12 de septiembre de 2023

Espectáculos

Espectáculos. Abrió una nueva Casa de arte: Raúl con banda mejor se lame


La feligresía que sigue y nutre la movida artística vernácula disfrutó de dos estrenos el sábado: lugar y banda. Incluso canciones, porque el trovador Raúl Chillón incluyó en el certero setlist un puñado que indudablemente derivará en su segundo opus, en plena etapa de horneado. La banda fueron Nicolás Holgado en viola líder y Franco Exertier en percusión, los laderos que ‘el Raulo’ se ha procurado para salir a defender lo suyo en vivo. Es en Fabrés García 292 el flamante reducto donde ocurrió todo esto y más arte florecerá desde esta primavera aún ocre y fría, lo regentean Carla Gentile y Gabriel Silva y al nombre te lo debo, porque todavía no lo saben ni ellos (de hecho, dispusieron en la noche de apertura unas hojas para que el público sugiriera nomenclaturas). Surge para sumarse a La Lomada, Lo de Fede y Familia Acosta, los ya clásicos ‘patios’ bolivarenses, y eso es para celebrar. Tirarán juntos, aunque sigue faltando la ‘pata estatal’, y eso es para lamentar y reclamar.





El caso es que el sábado Raúl Chillón presentó Claridad, espectáculo en el que volvió a ofrendar esas canciones minimalistas que se mueven con solvencia en espacios reducidos (permitime la metáfora futbolera una vez más), como un ‘5’ que recupera y distribuye sin complicarse la vida con adornos más propios de un ‘10’ (¡la vieja manija!). Piezas de pop rock embebidas en esa tibieza típicamente folkie (o indie, si preferís), que destilan melancolía y abrazan lo bucólico como eje temático, casi un faro en un mundo que destruye lo colectivo y siembra tempestad, con un sol para cada vez menos que se resiste a apagarse, por más rayos y centellas que vengan degollando. Con un duende candombero dando vueltas por allí, más vale.









El fuego musical (al frente del fuego fuego estuvo ‘Gabi’ Silva, y ya tiraremos un centro hacia la parrilla) fue abierto con Buscando, con el trío estrenándose en vivo. Después, aconteció el período para una andanada de composiciones de Cuatro Caminos, el disco de Raúl con material propio, que aún gira (y siempre lo hará) en las plataformas digitales. Se dio a la tarea solo, en voz y guitarra. Donde van (esa no está en el álbum), Cuatro Caminos, El gaucho, El otro gaucho (dedicado al colectivo Tierra Viva, al que invitó a conocer a través de sus publicaciones y su militancia ambientalista en redes), El río y Luna llena, impactaron como una metralla de rosas sobre la veintena de acólitos que deglutían alguna copa y un sanguchito o pizza, cómodamente sentados en la platea de sillas del salón donde sucedió la presentación inaugural de la Casa, al que sólo podríamos criticarle dos cosas: mucha luz para un concierto no justamente de música académica, que capaz que se banca mejor tanta claridad (aunque así se llamó el espectáculo, Claridad), y ese gran espejo al modo de cuarta pared, reflejando lo que no habría por qué reflejar: el público.  





Prometo, Ana y A la infancia también están en el disco, y son las que siguieron, con resto para arropar a dos nuevas, cuales fueron Ventana (ya la había tocado alguna vez) y Aire. A la infancia es un tema especial de Raúl, ya que lo compuso en plena pandemia con el aporte, a una empática distancia, de colegas amigos de la ciudad, nuestros músicos/as del corazón. Fue grabado y producido por la mano sabia de Sergio Ramírez y se registró un video del proceso, en el que aparece cada cual tocando lo suyo. La pieza terminó por convertirse en una suerte de emblema, en días inéditamente desolados, para el mundillo artístico local, lo que por supuesto incluye al público que sostiene la movida. Casi una balsa, aunque no se supiera muy bien hacia dónde ir.





Mientras, en el parrillón pasaban cosas, digamos que ricuras, de la mano de ‘Gabi’: constituyeron la oferta culinaria del lugar sándwiches de carne desmechada y ‘tratada’ con cerveza, más cebolla y algún otro aderezo, y pizzas ‘a la clásica’, o sea con los siempre rendidores tomate y queso (“a mí no me gusta cuando agarran la pizza de plato y le encajan cualquier cosa arriba”, denunciaba el gran Adolfo Castelo, que no quería saber nada con una pizza de guiso, ponele, o mejor no le pongas). Todo, maridado con birras, vinos y alguna gaseosa. Bien ahí.





‘Nico’ y Franco regresaron para la andanada final del cálido concierto, plasmada con Los dos juntitos, Flash, Bla bla, Pancarta y Claridad, todas nuevas salvo Flash, un pequeño clásico del cancionero vernáculo que, como todo lo que sonó en la noche, creció con la inclusión de dos señores instrumentistas que dotan de ‘musculatura’ al plan básico del ‘Raulo’ solo. Más que una andanada, una llovizna; más que un viento, una brisa.  





Las novedades continuaron en los bises, obligado segmento para el que el trío se guardó A salvo (una de las canciones más lindas marca Chillón) y Sin ton ni son.





Chino Castro


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