23 de junio de 2019
Escribe:
Mario Cuevas.
Mucho antes de ser ciudad, allá por 1536, cuando los naturales del lugar acechaban a los invasores que terminaron comiéndose entre ellos, Buenos Aires comenzó a generar historias de miedo, locura, codicia y sangre.
Hoy ahí está, la gran metrópolis, la que te fascina pero te atosiga, la que te atrae pero te repele, la ciudad que cobija tantos soñadores pero que a menudo engulle esos sueños. Buenos Aires ha inspirado a un sinfín de artistas que le han cantado, escrito o pintado sus loas, críticas y miserias, artistas que nacieron entre sus calles, que la visitaron o que decidieron cobijarse en su regazo, perdidamente enamorados.
En su adolescencia, con su agrupación Almendra, el Flaco Spinetta nos pintaba una ciudad apocalíptica, inspirado en su infancia: “Mi barrio se inundaba cuando había sudestada, el agua llegaba al umbral de mi casa, y nosotros nos divertíamos - contaba - No nos dábamos cuenta de la tragedia que vivía le gente a la que se le inundaba todo el hogar.”
“El hielo cubre la ciudad, el cielo ya no existe aquí / un congelado amanecer tiñe de blanco hasta el lugar / cuando la luz ya no puede llegar, la gente en vano se pone a rezar / no es el diluvio, no es el infierno / voy a perforar el hielo, voy a remontarme al cielo para observar hoy todo el hielo en la ciudad.” (‘Hoy todo el hielo en la ciudad’, Almendra, 1968)
Charly García retrató genialmente a Buenos Aires en dos momentos claves del país, en el sombrío 1977 cuando no se podía hacer nada salvo ver películas, describía la atmósfera imperante de la ciudad: “Cuando la noche te hace desconfiar yendo por el lado del río, la paranoia es quizás nuestro peor enemigo / cubrís tu cara y tu pelo también como si tuvieras frío, pero en realidad te quieres escapar de algún lío / déjenme en paz, no quiero más, no hay esperanzas en la ciudad que amanezcas lejos de acá, en un país hipernatural.” (‘Hipercandombe’, La Máquina de hacer Pájaros, 1977).
Y luego de palpar el ambiente patriotero durante la guerra de Malvinas, García reconocía que tenía miedo a morir y que la guerra se iba a perder:
“No bombardeen Buenos Aires, no nos podemos defender / los pibes de mi barrio se escondieron en los caños / espían al cielo, usan cascos, curten mambos escuchando a Clash... ¡Sandinistas!” (‘No bombardeen Buenos Aires’, Charly García, 1982).
Hay dos rosarinos que le han cantado a Buenos Aires, quizás en agradecimiento por haber sido acogidos en su momento. Litto Nebbia llega a la gran urbe con 17 años y sus Gatos Salvajes a cuestas. Se hospedaría en una pensión que sería testigo de la mutación de Los Gatos Salvajes a Los Gatos. Luego de afianzada su figura como solista, le cantó en varias oportunidades a su segunda ciudad: “Nuevos aires desde el río, nuevos aires sobre el cielo, Buenos Aires tuyo y mío / Sólo quiero que esta fantasía de andar libre por tus calles se me cumpla / por eso te quiero, junto a vos espero, nuevos aires nuevos / por eso te quiero, por eso me quedo, Buenos Aires mío.” (‘Semblanza de Nuevos Aires’, Litto Nebbia, 1990).
Fito Paéz desembarcó en Buenos Aires en 1982, con diecinueve añitos y su teclado, acompañando a Juan Carlos Baglietto. Lo esperaba la ciudad, luego, la banda de Charly García y tiempo después, su consagración solista. Al igual que Nebbia, Fito le ha dedicado varias canciones a Buenos Aires:
“En Buenos Aires llega un punto en que ya nada vale nada y todo vale nada / En Buenos Aires nos acechan los fantasmas del pasado y cada tango es una confesión / Cuando en el mundo ya no quede nada, en Buenos Aires la imaginación / Es una playa macedónica tan cierta y tan absurda viven Borges, Dios y el rock and roll / En Buenos Aires viven muertos, muertos viven y no quiero más tanta resignación.” (‘Buenos Aires’, Sabina-Páez, 1998)
Hay un porteño de ley, nacido en Villa Real, que merece mayor difusión. Alejandro del Prado comenzó nada más (ni nada menos) integrando el cuarteto de guitarras de Alfredo Zitarrosa. Luego de ser parte de Saloma, escribió en México la que se transformaría en su canción más bella y nostalgiosa, basada en los personajes que añoraba en esos días: “Uno está solo y espera, otro cree a su manera / otro ciego en su locura, y otro que no vive dura, la ciudad los ama y qué / Uno que quedó en el 40, otro no, ya está de vuelta / otro que las sabe todas, y otro reza a toda hora, la ciudad los ama y qué / Los locos de Buenos Aires latiendo por todas partes llenando de sol la noche, con su fuerza, con su arte andan sueltos por la vida, con su fe, su fantasía / cuidado con esa gente, no se sabe que pretende.” ‘Los locos de Buenos Aires’ Alejandro del Prado, 1982).
Diego Frenkel nació en Buenos Aires pero vivió su adolescencia en Venezuela, cuando su familia volvió al país, Diego comenzó a vivir ese hervidero artístico que lo haría fundar Clap y luego La Portuaria. Con esta última banda es que homenajea su ciudad natal: “Sos tan seductora, imprecisa y distante, luces errante, algo extravagante / vos sos espejo, yo en ti me reflejo y tantas veces te dije te dejo / yo sé que sos elegante y soberbia, a veces cruel, inmadura y violenta / sos tan romántica y tan decadente y te vi excitante y encendida, mi querida Buenos Aires. (‘Buenos Aires’, La Portuaria, 2001).
“Soy un amante de Buenos Aires. Quizás me esté poniendo viejo, pero siento que no podría estar lejos del lugar donde vi luz por primera vez. En este momento en que tantos jóvenes tienen ganas de emigrar, yo siento más que nunca que mi lugar está acá”, confiesa Antonio Birabent. “Amanece en Buenos Aires entre el humo y la razón / tantas veces te soñé por estas calles y tantas otras me dijiste no / Estoy llorando en Buenos Aires, será que siempre fuiste así / camino para recordarte y mis lágrimas me acercan más a mí / Te encontré por Buenos Aires, me encontré por Buenos Aires.” (‘Buenos Aires’, Antonio Birabent, 2003).
Julieta Laso, la ex-vocalista de la Fernández Fierro, incluye en su segundo disco en solitario un homenaje a la ciudad capital.
“Hay una forma de cantar mía que remite directamente al tango - dice Julieta - Pero la poesía, por eso te digo, me parece re porteña y nombrar todo el tiempo la ciudad, sus mitos y también los amigos. Gente del tango que no conoce nadie. Y ese amor/odio que hay hacia la ciudad. Yo nací acá y amo profundamente esta ciudad, tengo fascinación, pero por momentos también me da un asco terrible. Cuento ese Buenos Aires que yo vivo, más allá de los mitos y las cosas que nos identifican a todos, cuento a los muchachos del tango, amigos. Quería también que fuera contemporáneo, hablar del Buenos Aires de hoy.”
“Caprichosa la reina del Plata, colecciona amores que te matan / Goyeneche, Troilo, Maradona, Macedonio, Borges y un idioma que va al vesre como este destino, gambeteando peñas Nicolino / sos Eladia y Nazar Anchorena, el peine de Ringo Bonavena / ¿Buenos Aires vos quién sos? ¡La que me hace llorar, la reina del amor? / ¿La de Avenida Alvear, puta en Constitución? / ¿Las risas de Gardel, las manos de Perón?” (‘Buenos Aires vos quién sos’, Julieta Laso, 2018)
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