CRÓNICA DEL DÍA DESPUÉS DEL TEMPORAL. La destrucción y el drama se adueñaron de Urdampilleta

La mañana que siguió a la fatídica tormenta que asoló principalmente a Urdampilleta, puso en evidencia el drama. Los pobladores de la localidad interior más grande del Partido de Bolívar difícilmente hayan podido descansar durante la noche, intentado contener de algún modo los efectos inmediatos del temporal, que dejó como saldo más de 60 viviendas sin techo, algunas con severos daños de mampostería, árboles quebrados y aún muchos arrancados de raíz en varios sectores del pueblo, calles totalmente inundadas y el tendido eléctrico urbano prácticamente en su totalidad en el suelo, ya que los viejos postes comenzaron a caer de a uno quebrándose por su base por efecto del viento, que por momentos superó los 120 kilómetros por hora.

Por eso, el trabajo que hubo a lo largo de todo el día y que deberá continuar, se enderezó en primer lugar en dar contención a los pobladores afectados, algunos de los cuales fueron llevados al centro de evacuación, emplazado en el Hospital Juana G. de Miguens. Pero de inmediato hubo necesidad de poner manos a la obra en la limpieza del pueblo. Ya para horas del mediodía de este martes, la remoción de troncos y ramas había quedado resuelta por la labor de cuadrillas municipales que, utilizando palas mecánicas y camiones volcadores, trasladaban esos restos previamente cortados con motosierras para liberar calles que quedaron obstruidas. Los propios vecinos sumaron sus manos a estas tareas en una muestra de solidaridad comunitaria que de ninguna manera sorprende.

El problema mayor, ya entrada la tarde, se concentraba en la recuperación del tendido eléctrico. Ante la caída de una gran cantidad de postes que sostenían ese cableado y para evitar riesgos, la Cooperativa Eléctrica de la localidad cortó el suministro que difícilmente pueda recuperarse con prontitud, toda vez que será preciso proceder a la remoción y recambio de los postes caídos, tarea que demandará posiblemente algunos días. No obstante, el propio intendente Marcos Pisano manifestó a medios de prensa que se harían todos los esfuerzos necesarios como para restablecer el servicio energético en las próximas horas.

El panorama que se observó en Urdampilleta fue sencillamente desolador y esa sensación se hacía más fuerte cuando el cronista se detenía a las puertas de viviendas literalmente destruidas. Hombres y mujeres subidos a los techos intentaban reparar lo que había quedado dañado pero aún en pie, mientras chapas retorcidas se amontonaban en las calles que habían sido arrancadas por la fuerza del viento.

Por fortuna y casi por milagro, no hubo heridos. Lo del milagro cobra fuerza a poco de escuchar los relatos de los pobladores y algunas evidencias. Una vecina que vive a unos 60 metros de la Iglesia Cristo Rey, en pleno centro de la localidad, refirió a este cronista que recogió en su propio patio tejas desprendidas de los techos de ese templo. Ya en la zona de la vieja estación del ferrocarril, un pedazo de chapa que voló del techo de un viejo taller de las inmediaciones, lucía incrustada en el tronco de un árbol, lo que da cuenta evidente de la violencia con la que el viento impulsó los elementos que desprendía a su paso, transformándolos en proyectiles sin rumbo que, afortunadamente, no ocasionaron daños personales.

El viejo galpón del ferrocarril, que superó por más de 100 años inclemencias del tiempo, esta vez no aguantó y su techo fue destrozado dejando un reguero de chapas arrugadas mezcladas entre las ramas de varias plantas añosas que allí también encontraron su muerte.

Una de las primeras imágenes que se conocieron en la noche del lunes, apenas la tormenta empezó a dejar consecuencias, fue la de las instalaciones del club de pádel Torrecita, donde se registró la destrucción total de la cancha de blindex exterior. Según refirieron sus propios titulares a este medio, cuando se desató el temporal había gente jugando en la cancha interior y, al sentir el ruido provocado por el viento, asomaron al exterior y fueron espectadores no queridos de tan cruel destrucción. El viento "retorció" literalmente las estructuras metálicas; ello hizo colapsar el techo, que cayó pesadamente provocando el estallido de los vidrios, que quedaron reducidos a una montaña de pequeños cristales.

En el mismo terreno de este complejo, apoyado sobre un tapial lindero, descansaba de costado el techo completo de una casa vecina.

Los Bomberos Voluntarios de la localidad, apoyados por sus pares de Bolívar que enviaron una dotación de efectivos a cargo del jefe del cuerpo, Carlos Lemos, trabajaron a lo largo de todo el día en forma incesante desagotando viviendas anegadas y colaborando en todas las tareas de socorro que fueron necesarias. Es que los 140 milímetros de lluvia caídos en pocas horas provocaron que muchas casas resultaran anegadas, siendo preciso su auxilio.

Equipos de Defensa Civil provincial fueron vistos por las calles de Urdampilleta en una recorrida puerta a puerta, para detectar problemas no manifestados y darles la solución posible, respondiendo a una solicitud del intendente del distrito, que elevó ese pedido de ayuda en forma inmediata.

En la zona rural también se registraron algunos daños, principalmente por la caída de árboles, la voladura de algunos silos y la rotura de postes de electrificación. No obstante, tampoco allí se consignaron daños personales.

Queda por delante, especialmente, la reconstrucción de los más de 60 hogares destruidos, galpones comerciales y otras estructuras colapsadas que seguramente necesitarán la ayuda del Estado.

Mientras tanto, luchando contra la adversidad, visiblemente tristes pero serenos, los pobladores urdampilletenses saben que todo dependerá de sus manos y de las solidarias manos de todos los vecinos. Trabajan y ruegan mirando al cielo, ya que los pronósticos anuncian nuevas lluvias, una especie de injusta maldición.