El Vía Crucis emplazado en el parque municipal Las Acollaradas merece atención. El paso del tiempo, el vandalismo quizás, lo ha transformado en una verdadera ruina, muy lejos de ser un atractivo turístico como se lo planteó cuando se lo construyó y más lejos aún de establecerse como un respetuoso lugar de oración para los fieles de la grey católica local.
A las puertas de la Semana Santa como estamos, ya no habrá tiempo como para poner manos a la obra y dejar esa instalación en condiciones dignas frente a esta fecha clave para el catolicismo. El vía crusis, al fin, reproduce el camino de Cristo al calvario y posterior resurrección y los profesantes de la fe lo recorren con sus rezos (especialmente en Semana Santa) conscientes de que, con esa peregrinación, se hacen acreedores a las promesas de Jesús.
Se trata de 15 imágenes (o estaciones) comenzando por la de Jesús sentenciado a muerte y finalizando en la resurrección. A lo largo de ese camino se reproducen instancias dramáticas, tales como las tres caídas de Jesucristo, la crucifixión, su muerte, su cuerpo inerte en el regazo de su madre y el Santo Sepulcro.
Lo cierto es que la construcción dentro del parque municipal ya tiene varios años (fue realizada durante gobierno municipal de Juan Carlos Simón) y mereció algunas reparaciones a lo largo del tiempo, incluyendo una virtual reconstrucción a poco de su emplazamiento. Pero hoy luce en muy malas condiciones pudiendo verificarse, ante la simple observación, que algunas de las estaciones se han transformado en verdaderas pilas de escombros.
Se dirá, con razón por cierto, que hay prioridades que atender en lo que se refiere a obra pública, más aún en épocas de pandemia como la que estamos atravesando que limita los recursos económicos disponibles. Pero no será menos cierto que algo hay que hacer con el Vía Crucis que, mientras tanto, allí está, olvidado y sin poder ofrecerse para los fines que se propusieron cuando se lo erigió.
