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domingo, 12 de mayo de 2024
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A las caparazones su sumaron los huesos de los glyptodontes en el Vallimanca

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“El hallazgo es muy relevante. Vinimos pensando que era un solo gliptodonte y resulta que son cuatro y además, ahora aparecen los huesos”, aseguró el paleontólogo José Luis Prado, docente de la UNICEN que forma parte del equipo que está trabajando con los restos fósiles hallados en el arroyo Vallimanca la semana pasada.

“En los 25 años que llevo trabajando como paleontólogo en la provincia de Buenos Aires, es la primera vez que aparecen cuatro juntos y en la posición que están”, reconoció el docente en diálogo con este medio.
José Luis Prado es profesor de Paleontología de la UNICEN, integra el INCUAPA (Instituto del Cuaternario Pampeano) que tiene la doble dependencia del CONICET y de la Universidad del Centro. El Instituto cuenta con arqueólogos, paleontólogos y geólogos, algunos de los cuales se encuentran trabajando en el reciente hallazgo del puente “La galera”.

Los restos fueron encontrados “en posición de vida”, es decir como si un evento los hubiera hecho detener en ese lugar. Una de las hipótesis es que podrían haber quedado “empantanados” en ese sitio. “Los sedimentos se corresponden con un ambiente lagunar pantanoso, por eso en una primera noción, se evalúa la posibilidad de que hayan llegado hasta ese lugar en busca de agua y hayan quedado empantanados uno detrás de otro”, informó Prado.
Evidentemente dos de ellos son individuos adultos, otros dos juveniles, por lo menos más chicos, aunque se puede sostener que son de la misma especie pese a las diferencias en los tamaños y en la coraza.

Lo más usual es que aparezcan dados vuelta y con señales de haber sido presas de los predadores o de la acción de los elementos, pero no es este caso. Además aparecieron huesos enteros abajo. Lo que estaba previsto como un trabajo para unos tres días, se ha trasformado en algo más trascendente.
Este tipo de gliptodonte era una especie común en la zona pampeana, que se extinguió hace unos diez o doce mil años y que llegó a convivir con la especie humana, con los antiguos pobladores de esta zona. “De hecho hay sitios arqueológicos en los que aparecen los gliptodontes asociados a evidencias de consumo humano. Evidentemente eran cazados y se los comían”, señaló Prado. En los sitios arqueológicos, sin embargo, no aparecen los restos íntegros porque los cazadores trasladaban los miembros o las partes del animal que consumirían desde el lugar de la matanza a otro donde vivían.

La historia del hallazgo comenzó cuando el trabajador rural Juan de Dios Sota, advirtió que estaba viendo algo extraño dentro del cauce (seco) del arroyo Vallimanca. La caparazón de uno de los gliptodontes le llamó la atención y por eso se comunicó rápido con las autoridades municipales. “Me sorprendió mucho, nunca había visto algo así, me dí cuenta que era algo raro”, contó.

Los fósiles están por debajo del nivel del agua, por tanto aparecieron como consecuencia de la sequía reinante. Si llovieran 60 mm los restos serían tapados por el agua del arroyo. Por eso este tipo de tareas de denomina “de rescate” y los profesionales interactúan de forma inmediata al hallazgo, con las autoridades locales y también en este caso, con la provincia de Buenos Aires.

Lo que siguió al hallazgo de Sota, es el trabajo de los expertos. Ahora se hará una muestra de hueso y se mandará a hacer una datación de carbono 14. Si bien se sabe que este tipo de depósito data de unos 12 a 30 mil años, para tener certeza se hará la determinación de antigüedad en laboratorio. También se tratará de determinar cómo es que se enterraron, qué partes estuvieron expuestas y conocer algo más sobre la dieta de esta especie, que hasta donde se sabe eran herbívoros pero que no se descarta que hayan tenido una dieta más amplia.

Los gliptodontes son algo así como los parientes muy lejanos de las mulitas y de los peludos. Sin embargo estos últimos tienen más movilidad que aquellos viejos mastodontes cuya única defensa frente a los predadores estaba dada por su tamaño y su coraza muy gruesa. Los restos encontrados en Vallimanca permiten asegurar que se trata de animales de unos tres metros de largo sumando cola y cabeza.
En general, cuando se hallan restos de un solo gliptodonte, se los extrae con fines más que nada museísticos, para exposición, en gran medida con fines educativos y de concientización respecto de la importancia del patrimonio local. Pero en este caso sin embargo, el interés es también científico porque se trata de un hallazgo novedoso, como dijo el docente.

El futuro mediato de estos restos es formar parte del acervo histórico bolivarense, para lo cual será necesario contar un con espacio adecuado, dado el tamaño. Para que sean parte de una exposición seguramente pasarán varios meses.
Otro de esos profesionales que está trabajando en la zona es Pablo Messineo. Es arqueólogo y ha sido uno de los encargados de contarle a los bolivarenses que han llegado allí en el tour, los alcances de la investigación. Contó que la mayoría de las personas preguntan si los restos quedarán en Bolívar, dónde serán expuestos, etc.

La Dirección de Turismo, a cargo de Emilio Leonetti, tuvo un gran reflejo al organizar salidas para que la gente interesada llegue en forma ordenada al lugar y enseguida que se publicó la propuesta, las combis se llenaron. Si los trabajos de los profesionales se tuvieran que extender por más tiempo, seguramente también se extenderán las visitas.
Para el arqueólogo Pablo Messineo, “una de las cosas que más nos entusiasma es salir al campo. Siempre se encuentran cosas distintas, algo que nunca hemos visto y también contamos con más herramientas para desarrollar nuestro trabajo. La universidad tiene movilidad, tiene elementos más útiles para trabajar y eso nos genera más entusiasmo”.
Daniela Roldán

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