, y para el ambiente como un todo que ya se degradó, me parece que el tiempo ya se perdió. Pero dentro de la mirada esperanzadora que debe alimentar toda acción política para pensar que habrá una solución, yo soy de mirar el vaso medio lleno. Al ver cómo entran las ordenanzas en las comunidades, a partir de charlas como las que daremos hoy, como las que suelen dar médicos de pueblos fumigados, abogados relacionados a causas ambientales, advertimos que la agroecología va transformándose en una fuerza expansiva logarítmica, crece año a año a una velocidad alentadora y que no tiene vuelta atrás, porque el productor que ya se transformó no sólo no vuelve a tirar nunca más un agroquímico, sino que deja de vivir la tensión con el vecino. Nos vendieron que este modelo iba a significar el progreso del país, pero insertó la conflictividad en pueblos pacíficos. Yo vengo de Oncativo (Córdoba), y vi peleas dentro de hogares, fricciones familiares entre los que creían que el agroquímico hacía algo y los que creía que nada. Eso no se paga con nada, por más que algunos productores se beneficiaron económicamente mucho con esto. El productor que pasa a la agroecología reingresa a un paradigma de paz, un punto clave para el debate de la democracia, cuándo damos paso a la paz.  La agroecología es un paso hacia la abundancia de la fertilidad del suelo, hacia la abundancia de la calidad del productor, hacia la abundancia material, que también es digna, hacia el trabajo digno, pero también es una abundancia de paz en las relaciones. El productor que está en la agroecología, está en una nueva forma de mundo que no posee vuelta atrás. Y ese productor es un faro potenciador, multiplicador de ese fenómeno. Un productor termina en un año contagiando a cinco o seis. Proyectado, eso hará que en diez años este país tenga más de la mitad de su superficie convertida a la agroecología, no lo dudo.


La rentabilidad es un punto que a muchos les provoca dudas respecto de adoptar el nuevo modelo, pero los años demuestran que la agroecología también rinde económicamente.


-Las experiencias demuestran que el productor no sólo va creciendo en rentabilidad año a año, sino que su suelo se transforma cada vez en un suelo más fértil. Eso también es una inversión a largo plazo que te empieza a potenciar tu cultivo y te permite independizarte de la compra de insumos. Esa es otra ganancia grande: el productor que está en la agroecología empieza a dormir tranquilo porque no le debe nada a nadie, inicia su cosecha sin deber. El que es productor sabe que por más que el negocio a la larga pareciera re grande, no duerme tranquilo, porque hasta que la cosecha no se levanta su deuda con las empresas del agronegocio es tan elevada que incluso a algunos hasta los saca de juego, por más que trabajen superficies muy grandes. El que está en la agroecología ve mejorar su suelo, su actividad, su paz y su libertad. Otro indicador interesante, porque tener la libertad de decidir en tu vida es uno de los principales valores que deberíamos cultivar. Y el productor del agronegocio, los transgénicos y agroquímicos, se ha transformado en alguien que no tiene libertad. Pareciera estar muy cómodo con la ganancia de su pingüe negocio, pero a la larga no duerme tan tranquilo. Esa es otra consigna que está bueno contagiar. Lo dicen los mismos productores. Por eso yo pienso que el camino es por demás alentador.


EL VENENO EN TU GÓNDOLA


Este asunto involucra a toda la población, más allá de los productores agropecuarios. El estropicio que provocan los agroquímicos se produce por acumulación, no por shock. Al menos una molécula de un agroquímico usado en el centro de la provincia de Buenos Aires, llega muy lejos, a Australia, a la Antártida…


-La charla mía tiene que ver con explicar esa dinámica de cómo se mueve esa sustancia. Se trata de entender que como se mueven tanto, en el aire, el suelo y el agua, están muy presentes en los alimentos, incluso los industrializados. Algunos agroquímicos tienen la capacidad de atravesar los procesos industriales sin desarmarse, sin romperse, sin degradarse, y llegar a consumidores que van a comprar su alimento a góndola. Entonces esto nos deja parados frente a una problemática que sí o sí nos atraviesa. Al que vive al lado del cultivo pero también al que consume productos industrializados del agronegocio. A las escuelas rurales, pero además a pueblos que ven contaminadas sus napas de agua. Las redes de agua también pueden contener este problema, los tanques abiertos arriba de los techos pueden acumular agroquímicos. Es una problemática que hasta que no la solucionemos nos tiene a todos tejidos en este entramado, ensuciados de agroquímicos.


Una de las dinámicas del agroquímico es esto de que tiene la capacidad de llegar muy lejos: uno arrojado en Bolívar en dos semanas llega a Australia, por su relación con aire, con el ambiente, con el movimiento de las capas de la atmósfera, con el descenso de la temperatura, con el polvillo ambiente, con las lluvias. Son sustancias que lejos de esta idea que nos vendieron, que tocaban el suelo y se desactivaban, se mueven muchísimo, con mucha facilidad, les encanta estar en el aire y moverse. Se han encontrado agroquímicos en las arenas del Sahara, en el tejido adiposo de animales del Ártico, en la Antártida.


Los agroquímicos fueron un stock de insumos que quedó de la Segunda Guerra Mundial. Para reinsertarlos en el mercado, se los recicló como sustancia para la actividad industrial del campo. No hemos tenido el tiempo como comunidad de saber manipularlos con conciencia, no hay esa posibilidad ya. No hay ninguna técnica, por buena voluntad que tenga un productor con este lema de las buenas prácticas, que haga que ese agroquímico no se mueva de su campo cuando él se va. Hoy veremos que el movimiento de los agroquímicos en el ambiente es función básicamente de la relación de esas moléculas con el clima. No tiene nada que ver con nuestra buena voluntad, si cuando me voy se levanta la temperatura y cambia la velocidad del viento, el agroquímico se me va del campo, y en algunos casos puede irse hasta el noventa por ciento. Aún habiendo tenido ya su efecto sobre la “plaga” a la que se lo aplicamos. Nos pone frente a un gran responsabilidad, no sólo a los sectores de la administración pública, que deberían velar porque se cumpla el artículo 41 de nuestra Constitución de vivir en un ambiente sano, apto y equilibrado, sino a todos los que estamos en el planeta nos planta frente a la encrucijada de ver qué hacemos con este tema de cara a las generaciones que vienen. Los que aún no nacieron, nuestros hijos y nietos, hallarán un planeta sucio, si ya hoy no empezamos a realizar acciones correctivas. Venir acá a dejar todo sucio, para que el que venga encuentre todo degradado, es una actitud por demás egoísta. Por eso estamos frente a una necesidad mayúscula.


 


REGLAMENTAR LA ORDENANZA, “PARA MOSTRARLE AL PAÍS QUE SE PUEDE”


En Bolívar hay una ordenanza que regula el uso de agroquímicos pero no está reglamentada y no se aplica. En la práctica no tenemos ninguna ventaja con respecto a pueblos donde no cuentan con esa norma, pero en términos relativos sí porque acá ya existe la herramienta por la que pelear.


-Ya haber generado la herramienta habla de un nivel de maduración de la comunidad de Bolívar para asumir el tema y dar una respuesta por lo menos legal. La no reglamentación demora que esa madurez se transforme en actos concretos sobre la calidad de vida de la población. Pero es plausible que hayan avanzado con esa normativa, que al menos en lo teórico los deja con una banda de protección interesante. Que esa norma se reglamente, es la posibilidad que tienen de mostrarle al país que se puede.


 


Tomasoni brindó una conferencia la semana pasada en el CRUB, en el marco de la V Semana de la Agroecología, convocado por el colectivo “Tierra Viva Bolívar” y un grupo de productores nucleados en el programa del INTA Cambio Rural, más el acompañamiento de la municipalidad.


Chino Castro

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