21 de septiembre de 2025

RECUERDO

RECUERDO. Eduardo Héctor "Cachilo" Pato

Escribe: Miguel Ángel Gargiulo.

El presente artículo no obedece a conmemoración alguna ni ancla su aparición en un proyecto que LA MAÑANA inicia o continúa. Posee una emergencia sencilla: el hallazgo en un disco rígido de una ya desaparecida PC de una serie de entrevistas grabadas hace casi dos décadas. ¿Cuál era el destino que tenían? No puedo recordarlo. No obstante al curiosear un poco en su contenido le hallé uno: estas páginas.

El entrañable Eduardo Héctor "Cachilo" Pato fue un Gran Hombre del automovilismo local. Por su taller pasaron vehículos particulares innominables, y desde luego autos de competición inolvidables como la cupecita Chevrolet llamada "Ciudad de Bolívar" que el 5 de marzo de 1967 debutó en Río Negro alzándose con un quinto lugar.

"No soy originalmente Cachilo -comienza por aclararnos-. Mi padre, Rafael Pato Sánchez me decía "Chilo" por un pajarito y con el paso del tiempo fue derivando en Cachilo y así quedó".

La mamá se llamaba Carmen Santoruffo, y sus hermanos, ambos menores, eran Raúl Oscar Pacho, y Nelly Pacho. Se crió en el barrio de Cabral y Moreno jugando con la máquina trilladora a vapor que conducía su padre para ganarse la vida.

"Nací en la quinta de mis abuelos maternos en marzo de 1928. En aquellos años era de uso habitual que las parturientas tuvieran familia en casa de sus madres y no fui excepción".

Cuando Cachilo cumplió 9 años la familia se mudó al barrio del cual nunca se iría para probar suerte con un almacén de ramos generales en la calle sargento Cabral y Viamonte, y finalmente en la esquina de Santos Plaza y Viamonte en que agregó un espacio para el expendio de bebidas y armó una cancha de bochas.

"Jugué muy poco a las bochas, porque la obligación era primero la escuela. Fui hasta sexto a la Escuela número 1, recuerdo a las señoritas Faraone de Hueso, Maineri, Etcheverry... Por entonces me gustaba mucho la natación e íbamos con otros chicos a nadar a la glorieta del parque".

Desde luego, ni las bochas ni el estimulante ejercicio de la natación le estaban signadas como pasión. Esa virtud eminentemente humana se le hizo consciente cuando, una vez finalizada la etapa escolar ingresó como cadete al taller de Juan Mendive, en la avenida Lavalle al 170.

"Ahí comienza mi relación directa con los autos. En aquel taller había una Ford T de carrera que conducía mi tío Daniel Pato, con lo cual se dio en paralelo que fui conociendo el funcionamiento de los motores y la inexplicable maravilla de la competencia fierrera. En cada taller grande había un Ford T que se preparaba para correr".

Y en más de uno había un Pato, familiar, que participaba como mecánico o conductor.

Cachilo, como muchos adolescentes de entonces, pasó por el fútbol. La Quinta división de Empleados de Comercio lo contuvo entre sus jugadores vistiendo la casaca número 4. Pero fue esporádica esa presencia ya que en general se jugaba los sábados a la tarde y, por entonces, no se había "sábado ingles" para los empleados.

"El taller de Mendive tenía más de 20 empleados, hasta cosechadoras se atendían. Y tratábamos toda clase de motores por lo que podíamos aprender sin límites. Y los que sabían eran generosos con nosotros. Yo lavaba los motores desarmados y trataba de hacerlo rápido porque quería estar cuando finalmente se emplazaban. Se hacía todo desde cero y resultaba casi mágico cuando ese compilado de partes se articulaba y arrancaba. Era imposible no apasionarse, y llenarse de ansias por aprender".

Y tanto se profundizó el entusiasmo que en un galpón de su casa armaron él y Julio Argentino Cisneros, un pequeño taller donde trabajaban cuando el horario en Mendive terminaba.

"Cisneros era compañero mío en Mendive, algo mayor que yo. Su hijo, al que decían "El Oso", continuó esa tradición. Le atendíamos las camionetas a IPAGA en esos primeros años, hasta que me tocó hacer el servicio militar. El 1 de enero de 1949 me alisté en Puerto Belgrano. Salí en diciembre de 1950, casi 2 años de servicio... y de mecánico, obviamente, porque atendía vehículos y hasta la moto al cabo.Cuando volví de la Colimba hablé con Cisneros y coincidimos en formar una sociedad de tiempo completo. Así me largué tempranamente por cuenta propia en los talleres".

Menos conocido es el paso exitoso de Cachilo por el ciclismo. Él mismo se preparaba su bicicleta y con ella ganó varias carreras en Bolívar y la zona. "Pero en general trabajábamos para el mejor de Bolívar-Sostiene Cachilo- que era Cacho Belén. La doble Olavarría/Azul, por ejemplo, la ganó él con nuestra ayuda".

Con su ayuda imprescindible de preparador y copiloto, participaron grandes pilotos de nuestro medio. Desde Alfredo "Negro" Fernández hasta el incomparable Jorge Martínez Boero.

"No me puedo quejar, he sido parte de los grandes proyectos automovilísticos pero también de otros muchos que no tuvieron tanto éxito pero si muchos sueños y trabajo invertido. He recibido mucho cariño y reconocimiento, incluso hasta del Honorable Concejo Deliberante, en el año 1993. Y acá sigo, en mi lugar que es mi taller".

Y allí siguió, en Santos Plaza 220, hasta el fin de sus días. El audio se corta en este punto aunque no es grave: otras gentes habrán que, que habiendo conocido a Cachilo, aporten lo mucho que falta.

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