4 de agosto de 2025
El Hogar San Francisco de Asís, veinticinco años dando de comer.
por
Chino Castro
Quien pone un plato de comida pone su corazón. Y después del primer plato que alguien le sirve a un niño o a un viejo, se convierte en una mejor persona, y en una mejor cada vez, a medida que transcurren los platos, los niños y los años. 'El tiempo pasa, nos vamos poniendo buenos', podría ser la canción-himno de la gente que da de comer sin pedir nada.
Desde hace veinticinco años en el caso del Hogar San Francisco de Asís, enclavado en el corazón de Villa Diamante, donde además de alimentar pancitas con comida caliente nutren el espíritu brindando capacitaciones en diversas áreas, e incluso vivienda: "Una de las pocas instituciones que cubre casi todas las necesidades", como resalta su referente, Juan Álvarez. Todo, en base a colaboraciones de familias locales, algunos comercios y empresas, sin respaldos económicos formales del Estado municipal, entidades intermedias ni sectores políticos.
Quien sirve un plato de comida ofrece su corazón, y también abre su oído: para la gente de este comedor, escuchar es tan importante como alimentar. El cumpleaños del centro ocurrió el 3 de marzo, pero la gente del lugar ha ido celebrándolo, mediante diversas iniciativas con núcleo en la mancomunión, a lo largo de estos meses, y seguirá haciéndolo hasta fin de año.
Con amor, voluntad, humildad y alegría, como hacen todo, la gran y única receta de la casa, la que justifica y sustenta estas dos décadas y media de acción repartiendo dignidad desde el primer día, cuando pusieron el primer plato de comida en la actual casa de 'Quelo' Sapula, para luego mudarse al Centro Educativo Complementario N° 2, de Villa Diamante, en Luis Castels 455, actual sede del Hogar. (El CEC funcionaba allí, antes de poseer su edificio propio, a la vuelta.)
Uno que está desde el principio es Juan Luis Álvarez. Cuando humeaba la primera olla, él andaba ahí. Después, hay todo un grupo de trabajo que ha ido renovándose, fluctuando pero sosteniéndose en la tarea. Gente del barrio, básicamente. Muchos de la primera camada "están siempre cerca para lo que haga falta", dice Juan, el más joven de todos ellos en el 2000, y menciona Osvaldo Navarro, uno de aquellos fundadores de la iniciativa que se muestra como un '8' siempre dispuesto a recibir la pelota.
"Con los años, el Hogar ha ido adaptándose a los cambios y los nuevos desafíos, para tratar de dar respuestas", resume Álvarez en entrevista con este diario. Respuestas en diversas materias, no sólo en lo alimenticio, porque en el lugar funcionan desde hace años un ropero ("el shopping del barrio") y otros espacios, como un salón de juegos de mesa donde hay ping-pong y otros clásicos.
"De ese modo los chicos vienen temprano, y ahí tenemos la posibilidad de charlar, de ver cómo están, qué necesitan", puntualiza Álvarez. El ropero está abierto los miércoles a la mañana y los viernes a la tarde, con "de todo", porque también hay artículos de bazar disponibles. Quien desee donar algo, puede pasar los días señalados o comunicarse con Juan Álvarez o la gente vinculada al Hogar.
La inserción del centro es tal después de tantos años, que brinda contención a gente de diversos lugares de la ciudad, no sólo a la del barrio donde está.
- Sí, claro. Creo que es una de las pocas instituciones que cubre casi todas las necesidades. Y además ya nos conocen a lo largo de tantos años. Hay muchas familias a las que ayudamos con algún alimento, con una frazada, un colchón, el cochecito para su bebé, con cubiertos, vasos, alguna silla, lo que la gente necesite. Durante la pandemia, por ejemplo, Blanco, del desarmadero, nos regalaba salamandras para que las restauráramos y las colocáramos en hogares que requerían calefacción. En ese momento el grupo de chicos del club de rugby Los Indios, donde jugaba mi hijo Sebas, iba al campo a buscar leña para proveernos, y así fue que instalamos un montón de salamandras.
En algún momento habilitaron un lugar para que alguna gente se quedara a vivir en el Hogar...
-Sí, los dormis están a full, por primera vez hay cinco personas viviendo en el Hogar: un papá con un nene, una pareja y un hombre solo (en general se dedican a hacer changas). Nunca habíamos tenido más de una persona en cada dormi, y ahora se da esta situación de que tenemos viviendo a cinco.
Cuarenta fijos hoy, un número que "ha crecido un poco"
En lo que respecta a la labor esencial que motivó el nacimiento del emprendimiento, vale decir dar de comer a quien lo necesita porque no tiene trabajo, con el que posee no le alcanza para cubrir su necesidades mínimas, padece alguna enfermedad que lo margina del circuito productivo o sencillamente está desprotegido por la sociedad, hoy el San Francisco de Asís sirve la comida cada sábado al mediodía a unas cuarenta personas, casi todos pibes y pibas pero también algún adulto, casi todos chicos del barrio pero también algunas personas de otros puntos de la ciudad, como Las Flores y otras barriadas. Un número, el de cuarenta, que "ha crecido, no mucho pero un poco sí" en los últimos meses, precisa Álvarez. Los productos necesarios para elaborar los platos, siempre variados, calóricos y nutritivos, son donados por empresas, comercios y vecinos de la ciudad de Bolívar. Algunos, están desde el principio. "Estos últimos años hemos tenido la donación muy generosa de un novillo cada año. Ese el problema más grande, el de conseguir carne. Ahora justamente estamos tocando fondo en la materia, así que quien pueda y quiera donarnos, será muy bienvenido", enfatiza y convoca Juan. "Recibimos habitualmente una generosa cantidad de mercadería de un supermercado, de los paquetes que se rompen. Las chicas que trabajan en el comedor, que en general son mamás de chicos que vienen a comer, hacen toda esa tarea de embolsar los productos y ordenarlos por fecha de vencimiento en la despensa", añade el referente del Hogar, al tiempo que agradece la "generosidad de siempre" de la comunidad en general de Bolívar: "Vivimos de la solidaridad de la gente y de lo que nuestras ferias puedan recaudar".
¿No cuentan con respaldos económicos formales del Estado municipal, ni de instituciones o sectores políticos?
- No, sólo de amigos que solidariamente aportan, o de algún empresario que nos deposita recursos por ejemplo ahora que se sabe que estamos organizando la fiesta por el Día del Niño y siempre salimos a tocar el timbre en cada casa para dejar un regalito, o cuando llega Reyes. Por fuera de eso, todo aquí se basa en el reciclado, otra labor que lleva a cabo otro grupo de gente en el comedor. Lo que sí, le prestamos a la municipalidad el espacio para repartir las bolsas de mercadería todos los meses, entonces para ayudar a quienes viven en el Hogar les dejan una bolsa.
Operación Escuchar
La intención cada sábado es "elaborar abundante", para que "algo sobre" y así armar viandas con las que ayudar un poco más a los que más lo necesiten. Cocinan y sirven madres del barrio, ahora con la colaboración de "un par de cocineros de lujo", como destaca Juan en referencia a Carlos García, excontador de la Cooperativa Agropecuaria que se incorporó al grupo no bien se jubiló, tal como había prometido, y a Adolfo Gerardo Sardón Santos, histórico referente de los descendientes vernáculos de castellanos y leoneses, que tienen hace años su propia institución. Otro que mencionó es Matías Martínez, de profesión panadero. "Un grupo lindo de gente", elogió, "que nos da la posibilidad de que mientras unos cocinan, otros y otras pueden charlar con los chicos, básicamente escucharlos", subraya el concepto.
No pierden de vista ese rol, el de prestar oídos.
- Totalmente. Este año incorporamos la murga del barrio, que funcionaba en el playón, y entonces con las trabajadoras de Salud Mental que están a cargo de eso nos pusimos de acuerdo y los lunes trabajan en el comedor. Nosotros aportamos el espacio y ellas pueden trabajar con los chicos. Por ahí en invierno la tarea en el playón se hacía ardua con mucho frío, entonces aquí pueden tener una continuidad. Otra novedad 2025 en el Hogar es la apertura, los miércoles a la tarde, de un taller de arte, a cargo de los formadores del programa municipal Recrearte. Por otra parte, el año pasado inauguraron un salón con internet y biblioteca, con el que proyectan cosas junto a un sindicato local ya que "le queremos dar al lugar todo el uso posible; en ese sentido quizá sería interesante ofrecer alguna formación en oficios", anticipa Juan. Además, la institución ofrece la terminalidad de los estudios primarios. Hoy están cursándola siete personas, aprendiendo a leer y escribir.
Crearon algo que ya no pueden abandonar, ni aunque sientan ganas de dejar, cuando no tienen un buen día. Creció tanto que ahora hay que sostenerlo...
- Pasa algo: cuando abrís la puerta de la caridad...
Es un viaje de ida.
- Tal cual, la caridad es un viaje de ida, no sabés dónde termina, ni con lo que te vas a encontrar. Y no es sólo dar un plato de comida o una ropa, sino que tratás con gente que pasa a formar parte de tu vida y de la propia historia del comedor.
Una juntada con los originales
Las 'bodas de plata' han ido conmemorándose con "pequeños festejos", y ahora el Hogar prepara "una juntada con la gente que en los primeros años nos daba una mano con las peñas que organizábamos, uno de cuyos referentes era César Antonio 'Gallego' Pérez Pérez", adelanta Juan. Ese encuentro se hará pronto, en fecha a confirmar pero después de que el lugar convoque a sus pibes y pibas y a los chicos en general de la ciudad, el sábado 30 de agosto desde el mediodía, a celebrar el Día del Niño, que incluiría como propuesta central pintar un mural en el barrio.
Es interesante que, a la par de trabajar con la urgencia, porque nada más urgente que dar de comer, también pueden proyectar cosas, nunca dejaron de hacerlo. -Sí, sí. Nos ha ayudado mucho también el poder trabajar en redes, tener la cabeza abierta. Siempre cuento que en la pandemia nosotros teníamos pensado cocinar, y en un momento aparece un grupo que iba a armar una olla popular en la plaza. Los invitamos, íbamos a hacer lo mismo pero acá estaba todo armado porque nosotros ya nos dedicábamos a eso. Eran gente de la izquierda, de la Corriente Clasista y Combativa, del peronismo, militantes de partidos políticos. Pasamos toda la pandemia cocinando juntos y además después compartíamos la mesa. De ahí surgieron ideas, eran diferentes miradas que nos hicieron crecer a todos. Eso estuvo muy bueno. Creo que lo más importante es nunca cerrarnos, ser capaces de aceptar otras miradas y ver cómo podemos iluminar la realidad que nos toca vivir.
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