19 de agosto de 2023
El nuevo clivaje social es ‘democracia sí, siempre’ vs. ‘democracia ni idea, no me entero’. Ese ninguneo es peor que un frontal rechazo, que podría ser el hijo defraudado del amor. Ni siquiera se tomaron el trabajo de deconstruirla. Cualquier cosa que analicemos relativa al escalofriante resultado de estas PASO, debería partir de ahí. Cortázar decía que “no todo está perdido si entendemos que todo está perdido y empezamos de nuevo”. Bueno, medio así.
A los viejos siempre les costó comprender a los pibes. Tengo la sensación de que nunca como ahora. El esfuerzo que hacen hasta llega a dar risa. Transitamos la era de la post poesía, y la distopía es una chocolatada con vainillas a las 5 de la tarde. La cadena de transmisión de valores en algún momento se cortó, en alguna generación, y ahora no vemos dónde ensartar el gancho para que la rueda siga girando y aunque sea pegarle un parche, que de eso siempre tenemos. La cineasta Lucrecia Martel marca que la crisis es cultural antes que económica, entonces este berenjenal no debería sorprendernos: si ese siempre tan turbio caballero, Don Dinero, fue entronizado como el Dios ordenador de la vida… Si prosperar sólo tolera una acepción económica, y el mundo se ha reducido a una selva hipertecnologizada, atestada -y apestada- de seres mutantes que se auto oprimen con la sonrisa hueca del boxeador groggy…
Habría que reformular a Clinton y con Martel aseverar que ‘No es la economía, es la cultura, estúpidos’. Si nuestra sociedad no estuviese descompuesta culturalmente, intoxicada de materialismo, que siempre es despreciar al frágil y el saber sin una utilidad económica, el fascista de Milei no sería ni candidato. Los noventa contraatacan, perfeccionados en su brutalidad. ¿Viste el nivel ‘sos tonto’ de las publicidades de hoy? Un olor a pizza con champán que da ganas de vomitar.
Se ha institucionalizado que sobra gente. Es decir que contra algunes vale todo: muros, mares y palos. El último estadio de la degradación humana, de la explotación del hombre por el hombre. Intentar transmitir valores como la solidaridad, el respeto al otro, la paciencia, la modestia y la generosidad; ponerse a tratar de disociar el ser del poseer, la idea del billete, huelen a empresas estériles antes que insalubres. Andá a hablarles a pibos que ni el 2001 vivieron, de democracia y rol del Estado; de reconstituir el tejido social; de campo nacional y popular (¿lo qué?); del rito de votar; de una dictadura contemporánea y tan nuestra con desaparecidos, torturas, exiliados y un baño de sangre; de una guerra infame con el enfermo fin de ganar unas bocanadas de aire para seguir saqueando y asesinando, y de una generación con el sueño de dar vuelta el mundo -no la vuelta al mundo-. Se aburren. Además, el sistema democrático, al que no tienen con qué comparar, no pudo/no supo darles soluciones, por eso ni se detienen a escuchar lo que les ofrece. (En general, por supuesto.) “Mi hermano no tiene un sol en su horizonte, sino una caja de RAPPI”, dijo el poeta César González. Y lo dijo todo. Si tanto queremos a la democracia, la hubiéramos cuidado mejor. Hace poco casi asesinan a una vicepresidenta y fue lo mismo que cuando un auto atropella a una hormiga, no salimos a copar las calles de la mano de los pibes. Después de algo así, creer que el futuro será mejor es como confiar en que Platense será el próximo campeón. Con decirte que la Justicia parece una megaempresa…
Y aún hay quien se sorprende de que la bronca se canalice por derecha. Es que si no hay sueños es porque no hay cielo, y sin celeste arriba, se exilian todos los pájaros y sólo quedan las hienas. Ahora la utopía es que no hay utopía, y nos aplasta una lógica de punk rock, el no future de fines de los setenta en la Inglaterra thatcheriana: ‘Me voy pero te llevo puesto’. Politipunk al palo. Imaginate qué pensará el boy promedio de hoy cuando un político todo sonrisal se acerca a darle un beso y unos chocolates.
Aunque integre el núcleo de la ‘casta’ de la que tanto abjura, Javier Milei es a ojos de las nuevas generaciones de votantes -y de muchos viejos también- un político que no se parece a los políticos. Lo novedoso, con lo que hay que probar porque lo otro no sirvió. El secreto de su éxito es el fracaso de lo clásico. Allí donde el gobierno calla y se arrodilla, él planta su bandera, que no es tan nueva ni está limpia, y de PASO deja a Juntos como un museo de chucherías. Nosotres esperando en Face y nos la pone por TikTok. Parecemos el ‘Bambino’ Veira: “¡Puse un colectivo en el arco y me la metieron por la ventanilla!”. Ya no más fetas de salchichón en el sobre como en 2001, ahora chantaron su cara. Enseguida los/nos haría pedazos, pero eso aún es después. De poco sirve, además, advertir que un tipo así te dejaría en calzones, porque demasiada gente ya lo está, en este irónico ‘tiempo-patovica’ en el que hasta hay laburo, pero no derechos laborales.

Encima salir a enamorar con Massita, mamita… Se parece a cuando De la Ruina llamó a Cavallo para que arreglara la hecatombe que él mismo había orquestado. Qué cosa fuera, qué cosa fuera el Massa sin cartera. Mirada con honestidad, esta coyuntura es recargadamente cruel: amamos a la democracia, pero no podemos votar con amor.
Apelar a la emoción es lo que rinde. Nada de desarrollos, si con suerte se lee un título. La razón es lenta, amargada. ¿Viste el nivel ‘programa de chimentos’ de las cruces Bullrich-Milei? Dos matarifes peleando por una res. Y todavía algunos viejos nostálgicos reclaman plataformas. Es como solicitar un beso y que te lancen un escupitajo. Ni sutileza para el eslogan. Ni gracia para mentir. Se encaran una mina diciéndole que van a machirulearla. Ahora todo es un sentimiento, no puedo paraaaaar. Hasta parece que todo es ahora, que sólo hay ahora, ni pasado ni futuro. Por eso domina un barrabrava que arma spots de trazo gordísimo, astringentes, chirriantes. No necesitó ni al centenario partido, siempre tan dispuesto a cagarla. Más una tutela económica que no se termina de ver, Magnetto no es lo único que existe. Elaboraron que no haya elaboración, y van ganando. Palo y a la bolsa. Linchame que me gusta; me amo, me odio, dame más. Supieron ver -y construir- que a casi nadie le interesa entender a nadie, hoy que la catarsis ha reemplazado al argumento.
La sociedad está desarmada culturalmente, los ejes de la Historia se le torcieron mal. Desesperada económicamente. Insensibilizada de tanto velar proyectos. Desmemoriada de tanto sobre informarse con ‘comida chatarra’ que no pidió, y entonces ‘le entran’ hasta las que van afuera: que cortará los planes sociales y la pauta a los medios, que dejará sólo ocho ministerios y arrasará con los ‘ñoquis’, que privatizará la salud, gobernará con un Código Penal propio, dolarizará sin asco, defecará sobre los científicos que fabricaron la vacuna que nos salvó la vida, bien que con inversión estatal y no de McDonald’s ni el bueno de Arcor, que ajustará hasta que se te caigan los dientes, y así. Queremos plata fácil, eso de la ciencia es un bajón… Ah, ya hay en lista de espera gente ofreciendo un órgano en desuso eh: el cerebro, le ponés balsámico y oliva y te queda exquisito, bien gourmet. Todos goles. A millones de argentinos, rabioses como están, les encanta. Les dicen cambio y sienten una erección. Les plantean barbaridades impracticables y se embanderan como en un Mundial. Total, lo practicable no se cumplió. Milei es la cancelación de la política, y Bullrich no se queda atrás. La violencia es lo cool, ‘Armas para Todos’ sería un plan con flor de punch. Para no hablar del papá de todos los esperpentos de la hora: sí, el verdugo Macri, artífice de la deuda demencial que es la madre de toda esta catástrofe, que ahora se pavonea por Uruguay (puaj) pidiendo motosierra y tildando de salame a Santiago Maldonado, el fusilado por sus sicarios. El hijo pródigo de Nemen, el gran inquisidor moderno. Destruir ejerce un terrible poder de seducción, sobre todo entre los destruidos.
Goles son rencores; parece que va por ahí. O, mejor, rencores son goles. Y el amor, una ñata contra un vidrio empañado de dolor.
Chino Castro
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