5 de mayo de 2025

TEATRO

TEATRO. "Lo interesante es buscarle la parte sensible a un hombre malo"

Leonardo Bertolini es Don Antonio en 'Amor de Bernarda'.

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por
Chino Castro

Leonardo Bertolini llegó al teatro para quedarse. E ingresó de a poco, ya que a diferencia de lo más común, que es tener al escenario entre ceja y ceja, él pasó por otros ámbitos: fue asistente de dirección e iluminador. Así fue que le tomó el gusto al 'esqueleto' del artefacto que se monta sobre la escena, construido con circuitos y dispositivos técnicos y hoy día tecnológicos tanto como el factor humano que se pone en juego: las emociones, la sangre, la mente de los actores y las actrices, todo un cúmulo de cosas organizadas en función del rumbo establecido junto al director.

Desde esa perspectiva, podría decirse que su desembarco en el escenario fue un paso más, el que había a continuación en su derrotero por el hacer teatral, con todo lo que eso implica de partes y de construcción. El sierrasbayenses (le gusta aclarar que es oriundo y de algún modo pertenece a ese pueblo de la ciudad de Olavarría), que es empleado administrativo del estado provincial y no tiene vínculo previo con el hacer artístico, se incorporó a la obra Amor de Bernarda, de la compañía La Barraca, en el verano del año pasado. El 'bicho' del teatro ya lo había picado, y tras alguna intentona de sumarse a algún taller, se integró al grupo del 'Mono' Alabart y compañía a través de su vínculo con Anneris Escalada Aranas, una de las actrices (la que compone a la Poncia, la criada de la casa).

Después, fungió de iluminador de la obra, junto a Agostina Sosa, y también aportó una voz en off. Ese año, entre marzo y noviembre, finalmente realizó un taller de formación actoral dictado por Alabart, y cuando Pablo Toulouse abandonó Amor de Bernarda, su nombre para reemplazarlo cayó como una fruta madura. A él le gustaba la obra de la que formaba parte, y aunque el desafío que le proponían se le antojaba mayúsculo, Leo confió: en él, pero fundamentalmente en sus compañeros/as, que veían que tenía los recursos necesarios como para encarnar a Don Antonio, un militar autoritario y potentado acostumbrado a imponer su voluntad en esa casa de postigos bajos que hierve de secretos, deseos reprimidos, intolerancia e hipocresía. Fueron dos funciones, hace dos fines de semana, las que el elenco afrontó con su nueva alineación.

¿Cómo es componer a Don Antonio?
- Está bueno, qué sé yo. Él es un tipo con plata, campo; fue un soldado que participó de batallas, condecorado. Es un hombre autoritario, en esa época, por el 1900, cuando ser un soldado y tener mucho dinero daba ese "derecho" de hacer lo que se quisiera. Él creía que podía hacer lo que se le antojara, imponer su voluntad siempre, y eso en la obra queda demostrado en el trato con los otros personajes.

¿De qué te nutriste para componer el papel? Supongo que un actor no recurre sólo al texto para encarnar un personaje, sino a lecturas, músicas, a ver el trabajo de colegas, a otros elementos.
- Muchas veces nos juntamos a charlar sobre los personajes, en base a la información que tenemos, a los textos. Y uno pone su punto de vista en juego. Pero eso se va desarrollando en los ensayos, en las charlas con el 'Mono' y con los chicos sobre cada personaje.

Prueban cosas, maneras. Es decir que cada personaje es, de algún modo, una suerte de construcción colectiva, porque todos sugieren y también escuchan.
- Sí, totalmente. Y eso está muy bueno, lo místico que pasa ahí adentro, en esas charlas y análisis. Se plantea cómo sería ese Don Antonio, un soldado de cincuenta años. El desafío es poder verle la parte sensible: tiene esa edad, sin familia, y es un hombre que nunca ha estado enamorado. Entonces la pregunta es cómo sería alguien así. Pero lo interesante es buscarle la parte sensible, más allá de que ha sido un soldado y es un hombre autoritario. Poner matices, complejizar esa figura.

Bertolini dice que, antes de las funciones, experimentó mucha ansiedad y nerviosismo, "pero nervios de los buenos", ya que finalmente estaba allí porque quería. Y que después de la faena, su sensación era la de alguien que acababa de ser molido a palos. Con el correr de las horas, la sensación fue de disfrute, y eso justifica todo y brinda confianza y alegría para seguir, con esta obra y con las que surjan.

Amor de Bernarda volverá a escena el domingo que viene en Tapalqué, en las Fiestas Regionales del Teatro Independiente.

Pintar con luz

¿Te gustó cómo salieron las funciones? Ahora las viviste y viste desde 'adentro', antes lo hacías desde afuera, relativamente porque el iluminador y el asistente de dirección no son público, sino parte del armado.
- Te cambia el cien por cien. Tengo poca experiencia pero puede decirte que cambia mucho. Desde afuera uno lo ve más relajado. Y hacer las luces también está muy bueno, porque eso también aporta matices al producto, el poner determinado color a cierta escena imprime su impronta.

No es encender una luz para que sea vea. El iluminador de algún modo es un pintor, que pinta con luz y no con pincel y pintura: destaca, difumina, sombrea, enfoca...
- Claro, claro, no es prender una luz, es algo más complejo e interesante. Además en la iluminación estuvimos con Agostina Sosa, que justamente es pintora, artista plástica, una genia.

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